Cuando el paro se ha disparado y no sabemos cuál será su techo, cuando las ayudas no solo para la supervivencia de los negocios sino, también, para la propia subsistencia de las personas son imprescindibles y más que necesarias, es lícito preguntarse si esto del posible cierre de Nissan es tan importante. Sin duda lo es.
No se trata, solo, del posible cese de actividad de unos 3.000 empleados cualificados lo cual es una tragedia en sí misma pero que con la que está cayendo todo se relativiza, sino que estos 3.000 empleos se ven multiplicados al menos por siete puertas afuera al afectar a los proveedores y estos 22.000 empleos cualificados tienen un claro impacto en las economías locales pues no consume lo mismo una familia con unos ingresos correctos que la que depende de un subsidio. Y más allá del empleo directo, indirecto e inducido, el sector del automóvil también es fuente de conocimiento, de intercambio cultural y de importantes ingresos fiscales, además de constituir un equilibrante de la balanza import--export. Sí, el sector del automóvil es tremendamente importante para la economía nacional se mire por dónde se mire.
Por esta importancia todos los Estados miman la industria, y la industria se deja querer. En algunos casos el Estado es accionista directo del fabricante, como ocurre en Renault o en Volkswagen, y en casi todos reciben ayudas sea de manera directa, sea a través de exenciones o incentivos a ciertas actividades. Antes del estallido de la actual crisis Bruselas miraba con lupa las ayudas, aunque sabía que existían y las permitía, ahora la lupa, como tantas otras cosas, está rota y todos los Estados se vuelcan en proteger una de las industrias más importantes.
La crisis de Nissan es muy importante en sí misma y, también, porque puede marcar un antes y un después en la industria del automóvil español. Si se consuma el cierre será el primer caso en España ya que los casos anteriores (Santana e Irisbus) han tenido “muertes dulces”, poco a poco y casi sin enterarse, lo mismo que otros centros que han dejado de ensamblar para convertirse en fábricas de componentes. Nunca, hasta la fecha, se había vivido una situación igual y es muy importante cómo se reaccione.
Y hasta la fecha se está reaccionando bien, mostrando una imprescindible unidad entre las administraciones, porque sí, están unidas ante esta emergencia, y con unos sindicatos extraordinariamente responsables y en su lugar. En ese entorno hay que entender el aviso del Secretario General de Industria, España es un Estado serio al que nadie puede menospreciar ni engañar. Y, además, la reflexión de fondo es más que acertada, cerrando Barcelona Nissan sale de la Unión Europea, lo cual debería tener consecuencias.
Nissan está mal, no es un secreto, pero debe ser muy consciente de la consecuencia de sus actos. Ha solicitado 500.000 millones de yenes a los bancos, con apoyo estatal en gran medida. Utilizar un tercio de esos 4.300 millones de euros en cerrar su única planta de ensamblaje en territorio de la Unión Europea, con un retorno vía ahorros superior a los siete años cuando puede emplear menos de la décima parte en pensar en un nuevo futuro, probablemente enfocado en la movilidad eléctrica, no parece que sea una decisión racional. Si la acaba tomando es que está desesperada o secuestrada por Renault, algo que aparentemente era lo que quería evitar la nueva dirección mundial.
Las filtraciones de hace unos días abriendo fantasmas sobre traslados de producción desde las plantas de Renault Valladolid y Palencia a la inglesa de Nissan deben entenderse como una burda maniobra para comenzar la negociación desde un escenario negrísimo. Es poco creíble que unos vehículos que prácticamente no se venden en Reino Unido se trasladen a un país con enormes dudas post brexit (aranceles y tipo de cambio entre otras) perjudicando a las dos plantas más productivas del mundo de Renault. “Salvar” estas dos plantas a cambio de cerrar Barcelona sería una maniobra demasiado burda para que se la pueda estar planteando un grupo serio, porque no les hace falta ser salvadas, a no ser que se les amenace artificialmente.
Nos acercamos a días importantes, que no decisivos, para el futuro de las plantas de Nissan en Cataluña porque sea el que sea el anuncio de esta semana lo que abrirá es una negociación en la que el Gobierno ya ha dicho que no se dejará engañar. Sin duda estamos ante una cuestión de Estado pues según sea la respuesta a este caso otros fabricantes igual se piensan dos veces antes de lanzar globos sonda que no ayudan a nadie. Una cosa es que los resultados de las empresas se vean afectados por la contracción económica generalizada, otra que se aproveche la pandemia para colar restructuraciones pendientes o futuribles.