Hace poco, un amigo recién separado me explicaba que, para Navidad, su cuñada, que había estado en su piso unas semanas antes, le había regalado un set de bandejas, cajones y compartimientos de Ikea para que pusiera un poco de orden en baños y habitaciones, especialmente en el armario de su hija.
Su cuñada, llegamos a la conclusión, es una de esas personas meticulosas y detallistas --mayoritariamente mujeres-- que siempre saben cómo mantener la casa limpia, ordenada y acogedora, y encima tienen tiempo para echarte una mano con la tuya, porque les gusta ordenar y organizar.
Yo también tengo alguna amiga así. Por muy ocupadas que estén, trabajando o haciendo de madres, consiguen tenerlo todo impecable. La cocina está ordenada, me sirven el agua en una jarra de cristal con vaso y bandeja a juego, las galletas en un cuenco de cerámica, la repisa del baño está limpia y despejada, la ropa de los niños doblada y planchada en los armarios, el ramillete de flores frescas en la mesita del salón...
¿Cómo lo hacen?, nos preguntamos mi amigo y yo, agradecidos de que haya gente como ellas, a quienes podemos acudir para poner orden en nuestras casas sin necesidad de leernos el libro de Marie Kondo o perder el tiempo mirando vídeos de influencers en internet. ¿O quizás sí debería?
Resulta que en TikTok existe un movimiento llamado #Cleantok, con más de 30.000 millones de visualizaciones, que aglutina vídeos relacionados con la organización y la limpieza, desde trucos sobre cómo limpiar mejor a consejos sobre productos o gente limpiando casas nauseabundas. Resulta que ver cómo se limpian cosas sucias, algo que de entrada puede parecer aburrido y desagradable, produce un efecto satisfactorio para muchas personas.
“El antes y después de una casa o un baño sucio y luego impoluto produce un efecto en los usuarios que los engancha y quieren ver más de ese ‘antes y después’”, detallan en el blog de Limpiezas Garro, una empresa de servicios de limpieza de Madrid, para explicar el fenómeno #Cleantok.
Imagino que la sensación que produce en algunos ver vídeos de limpieza debe ser parecida a la calma que siento cuando paseo por los pasillos de yogures de un supermercado, algo que he asociado siempre a las temperaturas bajas, los colores pastel y la perfecta alineación de los productos lácteos.
Jessica Grose, columnista del The New York Times, confesaba la semana pasada que durante el confinamiento, mientras sus hijos hacían clases online, ella perdía el tiempo visualizando vídeos de limpieza en Tik Tok para “sumergirse en el mundo ordenado y agradable de otra mamá limpiando y reponiendo su impecable nevera con una colorida variedad de frutas, verduras y adorables minisalchichas”.
Para entender por qué los vídeos de otras madres limpiando en silencio --en la mayoría de vídeos solo aparecen las manos debidamente manicuradas de la protagonista-- le resultaban tan absorbentes y reconfortantes, Grose habló con Kathryn Jezer-Morton, una doctoranda en Sociología de la Universidad de Concordia que investiga sobre internet y la maternidad. Según la investigadora, un factor clave es la falta de narración en estos vídeos. “Si las madres aparecieran hablando, serían intolerablemente molestos, porque hay un imperativo moral de ser limpio, especialmente para las mujeres”, dice. Y añade: “Existe la percepción generalizada de que debes ser una buena ama de casa y tener la casa sucia es, en cierto modo, un fracaso moral. Si [la tiktoker] nos dijera lo que está haciendo, aunque no fuera su intención, parecería que nos estuviera diciendo ‘haz lo mismo que hago yo’”.
Por otro lado, Jezer-Morton cree que el hecho de vivir en una pandemia, donde no podemos controlar nada, ver un espacio limpio y ordenado de forma eficiente puede producir un efecto sedante, lo que explicaría el fenómeno #Cleantok. Me voy a ordenar.