Hoy tengo un dilema porque hay varias cuestiones importantes de actualidad. Una de ellas es la desescalada, y es que ya vemos la luz tras este túnel de casi tres meses de estar confinados. Pero una vez superado el tsunami de la pandemia, aparece el caradura del rey emérito con sus manos largas que nos avergüenza hasta los que no somos monárquicos (en España no existen monárquicos, yo lo era de Juan Carlos I cuando se aprobó la Constitución de 1978 y se produjo el 23F). Sin embargo, nos ha decepcionado por igual, sean de derechas o izquierdas, incluido a la profesional reina emérita Sofía, que 'pasa' con razón de su marido.
Yo soy republicano de Felipe VI. Me carga Juan Carlos I, que no sólo ha engañado a su mujer sino a todos los españoles.
Tenía un presidente de la Revista del Vallés que dirigí casi treinta años, que pasaba todos los veranos en Palma de Mallorca, Pere Viaplana (q.e.d) que le tenía manía y siempre le ponía de chupa de dómine, y me decía que era un profesional de la infidelidad. Tenía buenos contactos con la sociedad mallorquina. No lo creía porque sabía que su antipatía no solamente era política, pero tenía razón.
De todos modos, no podemos dejar de lado el asunto del Covid. Conozco desde un cuarto de siglo al ministro de Sanidad, Salvador Illa, cuando era alcalde de la Roca del Vallès. Comí un día con él, y vi que no era alcalde socialista-nacionalista, que no tenía dos almas como algunos ex lideres del PSC, cuyo paradigma es Ernest Maragall.
Desde ese día me cayó bien, y hoy forma parte de mi club de lectores. Es un buen tipo, y espero que suceda a Miquel Iceta, porque en política no se puede se equidistante. Sé apreciar lo que hacen bien los no afines, y yo soy liberal en el sentido positivo de la palabra, no en el político.
No me gusta Pedro Sánchez, especialmente tras haber pactado con la banda de Podemos, pero tampoco soy de la secta de Federico Jiménez Losantos. Yo no critico a Salvador Illa, mientras dure la pandemia, porque no estoy en la línea del bocazas Casado.
De hecho, como soy un carroza, añoro la generación de mis padres, la de Constitución de 1978, los políticos de entonces.