Si no surge ningún imprevisto, el próximo 20 de enero tomará posesión de su cargo la primera la vicepresidenta mujer y de color de la historia de Estados Unidos: Kamala Harris. Nacida en Oakland, California, de madre india y padre jamaicano, Harris se ha convertido en un motivo de admiración para miles de norteamericanos de origen indio que la consideran un ejemplo de éxito e integración en el país. Esta fascinación le ha venido como un anillo al dedo a la cineasta india Mira Nair, que el pasado diciembre estrenó en Estados Unidos Un buen partido (A Suitable Boy), una miniserie ambientada en los primeros años de la India postcolonial, donde la ilusión por crear una nación moderna chocó con una sociedad anclada en la tradición y las conflictivas relaciones entre hindúes y musulmanes, que hoy en día siguen siendo motivo de noticia.
Trailer de 'A suitable boy' /BBC
“Lo que tiene de especial Un buen partido es que muestra el extraordinario idealismo surgido en los 50 con la llegada de una India libre y las primeras elecciones, algo que aún no se ha mostrado en América”, explicó Nair en una entrevista con la revista online Variety en motivo del estreno de la serie, el pasado 7 de diciembre. (En España puede verse en Netflix). Nair está convencida de que la serie no solo conectará con una nueva audiencia en Estados Unidos gracias a su argumento, sino también a Kamala Harris, “ya que ha despertado más fascinación por eso de “de dónde venimos”, añadió.
Conocida en España por La Boda del Monzón (ganadora de un León de Oro en el Festival de Venecia, 2001), Mira Nair empezó su carrera como cineasta filmando documentales sobre la comunidad india y los problemas de integración racial en EEUU, y a lo largo de su carrera ha rechazado ofertas millonarias de Hollywood y Bollywood para perseguir con pasión sus proyectos e intereses personales. El último de ellos fue precisamente adaptar la novela del escritor indio Vikram Seth en la serie con el mismo nombre: Un buen partido. Seth, de su misma quinta, comparte con Nair su interés por indagar con ojo crítico en la creación de la nueva identidad india y realzar el valor de la cultura de su país, como la poesía clásica o la música.
Reflejo de la sociedad india
Un buen partido se sitúa en una ciudad del norte de la India a finales de los 50 poco después de proclamarse la independencia y tiene como protagonista principal a Lata, una joven estudiante de Literatura inglesa que se enamora de un chico musulmán. Esto provoca el rechazo de su madre viuda, que necesita casarla “bien” para poder garantizar la supervivencia de la familia. La presión social a la que se ve sometida Lata, una chica “moderna”, se convierte en un reflejo de la compleja sociedad india, marcada por las difíciles relaciones entre hindúes y musulmanes.
“Las semillas de buena parte de lo que estamos viendo hoy en India se plantaron en esa época”, lamentó Nair en una entrevista con el Financial Times el pasado agosto, poco antes de que se estrenase la serie en Reino Unido. Nair se refería al auge del ultranacionalismo hindú bajo el mando del actual primer ministro indio, Narendra Modi, del partido Bharatiya Janata Party (BJP). Precisamente la misma semana que se estrenaba la serie en EEUU, Modi celebraba en su país el inicio de la construcción de un templo hindú en el mismo lugar donde en 1992 una turba de fanáticos hindúes destruyó una mezquita (Babri Masjid).
Pocos días después, miembros del BJP reclamaron que se abriese una investigación a Netflix, alegando que la escena de un beso entre un hombre musulmán y una mujer hindú en el recinto de un templo era una ofensa intencionada a los sentimientos religiosos, algo que en India es considerado un delito criminal. ”Las relaciones entre hombres musulmanes y mujeres hindúes son vistas por los radicales del BJP como una 'jihad del amor', una ofensiva demográfica contra la mayoría hindú”, recordó la cineasta en la entrevista con el FT.
“Para mí era importante mostrar cómo el precioso sincretismo que hemos compartido durante generaciones en mi país está ahora siendo borrado activamente, sea en la cultura, el idioma, la música o las amistades”, aclaró Nair en una entrevista reciente con The New Yorker.
Uno de los temas que aparecen en la serie es la discriminación hacia la lengua y la cultura Urdu, el idioma de los musulmanes. Los fragmentos en Urdu se han mantenido en el idioma original, pero la serie fue rodada enteramente en inglés “para reflejar el mundo anglicanizado de la sociedad acomodada india en esa época. Un mundo muy real, que Vikram Seth supo retratar de forma bella y divertida”, comentó Nair a The New Yorker.
Europa, de Picasso, India, para mí
Más allá del conflicto religioso e ideológico, Nair ha aprovechado la serie para hacer un homenaje a la estética y el lujo de las mansiones indias, el mundo en que se crió. Nacida en el seno de una familia acomodada de Bhubaneswar en 1957, un año después de la independencia, Nair estudió en un internado en Shimla, capital de verano del Raj británico, en las montañas del Himalaya, y obtuvo una beca para ir a Cambridge, que rechazó por cierto resentimiento contra el Reino Unido. Terminó en Harvard, donde estudió cine documental. Sus primeros trabajos fueron documentales sobre la pobreza en su país y la inmigración india en EEUU, hasta que en 1988 dio el salto a la ficción con Salaam Bombay!, una película sobre los niños de la calle en Mumbai. En 1991 consolidó su trayectoria como cineasta internacional con Mississippi Masala, la historia de amor entre una inmigrante indio-ugandesa y un limpiador de moquetas afroamericano (protagonizado por Denzel Washington), que ganó el premio al mejor guión en el Festival de Venecia.
“De hecho, Kamala Harris podría ser la hija de los protagonistas de Mississippi Masala", señaló Nair en una entrevista con la radio NPR . “Finalmente, 30 años después, los jóvenes de hoy en día pueden darse cuenta de que Harris no es alguien que sale de la nada, sino de una cultura que lleva tiempo ahí y nadie ve”, añadió.
En sus entrevistas, Nair suele destacar que siempre se ha sentido atraída por aquellos que son considerados marginados en nuestra sociedad, “aquellos que han conseguido encontrar y preservar su propia voz”. También ha admitido ser una asidua practicante de yoga, práctica que ha influenciado en su manera de hacer cine: “el yoga me permite mantener la pasión y a la vez estar desapegada de ella. Todos mi trabajos son un intento de encontrar un equilibrio, de preservar a la vez brutalidad y ternura”, dijo al FT. Su próxima película, Amri, tendrá como protagonista a Amrita Sher-Gil, una pintora mitad india, mitad húngara, que vivió un momento de esplendor durante el periodo de entre-guerras, pero falleció de forma trágica a los 28 años. Su frase más conocida fue: “Europa pertenece a Picasso y Matisse, pero India me pertenece a mí”.