El mundo independentista está inquieto. Desde algunos sectores se está aireando la idea de que los resultados del 14F no serán legítimos porque la convocatoria ha sido forzada por los tribunales, aliados de los socialistas. Curiosa analogía ésta, cuando el socialismo español tiene en los jueces su piedra de toque con enfrentamientos constantes con el CGPJ.
Es más, se sugiere que los resultados no serán legítimos porque la pandemia nos abocará a la abstención, como si la gestión de esta pandemia por parte de la Generalitat, la crisis económica y social, no fueran elementos que conlleven hartazgo en la ciudadanía. Y como si el fracaso del procés no hubiera llevado a la frustración a miles de independentistas que han visto como les vendieron duros a cuatro pesetas.
Otros sectores auguran que si gana Illa se forzarán unas nuevas elecciones porque hay que proteger esa finca que consideran de su propiedad. Son los “legítimos” dueños del Palau de la Generalitat y los socialistas siempre serán calificados de usurpadores. Así fueron tildados Maragall y Montilla. ¿No se acuerdan de aquella fórmula? CiU + ERC = Catalunya, como si los no independentistas fueran catalanes. Son otra cosa, no son de los nuestros, son colonos o charnegos.
Sin embargo, detrás de este planteamiento se esconde una realidad. Si ganan los socialistas sucederá que el liderazgo del independentismo volverá a quedar en entredicho. Esta es la clave, no se repetirán elecciones por el triunfo del PSC sino porque ERC y JxCAT seguirán forzando el pulso. Si ERC gana por poco y necesita a los de Puigdemont, las condiciones del acuerdo que podría poner JxCAT serían inasumibles para los republicanos porque dispararían contra la línea de flotación de su estrategia de diálogo y negociación con España, con su estrategia de dar estabilidad a un gobierno de las izquierdas cerrando las puertas a la derecha. Referéndum de autodeterminación, nueva DUI, amnistía, serán las bazas que pueden poner sobre la mesa, lo que forzará las dudas en la formación republicana. Si gana JxCAT, ERC entrará en crisis lo que aprovecharán los de Laura Borràs para intentar ser hegemónicos. Su banderín de enganche es el manido “si se consiguen más de 50% de los votos se reactivará la DUI”. Y si gana ERC, seguro que en la formación republicana puede cundir la sensación de una repetición electoral pudiera acentuar la crisis de un partido recién formado, con un liderazgo disperso y en el que conviven familias muy distanciadas en lo económico y lo social, junto a todo tipo de frikis.
Los socialistas no se arredran ante esta situación y siguen apelando al cambio. A sabiendas de que la repetición electoral está encima de la mesa, Salvador Illa ha dejado claro que no hará “un Arrimadas”. Si gana se presentará a una investidura. Para mostrar sus intenciones, el candidato socialista destapó la carta Maurici Lucena. El presidente de AENA está dispuesto a dejar su cargo para ser el vicepresidente económico del nuevo gobierno. Este paso, del que fuera portavoz del PSC en el Parlament y antes el director general más joven del gobierno de Zapatero, es una muestra de que los socialistas catalanes quieren ganar estas elecciones.
Esta victoria podría enturbiar la situación en Madrid, porque pase lo que pase en Cataluña, la política nacional se verá afectada. El grado de afectación está por ver. No está claro que los republicanos mantengan su actual posición si son derrotados lo que debilitaría al gobierno de coalición, aunque Junqueras reitera que la estrategia seguirá intacta, aunque la táctica dicte que ahora hay que polarizar y dar duro al PSC, con un único objetivo, conseguir el liderazgo en el independentismo.
En Can PSC no hacen ascos a este cuerpo a cuerpo con los republicanos, menospreciando, como ERC, a Junts, porque la victoria se dirimirá también en el campo constitucionalista en función de la magnitud de la derrota de Ciudadanos, el posible sorpaso de VOX al PP y a la situación en la que queden los populares catalanes. Algunos sondeos apuntan a que el PP puede quedar en la irrelevancia, cuando no convertirse en extraparlamentario. Uno u otro escenario ponen en jaque el liderazgo de Casado, y pueden señalarle el camino de salida de la presidencia del PP, mientras que Arrimadas se aferrará a no bajar de los 15 diputados, cifra que se ha convertido casi en un éxito, a algo a lo que asirse en plena tormenta. Un supuesto éxito que esconde el fracaso de perder, nada más y nada menos, que 21 diputados.
Cataluña lleva diez años como mínimo sin gobierno, o mejor dicho con un gobierno errático que ha acentuado la decadencia política, social y económica, donde la pandemia ha dado la puntilla. La sociedad está dividida y el 14F no augura que esta división se clarifique con lo que dejará al Parlament sumido en la lógica matemática y esclavo de los intereses partidistas dispuestos a forzar una repetición electoral. El panorama es sombrío. Si no se repiten elecciones, no habrá gobierno como mínimo hasta el verano. Si se repiten, las nuevas fechas son peores porque no habrá gobierno hasta octubre. Lo peor que nos puede pasar en plena crisis económica porque sin gobierno no hay hoja de ruta, ni presupuestos…. No hay nada, pero este hándicap no parece atemorizar a los que piensan que todo vale menos que Illa sea president de la Generalitat y a los que han hecho del “en cuanto peor, mejor”, su estrategia vital. Eso sí, de puertas afuera, todo lo hacen por Cataluña, algo que se antoja más que dudoso.