Me gustaría ser berlinés, antes que madrileño. Inglés o francés, antes que español. No soy nacionalista, porque nadie ha elegido su patria chica ni a su familia, pero queremos de forma natural lo que está próximo. Los alemanes, ingleses y franceses no tienen ese problema nacional. Ni a ninguna nacionalidad de la Tierra les ocurre lo que nos pasa a nosotros.
El 14F fui a votar, como catalán, porque soy y seré constitucionalista. Nunca he sido independentista, aunque respeto a los independentistas. Conozco a muchos de ellos, pero no hablamos de política, de fútbol ni de religión, que son en la actualidad las tres grandes fes. Gracias a Dios no soy ningún adolescente. Tampoco discuto con jóvenes, ya tengo una edad.
No estamos en 1936, porque la virtud del franquismo es que, en los años sesenta, creó una clase media que había sido inexistente durante la II República. Pese a ello, la dialéctica política que impera es la misma. No estoy preocupado, pero sí dolido, porque me duele España tanto como Cataluña, y pienso que comparto ese sentimiento con todos los buenos españoles.
Yo quiero a los andaluces sin tener sangre andaluza, porque son españoles, como los vascos. No me gusta que haya batasunos, pero tampoco los odio. Están equivocados. Es una pena que tenemos en España.
No me gusta Díaz Ayuso ni Pablo Iglesias. Hace diez años trabajaban en la Tuerka, en la televisión de Iglesias. El 15 de Mayo de 2011 vi por primera vez al actual vicepresidente de Pedro Sánchez. Nunca me gustó ni me gustará, porque no me gustan los populismos. Tampoco el de Ayuso. No la soporto. Por eso, si fuera madrileño el 4 de mayo no iría a votar. Lo hice el 14F, porque no votábamos a partidos sino sobre lo sustancial. Ganaron los 'indepes' que tienen mayoría absoluta con el 27% de los votos. Y sólo fue a votar el 53% del electorado. En Barcelona cada elector suma la mitad que en el resto de provincias porque a Jordi Pujol ya le fue iba bien que fuera así. Y no se cambió.
Nadie sabe lo que pasará el 4 de mayo, pero creo que la popular gobernará con Vox, que le comerá votos. Pablo Iglesias recibirá una calabaza. El socialista Gabilondo es un catedrático moderado y buena persona, pero no tiene carácter político. No es nadie. En política se necesitan líderes que ilusionen. No vale ser una buena persona.
A Ayuso el golpe de Estado en la Comunidad de Madrid le va bien, porque se junta el desastre del hundimiento de Aguado, de Ciudadanos, que a medio plazo es el fin de Inés Arrimadas. Pablo Casado tiene que temblar, porque una crecida Díaz Ayuso aspirará comerse a los dos Pablos.
Odio el populismo: elegir entre socialismo y libertad era una exageración, pero ahora elegir entre comunismo y libertad llevará a la derechona a votar mucho más que en Cataluña. Es lo que percibo. Son los reyes del populismo de signo contrario. El lunes Iglesias dijo que se presenta para luchar contra el fascismo. No me gusta esta exageración (el populismo es exageración: lo que no es blanco es negro). Estoy seguro que al calor de la campaña la dialéctica se establecerá entre rojos contra fascistas, y viceversa, como en el 36, pero sin sangre.