Parece como si la grave emergencia sanitaria que hemos sufrido solo haya servido a los partidos de derechas y ultraderechas españolas, PP y Vox, y a la catalana de JxC, para fortalecer sus ataques contra el Gobierno del Estado en lugar de colaborar con él en la lucha contra la pandemia. La situación de emergencia y el estado de alarma solo han provocado el incremento sectario e irresponsable de las derechas atacando en todo momento la actuación de las autoridades del Estado.
Para las derechas españolas el objetivo es desgastar al Gobierno de coalición intentando un fracaso que les permita su retorno al poder. En cuanto al Gobierno de la Generalitat ha destinado toda su acción a continuar priorizando su apuesta independentista tratando de marcar perfil propio cuestionando todas las actuaciones del Ejecutivo central y planteando alternativas imposibles e inviables contrarias a las que este aprobaba.
Las actuaciones de los líderes de las derechas Casado, Abascal, Díaz Ayuso y Torra han ido más allá de todo lo exigible a unos responsables políticos y han actuado de forma sectaria y sin ningún escrúpulo al aprovechar una situación realmente grave e inesperada en todo el mundo para atacar la actuación del Gobierno. Desde las derechas españolas se le ha llegado a responsabilizar de las muertes causadas por la pandemia. Por su parte, el Govern de Torra no ha tenido suficiente con decir que una Cataluña independiente lo haría todo mejor sino que incluso ha dicho que “Madrid es la muerte”.
Es interesante ver en ambos casos como las derechas no aceptan ninguna corresponsabilidad en la crisis sanitaria obviando dos hechos: a) que la sanidad en España está en gran parte afectada por los recortes efectuados por los gobiernos del PP y de CiU y JxCat ; y b) que a pesar de la dirección del Gobierno del Estado las CCAA siempre han sido las responsables de gestionar la sanidad. En todo el debate las derechas han obviado no tan sólo corresponsabilizarse con el Gobierno de la crisis sanitaria haciendo piña con él en el Congreso de los Diputados sino que ni siquiera se hacen responsables de sus errores en las comunidades autónomas que gobiernan. Y hay que destacar que Madrid y Cataluña gobernadas una por Díaz Ayuso con un gobierno del PP y C,s con el apoyo de Vox, y Cataluña gobernada por Torra con JxC y ERC han sido los dos principales “focos” de la epidemia.
Las políticas llevadas a cabo por las derechas tienen mucho que ver con una serie de conceptos intrínsecos a sus planteamientos. Las derechas tienen muy arraigada una concepción patrimonial del poder político. Para las derechas españolas, España es suya. Para la derecha catalana es Cataluña la que es suya.
Las derechas españolas han sido incapaces de abandonar su herencia del franquismo. Durante la transición y el advenimiento de la democracia estuvo un largo tiempo en hibernación política. Solo años después de la creación del PP y bajo la dirección de José María Aznar vuelve a plantearse exigir lo que consideran que les corresponde, el poder del estado. Hay que ver como con posterioridad a los gobiernos de Aznar y bajo su influencia ideológica la derecha española nunca ha reconocido las victorias electorales de las izquierdas. Ni la de Zapatero que atribuyeron a un contubernio después del atentado del 11-M, ni el triunfo de la moción de censura, ni el Gobierno plural de las izquierdas. Para la derecha todos ellos han sido calificados de ilegítimos cuando no directamente de ilegales.
En el caso de Cataluña la mayoría de la derecha catalana estuvo con el franquismo, sólo una pequeña fracción, minoritaria dentro de la oposición democrática, representaba la derecha nacionalista. Con la llegada de la democracia en Cataluña había un sentimiento mayoritariamente de izquierdas que se plasmó en las primeras elecciones al Congreso de los Diputados. Ante la posibilidad de una mayoría de izquierdas en el gobierno autonómico Suárez efectuó la operación Tarradellas que privó a la izquierda de tener el poder en la Generalitat. Posteriormente a la Generalitat provisional, las elecciones autonómicas determinaron el triunfo de Jordi Pujol con el apoyo del UCD y de ERC. Esto comportó el inicio del pujolisme, un largo periodo que abarca desde 1980 hasta finales del 2003 durante el cual la derecha reagrupada de forma mayoritaria en la derecha nacionalista creó toda la infraestructura institucional, mediática, de poder social y de hegemonía ideológica en torno a un idealismo nacionalista que perdura hasta ahora con la excepción del breve periodo del tripartito. También la derecha nacionalista tiene una concepción patrimonial que le hizo exclamar después del triunfo del tripartito: “Nos han echado de casa”.
Todas las derechas tanto españolas como catalanas tienen un ideario basado en el más puro liberalismo económico puesto que son las representantes de las clases más acomodadas, pero este ideario básico lo camuflan bajo otras premisas que les permiten aglutinar a varios sectores sociales. Junto con el liberalismo económico y la defensa de un Estado reducido con sistemas fiscales y de protección social igualmente reducidos añaden varias características como son el nacionalismo identitario que podríamos calificar de patrioterismo (para unos España, para otros Cataluña), la vinculación religiosa, la creación de una falsa realidad histórica que se pierde en los tiempos (España el primer Estado del mundo o la Cataluña milenaria) y un rechazo del diferente y del cosmopolitismo, entre otros.
A pesar de que son antagónicas, la derecha nacionalista española y catalana se retroalimentan y tienen más aspectos sinónimos que diferenciales en cuanto a los conceptos.
En el caso catalán merece mención aparte ERC, fiel representante de la pequeña burguesía y las clases menestrales nacionalistas catalanas. Pocas veces en los últimos 40 años ha hecho honor a su nombre de izquierda, impresionados por el peso del nacionalismo conservador de CIU y sus herederos han sido siempre un satélite subalterno de estos en Cataluña, con una mezcla de envidia y de complejo de inferioridad. ERC es un partido que “quiere y no puede” respecto a los neoconvergentes, los quiere sustituir pero no puede obviar su influencia en el mundo nacionalista. Por eso siempre ha sido un partido poco de fiar para las izquierdas catalanas.
Las derechas españolas y la catalana se asemejan tanto que incluso en ambos casos cuando lo consideran necesario llaman a sus fieles a saltarse las normas legales. Lo hemos visto en Cataluña con el procés y ahora lo vemos en la derecha española gritando a tomar la calle a los borjamaris de los barrios acomodados en plena situación de emergencia sanitaria
Este es el estado de cosas que ha hecho unirse en el no a las prórrogas del estado de alarma al PP, Vox, JxC y ERC en contra del Gobierno de coalición progresista, aunque ERC se abstuviera en la última.