Para muchos padres, y especialmente para las madres, los meses de reclusión han sido motivo de estrés, cansancio y agobio. A la presión de tener que teletrabajar y mantener el rendimiento laboral por miedo a ser despedida, se ha sumado la obligación de tener que preparar comidas y controlar que los niños se conectaran a las clases online, siguieran el temario de la escuela e hicieran los deberes. Si el confinamiento pudiera considerarse un primer contacto con el llamado Homeschooling, o Educación en Casa, muchos padres españoles no tendrían duda de que esa opción no es para ellos.
Sin embargo, los practicantes de este movimiento educativo, que opta por educar a los niños en casa en lugar de llevarlos a la escuela, defienden que la experiencia vivida por muchas familias durante la pandemia de Covid tiene muy poco que ver con lo que ellos hacen:
“Uno de los mitos del Homeschooling es que los niños se pasan el día encerrados en casa y no hay nada más lejos de esta realidad”, explica Maria Bellmunt, ex presidenta de la Coordinadora Catalana pel Reconeixement i la Regulació del Homeschooling, asociación que lucha por acabar con el “vacío legal” que sufre esta opción educativa en Cataluña, y en toda España en general.
Los niños, "lo mejor que tenemos"
Bellmunt, maestra y madre de cinco hijos, explica que uno de los motivos principales por los que algunas familias deciden educar a sus hijos en casa es, precisamente, conseguir que “tengan contacto con el mundo real” en lugar de pasarse el día encerrados en una escuela:
“Mis hijos y yo nos pasábamos el día fuera de casa, visitando museos, fábricas, paseando por el barrio, hablando con la gente…”, recuerda Bellmunt, que actualmente es fundadora y directora de una escuela rural en Llinars del Vallès.
Otro aspecto fundamental del Homeschooling, según sus defensores, es que ha de contar con la motivación y la implicación de los padres, “algo que no se ha dado en esta situación de confinamiento, donde muchos padres se han visto obligados a teletrabajar y educar a sus hijos en contra de su voluntad”, señala Bellmunt.
Maria Mateo, madre de dos niños y fundadora de la plataforma educativa Cuentos para Crecer, no es una defensora del Homeschooling, pero sí cree que la experiencia del confinamiento ha resultado ser muy positiva, porque ha puesto de manifiesto la necesidad de repensar el currículum escolar, así como el papel activo de la tecnología, pero sobre todo porque ha generado la oportunidad de compartir la tarea de educar entre padres y maestros, y ha empoderado a los niños. “En general, los niños nos han dado una auténtica lección en muchos aspectos: resiliencia, adaptación al cambio y también de responsabilidad ante una tarea. Los niños son lo mejor que tenemos”, dice Mateo.
Valores como empatía o liderazgo
El Homeschooling, según la experta en educación barcelonesa, “en algunos casos puede ser una gran opción, pero en mi opinión, la escuela es mucho más que un lugar donde aprender mates o historia, es también un lugar de aprendizaje social importantísimo”, añade.
Los defensores de la Educación en casa, sin embargo, defienden que el modelo educativo presencial --la escuela-- no ayuda a mejorar la sociabilización de los niños, sino más bien al contrario.
“Sociabilizar no consiste en entrar en un aula y tener relación con chicos de tu edad, significa conocer a la sociedad de verdad, tener contacto con ancianos y niños de otras edades, visitar museos, viajar…”, dice Sergio Saavedra, portavoz de la Asociación por la Libre Educación, la organización que defiende la regulación del Homeschooling en el territorio español.
Bellmunt critica además que en la escuela se desarrollan relaciones patológicas, “bullying, violencia, competencia... y en cambio no se desarrollan suficientemente otros valores como empatía, liderazgo y capacidad de socialización con gente de todas las edades”, dice. Y añade: “Que los niños escolarizados en casa no socializan es un cliché”.
Mateo, sin embargo, cree que la escuela como espacio social es necesaria: “los amigos, las peleas , las disputas… somos animales gregarios, no hay que olvidarlo”, comenta la empresaria, convencida de que hay que tratar a los niños como ciudadanos de pleno derecho: “son capaces de mucho si les damos responsabilidad”, dice.
