Iniciamos el periodo de las vacaciones estivales del mes de agosto sumidos en el desconcierto de los rebrotes de una pandemia que se niega a abandonarnos y que emite señales de no estar controlada. En Cataluña se suma la confusión y el enfrentamiento del mundo secesionista en una campaña electoral permanente, a una situación de profunda crisis económica. El secesionismo catalán acumula un profundo desconcierto estratégico derivado de una sucesión encadenada de fracasos, al que habría que sumar las tensiones de un proceso electoral que nunca termina de concretarse. Fracasos acumulados, mitos que se derrumban, incertidumbre generada por un proceso electoral inacabable.
En una Cataluña golpeada por el Covid 19 con los líderes “procesistas” instalados en el “ho tornarem a fer”, dispuestos a conducir de nuevo al país a la confrontación y a la parálisis económica, resulta evidente el derrumbe de los mitos secesionistas. El complejo entramado del edificio secesionista se apoyaba en el falso mito de que “solos, lo haríamos mejor”, la realidad ha dejado patente que al Govern de Cataluña no se le puede dejar solo.
El despropósito y la incompetencia ha marcado la gestión del Departament de Salut de la Generalitat donde ha destacado la incapacidad de la titular del Departament para ocupar ese cargo. En sus obsesiones identitarias, parece que la gran preocupación del Govern no son los miles de casos de Covid-19 que se están produciendo en los últimos días, sino la posibilidad de que el Gobierno de España tenga que intervenir para ayudar a controlar la propagación de los brotes.
El “procés” se inició para construir la Dinamarca del sur de Europa, la realidad una década después es que la economía catalana es mucho más frágil, Cataluña ha perdido centros de decisión estratégicos de empresas punteras, ha caído el gasto social, se ha acentuado la desindustrialización como consecuencia de la pérdida de competitividad de las empresas, el PIB catalán sigue retrocediendo en el marco de la economía española y estamos en la cola de la inversión en innovación tecnológica.
Otro mito que se ha resentido, es el “castigo” a Cataluña en el campo de las infraestructuras. Avanzan las obras del corredor mediterráneo y sin embargo el actual Govern no ha manifestado ningún interés en su activación y seguimiento. Se toman decisiones polémicas y más que discutibles, como la aprobación por el Parlament de la nueva "lanzadera" para la conexión ferroviaria con el Aeropuerto del Prat, que sería operada por FGC. Sin embargo, lo más razonable desde el punto de vista operativo y de la sostenibilidad económica del proyecto sería la conexión ferroviaria de la línea R4 de "rodalies" con el Aeropuerto.
La permanente instrumentalización propagandística de los “acuerdos nacionales”, como el Acord Nacional de Bases per a la reactivació económica amb protección social, genera serias dudas al reiterar por enésima vez contenidos de otros planes, así como por su indefinición presupuestaria, lo que nos recuerda demasiado al inoperante, Pacto Nacional por la Industria. Su presentación mediática intentó contraprogramar el Acuerdo de reconstrucción europeo firmado por los Gobiernos de la UE el pasado 21 de julio para hacer frente al impacto del Covid-19 en la economía europea.
En estos últimos años de excitación patriótica por parte del secesionismo, se derrumba el falso mito de un “sol poble”. Intento abortado de imponer la uniformidad y la unanimidad a una sociedad tan compleja, heterogénea, mestiza, culturalmente bilingüe y de fuerte tradición democrática como la catalana. Cada vez es más rechazable la deriva totalitaria de un “movimiento” como la ANC, cuya ideología nos recuerda a aquella que definía a la comunidad nacional como “unidad de destino en lo universal”.
A la vuelta de las vacaciones estivales nos espera la aceleración del enfrentamiento entre el mundo post-convergente fracturado en múltiples piezas y una ERC debilitada por el fracaso de sus consejeros en áreas de gestión muy afectadas por los efectos negativos de la pandemia. La capacidad de gestión de los cuadros de ERC sigue generando serias dudas entre los ciudadanos de Cataluña. Por contra el hombre de Waterloo no apuesta por la gestión de la realidad, sino que basa su acción “política” en la fe irredenta de sus partidarios, es ahí donde gana la batalla a su rival Junqueras, el “bondadoso irascible”.