Uno de los vídeos más populares de Li Ziqi, una de las influencers más conocidas de China, muestra a esta joven videobloguera de entonces 29 años cabalgando entre un bosque de niebla, capa roja sobre la espalda, deteniéndose para recoger flores de magnolia en una cesta de mimbre. De fondo suena música tradicional china, además de los sonidos de la naturaleza: el galopar del caballo, el crepitar de las ramas, el ladrido de un perro al regresar a la granja, donde le espera su abuela, para quien preparará un delicioso almuerzo a base de pétalos de magnolia.
El vídeo, con casi 10 millones de visualizaciones desde su publicación, en abril de 2019, es un ejemplo de cómo ha conseguido hacerse famosa Li Ziqi en todo el mundo: proporcionando una vía de escape virtual al frenético ajetreo de la vida moderna a través de vídeos cortos que reflejan una vida idílica en la China rural. Una vida sin prisas, contaminación, ni tecnología, donde imperan la calma, la tranquilidad y el silencio. En sus vídeos no hay smartphones, laptops ni electrodomésticos. Filmados desde su granja de Sichuan, en el interior de China, Li aparece llevando a cabo las tareas del campo, tiñendo sus propios vestidos con tinte natural, creando papel con sus propias manos, o cocinando en un fuego de leña, sin prisas, los productos que recoge ella misma de la tierra.
Impulso durante el confinamiento
“Sus vídeos son profundamente reconfortantes. Pero no solo eso: revelan la complejidad y laboriosidad que hay detrás del componente de cada plato, haciendo valioso y significativo el largo y solitario proceso de la producción de alimentos”, escribió Tejal Rao, crítico de cocina del The New York Times, poco después de descubrir sus creaciones, en abril de 2020.
Igual que miles de seguidores en todo el mundo, Rao empezó a seguirla durante el confinamiento, y se quedó enganchado, porque sus vídeos, dice, remiten a una vida idílica, donde no existe la polución, la comida industrial, los coronavirus o el ruido (sus vídeos son en silencio), y donde uno puede ser autosuficiente con los productos que da la tierra. Además, puntualiza Rao, sus vídeos son todo lo contrario a la mayoría del contenido sobre cocina que se publica ahora en las redes, “ese que sugiere que todo es tan rápido y fácil que hasta puedes hacerlo tú mismo, probablemente en menos de 30 minutos”, añade.
Disputa legal con la empresa que lleva su imagen
A pesar de su popularidad —Li Ziqi tiene más de 55 millones seguidores en Douyin, la versión china de Tik Tok, y 16 millones de subscriptores en su canal de Youtube, marcando un récord de suscriptores para un canal en chino—, la famosa influencer china dejó de publicar vídeos en julio de este año, insinuando una posible disputa legal con la empresa que gestiona su imagen de marca y comunicación en las redes, Hangzhou Weinian Brand Management, según informan los medios chinos.
“Me entristece mucho saber que una gran empresa se ha aprovechado de ella. Sus vídeos son una gran fuente de consuelo e inspiración, pero apoyo y respeto plenamente su decisión de no publicar más hasta que recupere el control de su marca y su dinero. ¡Mucho amor desde Australia!”, escribía hace una semana uno de sus fans en Youtube. “Rezando para que tú y tu abuela estéis bien. Vuelve pronto cuando estés lista”, escribía otra fan desde Estados Unidos.
Producto del sistema
Más allá del desamparo provocado en sus seguidores, la disputa legal entre Li y la agencia que gestiona sus redes sociales ha puesto de manifiesto las contradicciones de imagen a las que la famosa influencer rural estaba sujeta. Li se presentaba como una vía de escape virtual al mundo tan tecnologizado en que vivimos, pero su éxito se basaba precisamente en él. Sus populares vídeos montando a caballo no serían posibles sin un iPhone ni las técnicas de videoproducción y publicidad a las que recurría para promover sus publicaciones y monetizar su negocio, que incluye un e-commerce y productos de marca propia, como velas aromatizadas y fideos de arroz.
“La gente amaba a Li Ziqi porque creía que ella, a diferencia de sus espectadores, está libre del mundo hiperproductivo, impulsado por el capital y las tensiones políticas en el que se despiertan todas las mañanas”, escribe la autora china Yi-Ling Liu en el medio online Rest of World. “Creían que ella era independiente y no estaba en deuda con nadie. Pero detrás de la cámara, Li Ziqi es solo otro jugador en la economía de las redes sociales, por un lado, enredada en la lucrativa industria de los vídeos cortos y, por el otro, ligado a la retórica cambiante de la política del Partido: sin libertad, atrapados dentro de los mismos ‘problemas del mundo real’ que han atrapado al resto de nosotros”.
De la ciudad al campo
El pasado 22 de octubre, Li hizo su primera comparecencia en público en una entrevista con la televisión pública china CCTV después de tres meses sin publicar un solo vídeo. Durante la charla insinuó que a partir de ahora iba a reorientar su trabajo hacia la “revitalización rural” y la “prosperidad común” —conceptos repetidos hasta la saciedad por el Partido comunista chino—además de animar a los jóvenes a seguir un camino de “energía positiva”, en lugar de convertirse en influencers.
“Me considero una nueva granjera socialista”, afirmó Li delante de las cámaras de la CCTV.
Originaria de Mianyang, una zona rural de Sichuan, Li se mudó a la ciudad con 14 años, donde trabajó de camarera en un restaurante y disc jockey en un club nocturno antes de decidir regresar a su aldea natal. Li formaba parte de una serie de “influencers rurales”, jóvenes que después de haber probado la vida en la ciudad volvían al campo, demostrando que era una tierra de oportunidades. Sin embargo, muchos dependían de agencias de comunicación y gestión de redes como Hangzhou Weinian, para llevar a cabo sus campañas de redes sociales y monetizar sus negocios.