El CIS ha caído como una bomba en el tablero político catalán. Es la encuesta más rompedora, pero si nos atenemos a las últimas publicadas es un paso más en la tendencia. De hecho, los datos que se manejan en formaciones independentistas corroboran las previsiones demoscópicas del instituto público. La primera fotografía augura un enfrentamiento a cara de perro entre socialistas y ERC. Ambos se erigirán en los campeones en su espacio e intentarán arrebañar todos los votos, el voto útil, para contraponerse con su oponente directo. La encuesta así dibuja la situación: solo pueden ganar las elecciones socialistas o republicanos. Por tanto, ambas formaciones se han aprestado a lanzarse la caballería dejando en el ostracismo al resto, situándolos en el rincón de pensar. Empezó Junqueras en los primeros compases acusando al PSC de forzar en los tribunales las elecciones del 14F. Será así hasta el final, hasta que las urnas hayan hablado. Ni ERC buscará a JxCAT, ni se dejará buscar, ni los socialistas buscarán a los Comunes, ni al PP, ni a Ciudadanos. Solo tendrán ojos el uno para el otro.
La pregunta es si esta confrontación tendrá repercusión inmediata en la estabilidad del Gobierno de España y la del millón, ¿después del 14F en Cataluña qué? La táctica parece clara, confrontación al máximo para oscurecer a sus rivales directos, JxCAT en el mundo independentista pero barriendo del mapa a PDECat y PNC, y Ciudadanos, PP y Comunes, en el mundo constitucionalista. En ambos casos, dos agravantes. La CUP parece erosionar a los de Puigdemont, mientras que Vox se hace con una buena parte del pastel de Ciudadanos. Los Comunes son bombardeados desde ERC y PSC. Ambos quieren pescar desde la izquierda en los caladeros morados, que ante la falta de liderazgo de Albiach y la falta de imagen de Colau, pueden perder un puñado de votos, suficientes para llevarles al fondo del pozo, aunque hoy el CIS les daba un balón de oxígeno.
ERC y PSC no romperán con sus posiciones de diálogo, pero ambas querrán ser la formación que dirija el gobierno, la que aplique la hoja de ruta. Y para eso necesitan conseguir hasta el último voto de su espacio. La suerte está echada, salvo susto o muerte del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Lo único importante es que se hagan elecciones y se forme gobierno, porque Cataluña no puede permitirse más tiempo así. Después de 12 años de interinidad, de bloqueo, de decadencia, un nuevo gobierno es más necesario que nunca.
La incógnita está en el aire. PSC y ERC no soltarán prenda, pero, de entrada, buscarán la confrontación y rechazarán el frentismo, porque en la ciudadanía cala, o ha calado a juicio de las encuestas, que las elecciones deben ser ganadas por una formación que busque la salida, no que la empantane. El problema de ERC es que Aragonés no resiste la comparación con Illa. Por eso, los republicanos rezan cada día porque llegue de inmediato el tercer grado para Junqueras. Están convencidos que su participación electoral será el revulsivo que necesitan. Un revulsivo que en el PSOE lo representa el propio Pedro Sánchez, sin contar el “efecto Illa”. El que parece en fuera de juego es Puigdemont. Ya no es un revulsivo. Ciudadanos y PP tampoco lo tienen porque ni Casado ni Arrimadas están en su mejor momento, mientras que Vox y la CUP se están garantizando su espacio con el radicalismo de ambos lados y su discurso rompedor. Empieza la partida.