La empresa barcelonesa Mecalux, fabricante de estanterías metálicas y sistemas de almacenaje, planea salir a bolsa dentro de pocos meses. La operación significará un pelotazo gigantesco para la familia Carrillo, propietaria del 90%. Y en menor medida para la estirpe Zardoya, titular de los ascensores Zardoya Otis, que posee el 10% restante.
Los primeros cálculos otorgan a Mecalux una espectacular tasación de cerca de 3.000 millones. Los dueños actuales pretenden ceder alrededor de un tercio del capital. Ello significa que recaudarán casi mil millones contantes y sonantes si las acciones se colocan al tope máximo. Y además conservarán el control mayoritario de la sociedad.
Lo más llamativo del trasiego reposa en que hace solo tres años, los Carrillo adquirieron por 150 millones el 31% de Mecalux que se hallaba en poder de Corporación Alba, de los hermanos March.
Así pues, resulta que ahora, cuando se planea el salto al parquet, el valor de la compañía se va a multiplicar como en el milagro bíblico de los panes y los peces.
La historia de esta industria de andamiajes de aluminio es muy movida. La creó José Luis Carrillo Rodríguez, a mediados de los sesenta. Veinte años después, ya era un gigante que pugnaba por el dominio peninsular.
El próximo estreno bursátil de Mecalux será el tercer intento de los últimos 34 años. El primero se remonta a 1988. A la sazón, José Luis Carrillo percibió 6.200 millones de pesetas limpios de polvo y paja, por el traspaso del 100% de Mecalux al grupo financiero madrileño Ibercorp.
Este tenía de líderes a dos miembros relevantes de la beautiful people de la capital, Manuel de la Concha, ex síndico de la lonja de Madrid, y Jaime Soto, ex presidente de Banco Urquijo. Pretendían llevar Mecalux a la cotización oficial y así meterse en el zurrón 10.000 millones.
Pero en 1990 el golpe que estaban urdiendo se fue al traste, debido a la invasión de Kuwait y el subsiguiente desplome de los mercados mundiales. Además, la propia Ibercorp cayó en barrena en medio de un sonado escándalo de fraudes y uso de información privilegiada. El embrollo arrastró a la cárcel a Manuel de la Concha y a su insigne valedor Mariano Rubio, gobernador del Banco de España.
La detención de este último coincidió con las andanzas de Luis Roldán, director general de la Guardia Civil. Roldán protagonizó a la sazón una rocambolesca huida de España. Acababa de saquear las arcas de caudales de la benemérita, incluyendo los fondos destinados a los huérfanos de los guardias civiles.
Estos siniestros episodios de la corrupción galopante bajo el régimen del socialista Felipe González, dieron pie al humorístico comentario de un político: "Se da la paradoja de que el jefe de los guardias se ha escapado con el dinero, mientras el jefe del dinero permanece vigilado por los guardias para que no se escape".
Los insólitos avatares de Ibercorp constituyeron para el sagaz Carrillo una oportunidad sin igual, que no desaprovechó. Dicho y hecho, adquirió otra vez el 100% de Mecalux a un precio muy ventajoso. Luego, a mediados de los noventa, propinó su segundo gatillazo. Vendió por una gruesa suma el 30% de Mecalux a varios fondos de inversión aglutinados por José María Loizaga, factótum de Mercapital.
Este mago de las finanzas era experto en pases corporativos. Olió enseguida las plusvalías latentes. Y en 1999 propulsó una parte del capital a la negociación pública. Con tal motivo, la empresa entera se cuantificó en 40.000 millones de pesetas.
La presencia de Mecalux en las pizarras de cambio se mantuvo sin pena ni gloria hasta 2010, cuando Carrillo y Corporación Alba lanzaron una opa y excluyeron a Mecalux de la contratación a precio de derribo.
La sede central del grupo radica en Cornellà de Llobregat, junto al World Trade Center. El veterano fundador se mantiene como presidente. Las máximas funciones ejecutivas las desempeña su hijo Javier Carrillo Lostao, en calidad de vicepresidente y consejero delegado.
Si el movimiento en ciernes se formaliza, los Carrillo habrán participado nada menos que en tres pelotazos y en dos debuts en bolsa. En cada uno de ellos, amasaron auténticas fortunas. El que ahora calienta motores alcanza unas dimensiones astronómicas. Promete catapultar a esa saga al olimpo de los ultramillonarios.