Encajes, volantes, costuras, rellenos... No hay duda de que la definición de lencería “sexy” contendría todas estas palabras si retrocediéramos un par o tres de décadas en el tiempo. Sin embargo, la incorporación en el mundo de la moda de una nueva generación de diseñadoras mujeres, sumada al impacto de movimientos feministas como el #MeToo, están transformando el concepto “sexy” en lo que se refiere a la ropa interior femenina.   

“Creo que ahora mismo lo “sexy” no tiene una definición concreta”, opina Sofia Luzón, diseñadora de lencería y profesora de moda en la Escuela Superior de Imagen y Diseño de Barcelona (Idep). Según Luzón, creadora de una marca de corsetería sostenible con su mismo nombre, el concepto tradicional de lo “sexy” ha estado hasta hoy muy ligado a la male gaze, la mirada masculina, que establecía lo que era o no sexy “dependiendo de lo que el hombre quisiera ver, lo que le produjera atracción sexual según el momento histórico”.

 

 

SOFIA LUZON fashion film 2019 / COSMOGONIA

“En cambio, en el mundo actual es cada persona la que decide qué es sexy para ella, y eso se refleja, por supuesto, en las prendas que escoge”, añade la diseñadora madrileña, que vive en Estocolmo, convencida de que existe una estrecha relación entre lencería y empoderamiento femenino, especialmente gracias a la incorporación de la mujer en el sector.

Las propias clientas como modelos

“En muchos casos, las nuevas marcas están creando ropa por y para la mujer: ellas son las que la diseñan, la manufacturan y, finalmente, la usan. Por eso, muchas de las nuevas tendencias tienen relación con las nuevas posiciones de la mujer en la sociedad, y se pueden relacionar con los avances en el empoderamiento femenino, o la aceptación de la propia sexualidad”, añade Luzón.

Prendas de la colección ´Eos´ de la diseñadora Sofía Luzón / BEATRIZ MALDONADO

Así, mientras en los años 90 triunfaban marcas como Wonderbra, con sus famosos sujetadores con push up, Victoria’s Secret o los modelos glamurosos de Agent Provocateur, hoy en día el sector cuenta con nuevas marcas más pequeñas que, a diferencia de los grandes gigantes de la industria, no están fundadas por hombres sino por mujeres, personas no binarias o trans, con orientaciones sexuales muy variadas. “Con ello, se ha conseguido ampliar la diversidad en el mundo de la moda, y de la lencería en particular”, explica la docente del Idep, poniendo como ejemplo marcas como The Underargument: “Para sus campañas utiliza como modelos a sus propias clientas, y no las escoge por su aspecto físico sino por las historias personales que cuentan, muchas de ellas desafiando las concepciones tradicionales de belleza y sexualidad". 

Otra marca que ha sabido reflejar este cambio de paradigma es Les Girls Les Boys, creada por Serena Rees, la misma diseñadora que creó Agent Provocateur.  “Los 90 fueron diferentes. Por aquel entonces queríamos comunicar que está bien ser sexy y querer expresar tu sexualidad, pero las cosas han evolucionado”, comentó Rees en una entrevista reciente con la BBC. Según Rees, hoy en día existe una sexualidad mucho más libre, y por eso decidió apostar por una nueva marca de estética más casual, “de la calle a la cama”, apta para todo el mundo.

No sólo para atraer al hombre

“Hay quien se siente sexy en prendas que construyen una imagen femenina y delicada, mientras que para otras lo sexy es una imagen que transmita otro tipo de conceptos, por ejemplo, seguridad en una misma, atrevimiento, o incluso una imagen que no tenga que ver con los roles de género tradicionales”, opina Luzón, convencida de que este cambio de paradigma tiene mucho que ver con el movimiento #MeToo y el activismo de los grupos feministas y LGBTQ. “Al fin y al cabo, la moda siempre está influida por la sociedad en la que se desarrolla”, admite. Y en el mundo de la lencería en concreto, este cambio se vio reflejado en la caída de la marca Victoria’s Secret, “cuyo famoso desfile podríamos decir que era el epítome del concepto tradicional de 'sexy'”, añade.

Una pieza de la colección ´Ondina´ de la diseñadora Sofía Luzón / BEATRIZ MALDONADO

La profesora del Idep señala que el declive de Victoria’s Secret  se debe principalmente a que ha dejado de conectar con sus consumidoras: “Su imagen y sus campañas de márqueting han seguido muy enfocadas a esa mirada masculina que ha dejado de ser la dominante, y no se han adaptado a los cambios sociales. No han sabido ver a tiempo que la lencería ya no es sólo algo que la mujer se pone para atraer al hombre, sino que ha adquirido muchas más facetas que no están necesariamente relacionadas con la dinámica sexual tradicional”, opina.

Expresar nuestra personalidad

El cambio de paradigma en el sector de la lencería explica que en los últimos años haya cobrado fuerza una tendencia más sport y minimalista, con diseños simples enfocados principalmente en la comodidad: “Una tendencia que ha llegado para quedarse, especialmente ahora que mucha gente trabaja desde casa”, explica Luzón.

Prendas de la colección ´Ondina´de la diseñadora Sofía Luzón / BEATRIZ MALDONADO

Sin embargo, existe a la vez una fuerte tendencia hacia diseños elaborados, con encajes intrincados y detalles “que no describiríamos necesariamente como prácticos o cómodos”, comenta la experta en lencería. “Esta última tendencia viene de esa nueva visión de la lencería como algo que te tiene que gustar a ti, la persona que la lleva puesta”, añade la diseñadora. “Ya no es una prenda puramente funcional ni algo reservado para la seducción, sino un accesorio que podríamos equiparar a una pequeña pieza de joyería: un capricho que puedes darte cada día, para sentirte bien en tu propio cuerpo incluso aunque nadie más se vaya a dar cuenta”, dice.

Y concluye: ”A día de hoy, la lencería es una forma de expresar nuestra personalidad, creatividad, nuestros deseos: es algo que nadie ve y puede ser exclusiva para nuestro propio disfrute”.