Los catalanes nos hemos quedado sin el Barbour y el forfait de Baqueira que, sin duda alguna, Elsa Artadi nos iba a proporcionar como consejera de economía del nuevo gobiernillo catalán: sin darle tiempo a Aragonès para que tome posesión del cargo de presidente de la Generalitat, nuestra pija indepe favorita ha dicho que nanay (o chao, pescao, que diría Tamara, la hija de Isabel Preysler), que no cuenten con ella para la vicepresidencia económica que le había caído en la tómbola nacionalista, aduciendo que prefiere concentrarse en sus obligaciones como figura señera de la oposición en el ayuntamiento de Barcelona. La maniobra recuerda un poco a la de Pablo Iglesias dejando la vicepresidencia del gobierno español para ir a estrellarse contra IDA (alias La Caña de España) y luego decir que deja la política para volver a la docencia y al periodismo; y tampoco se acaba de entender muy bien, a no ser que le vea muchas posibilidades a lo de llegar a alcaldesa de Barcelona (sería la única) y, de este modo, poder reducir a los habitantes de esta ciudad la provisión de Barbours y forfaits para Baqueira, dado que esa medida, a nivel, digamos, nacional, se le pondría en un pico.

Se comenta que Elsa Artadi habló del asunto con su líder espiritual, Carles Puigdemont, pero no han trascendido los consejos del fugitivo, si es que los hubo. También parece que Elsa se rebotó cuando Jordi Sànchez se quedó en exclusiva con las negociaciones con el niño barbudo, aduciendo que ya se las apañaba él solito. Pero tanto se si trata de un ataque de celos como de una incomprensible maniobra de Puchi, lo cierto es que no se entiende muy bien cómo se puede renunciar a una vicepresidencia económica (con sus fondos europeos del Covid y su inmensa capacidad para el mangoneo patriótico y las trapisondas financieras) para seguir picando piedra en un ayuntamiento en el que tampoco puede decirse que te hagan mucho caso.

No sé qué andará tramando la señora Artadi --si es que trama algo, ya que igual es todo fruto de una rabieta absurda y pueril--, pero, como sujeto proactivo que soy, creo que hay que pasar página y encontrarle ipso facto un sustituto de campanillas. A mí no se me ocurre nadie mejor que Xavier Sala i Martín, economista neo liberal al que el régimen todavía no ha premiado como se merece por sus años de fidelidad a la causa. Sí, de acuerdo, le ha caído algún programa en TV3. Y en El Nacional aplauden enfervorizados todos y cada uno de los tuits que escribe a mayor gloria del gurú de Waterloo y sus acólitos. Pero no me parece suficiente para ese dandy del independentismo que ha tenido que soportar que yo me refiera a él como El Economista Fosforescente y Jordi Cañas, directamente, como El Payaso de Micolor. Con Sala i Martín de vicepresidente económico de la Generalitat, el mundo, por fin, nos miraría, aunque solo fuese por sus chaquetas multicolores, cuyo brillo deslumbraría a cualquiera en las cancillerías europeas.

Me temo que son precisamente esas chaquetas de tono apayasado las que le han impedido hasta ahora acceder a grandes cargos. Es como si el régimen pensara que como tuitero y bufón ya les esta bien, pero que no da la talla para otorgarle una cartera seudo ministerial. Ya dijo Unamuno que a los catalanes nos perdía la estética, de ahí que un sujeto tan gris y aburrido como Ramon Tremosa suene como posible sustituto de Elsa Artadi, opción que tampoco se diferencia tanto de la del economista fosforescente: si éste hace el ridículo por fuera, Tremosa lo hace por dentro, como cuando se quejó en el parlamento europeo de una patada que le había dado un jugador del Real Madrid a uno del Barça. Por no hablar de que la CUP lo tiene en su lista negra y se supone que llegó a algún acuerdo con ERC (pacto que, tras la aquiescencia de JxCat a formar gobiernillo, puede que ya sea papel mojado, también es verdad).

Sala i Martín lo tiene todo para formar parte del gobierno de la Generalitat: fidelidad perruna a la causa, adhesión inquebrantable al régimen, lengua viperina y un fondo de armario que da gusto verlo. Hay quien dice que su ideario económico no es más que un compendio de chorradas neo liberales, pero, ¿cuándo ha tenido algo que ver la meritocracia con el reparto de cargos en la Cataluña del prusés? Puede que otra cosa no logremos con el payaso de Micolor en la silla que iba para Elsa Artadi, pero llamar la atención…Bueno, eso lo conseguimos fijo.