El mayor reto que afrontan los defensores del Homeschooling en España es la existencia de un vacío legal. La Ley Orgánica de Educación no prohíbe la educación libre fuera de la escuela pero, a diferencia de otros países europeos, no provee de las estructuras necesarias para regularla y monitorizarla debidamente, haciendo más complicada la convalidación de títulos académicos o la simple existencia de un registro oficial de las familias que educan a sus hijos en casa.
Una opción "válida"
“Este año nos hemos marcado como objetivo asegurar que los protocolos públicos nos diferencien al menos de las familias con niños absentistas o que han abandonado la escuela”, explica Carlota Sala, actual presidenta de la Coordinadora Catalana. Aunque la ley catalana es bastante pionera en este campo (el artículo 55 reconoce el derecho a la escolarización en casa --un derecho pensado especialmente para niños con dificultades de aprendizaje, o viviendo en el extranjero--), no existe un registro oficial de los niños educados en casa, “ni tampoco marca pautas concretas sobre cómo debe hacerse, ni cómo debe ser controlada y monitorizada dicha educación”, añade Bellmunt.
Según la pedagoga catalana, “el Homeschooling requiere la supervisión de un tercero, que asesore y evalúe de forma externa al alumno, como hacen por ejemplo en Reino Unido. “Los padres necesitan un feedback externo, saber cómo evoluciona el niño, porque se les pueden escapar cosas, especialmente a medida que van haciéndose mayores”, comenta Bellmunt. En la secundaria, por ejemplo, “el aprendizaje requiere conocimientos y espacios específicos (laboratorio, polideportivo...) que no todas las familias pueden ofrecer”, añade Bellmunt.
En Cataluña hay cerca de 500 familias que practican el homeschooling, según estudios de la coordinadora catalana, “aunque las cifras son muy subjetivas, porque no hay un registro oficial”, comenta su presidenta, que vive con su pareja e hijos en una casa aislada en la montaña. Siguen siendo un grupo muy minoritario de la población, aunque Sala cree que el confinamiento ha servido para que algunos padres hayan contemplado por primera vez la escolarización en casa como una opción válida: “han visto que en casa se puede aprender, que en realidad no es tan difícil, y que tampoco significa que los niños no vayan a socializarse, como dicen los críticos”, comenta la presidenta de la Coordinadora.
Un sistema más motivador
Sala asegura que en durante las últimas semanas, “muchos padres nos han preguntado cómo nos organizamos, si seguimos el currículum escolar normal, si hay material para guiarlos…”. De momento, ante la falta de una regulación más estricta, Sala siempre dice lo mismo: “Hay tantas formas de educar como familias”. Ella, personalmente, ha optado por impartir una educación totalmente libre para sus hijos, sin seguir el curriculum escolar, y es consciente de que no podrán optar al título de secundaria hasta que cumplan los 18 años y puedan pasar el examen de secundaria para adultos.
“Cuando se trata de menores, la ley española solo permite la obtención de títulos académicos a los hijos de casos específicos --artistas internacionales, gente que viaja, los que antes se llamaban “hijos del circo”-- que siguen un programa de escolarización especial a distancia, siguiendo el currículum escolar”, comenta Sala.
Si hay un aspecto en que los expertos en educación infantil coinciden, es que el confinamiento ha puesto de manifiesto la necesidad de cambiar el currículum escolar y potenciar el aprendizaje transversal, más motivador, que consiga hacer la educación más interesante.” Lo único que ha conseguido el confinamiento es obligar a las escuelas a enviar contenidos en otras plataformas, pero no a cambiar la forma de enseñar”, dice Saavedra, uno de los pocos hombres que protagonizan el movimiento Homeschooling: “Es natural que haya más mujeres, ellas han estado mucho más implicadas siempre en la responsabilidad educativa de los niños, aunque poco a poco se van rompiendo tabúes, a medida que la madre se libera y van apareciendo nuevas estructuras familiares”, reconoce Saavedra.
Para Bellmunt, que haya más mujeres defensoras del Homeschooling es un motivo de orgullo, siempre y cuando la mujer que decide no trabajar para quedarse en casa educando a sus hijos “lo haga fruto de una decisión libre y apasionante: significa que esa mujer no quiere perderse ni un solo minuto de la vida de su hijo, quiere estar con él cuando lo está criando y enseñando, que en el fondo, es lo mismo”, concluye Bellmunt.