Deslegitimar la propiedad está siendo un logro de Ada Colau, Pablo Iglesias y de una secuencia de flaquezas legales, tan propias del buenismo, que acaban por ser cobijo de la delincuencia y el narcotráfico. La aparición de organizaciones desokupa responde al viejo efecto de acción-reacción. Mientras la Fiscalía de General del Estado ordena por sentencia más prontitud en las desokupaciones, Quim Torra ha pretendido amparar al máximo la okupación judicializada incluso en caso de denuncia. La crisis de autoridad en Cataluña llega a esos extremos, lo más alejados posible de la casa i l’hortet que prometía Francesc Macià. ¿Por qué motivo, sea de orden social o moral, un propietario no ha de tener el derecho a mantener una casa vacía? A estas alturas, los cambios normativos se quedan cortos.
Para el buenismo subvencionado de Ada Colau, el okupado viene a ser un ser sin alma que tiene en propiedad una vivienda incumpliendo la afirmación de Prudhon: la propiedad es un robo. Por eso okupar es un derecho humanitario mientras que el okupado representa la coacción y el abuso. En un país de propietarios, en un Estado de Derecho, este exceso es una brecha insostenible. Lo inexplicable es que prefiera ignorarse que la ciudadanía paga sus impuestos y cumple con sus deberes fiscales para que el Estado disponga de fondos destinados --por ejemplo-- a políticas sociales que cubren la asistencia de todos. Por un cúmulo de factores, no pocos lindantes con la alegalidad, las okupaciones ya han aumentado en casi un 60%. Es frecuente la utilización de menores para la perpetuación okupa como es frecuente que el okupa quiera cobrar del okupado y desalojar.
El aumento de la acción okupa algo tendrá que ver también con la inmigración incontrolada. Precariedad y mafia, venta de drogas, buenismo, todo se suma para deslegitimar el sentido de la propiedad. La propiedad está vinculada a la libertad, a esfuerzo individual, el ahorro, el afán de arraigo, con la voluntad de transmitir un patrimonio a los hijos. La urgencia del desalojo exprés, como de restablecer el legítimo derecho del denunciante, requiere de urgencia acabar con la distinción entre residencias primeras o segundas. El seguro antiokupa es el reconocimiento de un fracaso en la protección de la propiedad.
En Francia, está en curso una iniciativa legislativa para defender la impotencia de los propietarios frente a la impunidad de los “okupas” porque un simple justificante de recepción de una pizza --cuenta Le Figaro-- puede servir como prueba de una presencia de más de 48 horas. En el swinging Londres barrios enteros estaban ocupados por los “squatters”, lo que deterioró la ciudad hasta que fue posible la gentrificación. En gran medida, la ideología del okupa es un acto de coacción.