Esta semana, en un mismo día, leía dos noticias que confirmaban la desorientación en la que se halla el gobierno catalán, que no acaba de decidirse a entrar en la vía de la moderación que demanda la sociedad.
Así, de una parte, la reafirmación de Pere Aragonés en su no asistir a la Conferencia de Presidentes Autonómicos, que se celebrará en Salamanca a finales de julio, y que tiene como punto central la gestión y distribución de los fondos europeos, una cuestión nada menor. Sin embargo, el presidente de la Generalitat señala que la reunión es para hacerse la foto y que las cuestiones importantes ya se negocian en comisiones bilaterales Estado-Generalitat.
Cabría recordarle que las fotos también son importantes; que aún en el supuesto de la bondad de la comisión bilateral, en nada perjudica participar en la Conferencia; que cualquier acuerdo de calado entre Cataluña y el Estado tiene que incorporar a una mayoría reforzada de la política y la sociedad española, más allá de la coyuntura del momento; y que el rechazo sistemático a sentarse con el otro sólo perjudica a quien no se sienta.
Por otra, la intervención del presidente de la Generalitat Valenciana en Madrid, defendiendo de manera amable, contundente y consistente, el avanzar hacia una España más plural. Con este posicionamiento, Ximo Puig viene a defender, curiosamente, la posición dominante en la sociedad catalana, a tenor de todas las encuestas que señalan como la opción preferida entre los catalanes el desarrollo del modelo autonómico en clave federal. Una posición valenciana, compartida por Baleares, que de contar con el apoyo catalán y dada la sensibilidad generalizada del PSOE, podría servir para avanzar hacia un estado multipolar.
Ante ello, uno se pregunta el sentido del gobierno de Cataluña pues, de una parte, no acaba de situar la salida de la crisis social y económica como su primera prioridad y, de otra, parece ceder a nuestro vecino valenciano la defensa de la propuesta territorial que cuenta con un mayor apoyo entre los ciudadanos catalanes. Además, rehúsa asistir a la Conferencia de Presidentes Autonómicos cuando resulta que los catalanes nos movemos con toda naturalidad por una España a la que necesitamos, más que nunca, para relanzar nuestra economía. ¿Dónde vive el Govern?