Si la pandemia de Covid no hubiera llegado para quedarse, hoy estaríamos a pocos días de que se inaugurase en Barcelona la séptima edición de la African Fashion Week, la pasarela de moda africana fundada en 2013 por la emprendedora Lucre Mba Ndong.
Nacida en Ajab, una pequeña aldea de Guinea Ecuatorial, Lucre emigró a Barcelona con sus padres cuando tenía ocho o nueve años y desde entonces no ha vivido en otro lugar que no sea esta ciudad. “Me siento muy guineana, por herencia de mis padres, pero a la vez muy barcelonesa”, explica Lucre en una entrevista por email. “Lo bueno de tener dos culturas es que te hace mucho más rica y abierta de mente. Te vuelves una persona más empática y puedes seleccionar lo mejor de cada una”, añade la emprendedora afro-barcelonesa, recordando sus primeros años en nuestro país. “La verdad es que tuve una infancia feliz”, comenta, refiriéndose a sus años de estudio en un colegio de Sant Cugat, de donde todavía conserva buenas amigas. “Cuando llegué a Barcelona había muy pocas niñas afro y mi presencia causaba mucha curiosidad”, se ríe.
African Fashion Week de Londres en 2019 / AFW LONDON
No obstante, el hecho de haber nacido fuera de África hizo despertar en ella un creciente interés por su país de origen, donde solía pasar los veranos, y por ese motivo, al terminar los estudios de Marketing y Administración de Empresas, decidió crear SOS África, una asociación africadedicada a promover “una imagen de África más positiva, ser un poco como una inyección de orgullo para los africanos que crecen fuera de su país”, explica.
“Nunca me ha gustado el marketing que se utiliza para “vender” el continente africano. Por ejemplo, siempre se dice que África es pobre, cuando en realidad está empobrecida”, dice la fundadora de SOS África, convencida de que hay que contemplar otras estrategias para revalorizar el continente africano, en especial, su cultura. Una de las primeras estrategias adoptadas por su asociación en Barcelona fue la organización del festival Afrocaña, un acontecimiento internacional dirigido a promover la cultura “afro” originado en África y el Caribe. Lucre recuerda que, para enriquecer el festival, el equipo de SOS África se puso a buscar posibles participantes de otros países europeos, “donde el potencial cultural africano es mucho más alto”. Y así fue como descubrió la pasarela Africa Fashion Week, un evento que ya se estaba organizado en Londres París, Berlín y Nueva York, pero nadie hasta ahora había apostado por llevarla a cabo en Barcelona.
Lejos de ciudades como Londres o París
“Fue toda una novedad en esta ciudad”, recuerda Lucre de la primera edición de la Africa Fashion Week Barcelona, que tuvo lugar en noviembre de 2013. La pasarela se celebró durante seis años seguidos, hasta que en 2019 tuvo que ser suspendida por falta de patrocinadores. “Siempre nos fue complicado encontrar patrocinadores. A diferencia de otras ciudades europeas, aquí la gente piensa que la cultura africana no está en el mismo nivel, que la literatura, el cine o la moda africana es para los africanos”, se lamenta Lucre. Este año tampoco podrá celebrar su pasarela de moda, pero no piensa tirar la toalla. “Este tipo de eventos siguen siendo necesarios porque las grandes pasarelas internacionales no tienen en cuenta a los diseñadores africanos. Y hay que darles el sitio que se merecen, más reconocimiento y visibilidad, y al mismo tiempo promocionar a todos los modelos afros”, comenta.
En un mundo cada vez más globalizado, en el que los gustos y modas se uniformizan, Lucre destacaría a los diseñadores africanos por su creatividad y talento: “Saben sacarle provecho a cualquier material y confían en sus diseños, porque el africano no tiene miedo a la hora de vestirse”, añade la emprendedora afro-barcelonesa, que se define como una persona optimista y esperanzadora: “Espero que podamos volver pronto a nuestras vidas”, dice, en referencia a la pandemia de Covid. “Y aunque estoy bastante confundida con toda la información que recibimos --hoy te dicen una cosa, mañana ya es otra-- tengo muy claro que hay que cuidarse y cumplir con las normas pertinentes”, añade la emprendedora barcelonesa, madre de dos hijas.
Para ellas, segunda generación de africanos en Barcelona, “las oportunidades y perspectivas de futuro han cambiado bastante en comparación a cuando yo era joven”, opina Lucre. “Para empezar”, añade, “la comunidad africana se ha multiplicado y ser una joven afro ya no despierta la misma curiosidad “sana e inocente” que hace 30 años”. Aún y así, remarca, las oportunidades profesionales para los africanos siguen siendo igual de escasas, especialmente en España, donde todavía queda mucho por hacer para lograr el nivel de ciudades como Londres o París.
La diferencia de 'caminar rápido'
“Podría hacerse mucho más por dar a conocer la diversidad de la cultura africana: sus escritores, pintores, diseñadores, etc. África es cuna de inspiración”, insiste esta barcelonesa de adopción, convencida de que el primer lugar para promover la cultura africana son las escuelas. “En Barcelona todavía hay gente que me pregunta si hablo el africano, como si África fuera un país”, se ríe. También le ocurre a menudo que la gente le pregunta “¿de dónde eres?” solo por su color de piel, y se sorprenden cuando les responde en perfecto catalán: “soy de aquí”.
“En África me ocurre algo parecido, pero no por el tono de voz, sino por mi acento español y mi caminar rápido”, añade Lucre, que suele viajar a Guinea Ecuatorial cada dos años. “Me gustaría viajar a África más a menudo, como cuando era pequeña y mis padres me pagaban el billete”, bromea. Lo que más echa de menos de su país de origen es su familia, en particular a su madre, pero también las lluvias tropicales. “Me encanta la lluvia”, explica la emprendedora. Otro de los aspectos de la cultura africana que ha querido llevar siempre con ella son la hospitalidad y “ese respeto que se le tiene en África a los ancianos”. Lucre, que habla con fluidez el castellano y el catalán, además del inglés y su lengua materna, está convencida de que una de las mejores cosas que le puede pasar a cualquier persona es hablar varias lenguas: “Las personas que estudian lenguas son personas inquietas, con mente abierta y curiosas. Aprender idiomas nos acerca a otras culturas y nos abre nuevos horizontes”, concluye.