A mediados de noviembre tuvo lugar en Ginebra la tercera edición del foro de jóvenes activistas (Young Activists Summit #YAS21), un evento organizado por la ONU para premiar a seis jóvenes excepcionales de todo el mundo que hayan conseguido cambios concretos por su comunidad y el medio ambiente. Entre los galardonados de este año estaba José Adolfo Quisocala, un peruano de 16 años que con 7 años ya había fundado el primer banco para niños en su ciudad natal, Arequipa. ¿Su modelo financiero? Sencillo, equitativo y sostenible: a cambio de depositar residuos sólidos reciclables —libretas de ejercicios usadas, botellas de plástico, cartón y todo lo que las personas consideran como basura— los niños reciben dinero para pagarse la comida, la escuela o lo que quieran.
“Realmente, lo que me motivó fue ver una realidad que todos los días vemos en nuestras ciudades, que son niños trabajando, ver que los niños muchas veces no tienen para ir al colegio, muchos niños no se alimentan correctamente. Al darme cuenta de que realmente tienen muchas necesidades y también darme cuenta de que los adultos no hacían nada para solucionar este problema, entonces entendí que tenía que hacer algo yo y ponerme manos a la obra”, explica el emprendedor peruano en una videoentrevista difundida en las redes sociales del #YAS21.
Evitar que la basura llegue a la calle
Conocido en su país como “el niño banquero”, Quisocala fundó el Banco del Estudiante Bartselana cuando todavía era un alumno de escuela primaria, y desde entonces se ha convertido en un referente modélico de emprendedor y activista por el medio ambiente en Perú. Según el diario peruano El Comercio, el Banco del Estudiante tiene hoy alrededor de 6.000 socios, todos entre 10 y 18 años, a los que ofrece desde préstamos a microseguros y otros servicios financieros, y recicla al mes unas 20 toneladas de materiales, consolidándose no solo como institución financiera y medioambiental en su ciudad, sino como un instrumento clave para ayudar a decenas de niños de Arequipa a administrar mejor su dinero (“Recuerdo que en mi escuela había niños que se saltaban el almuerzo porque se habían gastado el dinero en golosinas o cromos de fútbol”) o, simplemente, a poder pagarse la escuela.
“Lo que queremos es que reciclen los residuos sólidos que generan en sus casas, en sus colegios, en la casa del vecino, del amigo, de los familiares, de la abuelita… Lo que buscamos es que ellos puedan recolectar todo eso, traerlo al Banco del Estudiante y ya nosotros nos encargamos de darle valor y pagarles por eso. Pero lo que buscamos es que los residuos sólidos se recolecten desde la fuente”, comentó Quisocala, dejando claro que lo que no pretende es que los niños estén en la calle recogiendo basura, sino en casa “evitando que la basura llegue a la calle”.
Tarjeta unipersonal e intransferible
Para evitar que esto ocurra, el banco ha llegado a acuerdos con varias empresas locales de reciclaje para que paguen a los niños un precio ligeramente más alto de lo habitual por los residuos que traen a los puntos de recogida, situados en los colegios.
Una vez calculado el valor del material reciclado, los niños pueden sacar dinero de los cajeros automáticos de varios bancos y sociedades de crédito utilizando sus tarjetas bancarias personales, Visa incluida, que nadie más puede usar, ni siquiera sus padres, y controlar sus saldos online. Por otro lado, el niño solo puede acceder a las ganancias al cumplir determinadas metas de ahorro. “Los niños deberían poder manejar y administrar sus ingresos en lugar de dárselos a sus padres, porque es el primer paso para generar una independencia financiera”, añade Quisocala.
Numerosos premios
Aunque el rostro del emprendedor es hoy popular entre los jóvenes del país, poner en marcha su idea no fue fácil. Quisocala recuerda que sus profesores pensaban que estaba loco o que un niño no podía emprender este tipo de proyectos. “No entendían que nosotros no somos el futuro del país, sino su presente. Por suerte, conté con el apoyo del director y de la auxiliar de mi aula”, recordó en una entrevista con el portal Panamericana antes de la pandemia. Tuvo que convencer a un grupo de profesores y aguantar bullying y bromas de sus compañeros, que se reían de lo que estaba haciendo, hasta que finalmente recibió un premio escolar que le dio el impulso necesario para registrar oficialmente su banco por medio de una cooperativa local.
Desde entonces, el banco ha seguido creciendo en números de usuarios y Quisocala se plantea expandir el negocio a otras ciudades del país, además de seguir cosechando reconocimientos. En 2018 recibió el Premio Climático Infantil, fue considerado uno de los 25 banqueros más innovadores de Hispanoamérica y el Caribe en los años 2019 y 2020, y hace dos años se estrenó un documental francés que cuenta la historia de su vida y la de otros niños activistas por el medio ambiente, Demain est a nous (El futuro es nuestro).