Sergi Bimbela estudia primero de Comunicación Audiovisual y a pesar del confinamiento no tiene tiempo para aburrirse. Las horas del día se le van entre los trabajos de grupo para la 'uni', avanzar temario o ayudar a sus padres con los quehaceres de casa. Sin embargo, cuando tiene tiempo libre, se encierra en su habitación, se sienta frente al ordenador y se entretiene viendo en Youtube una buena “pelea de gallos”, como se conoce popularmente el duelo entre dos raperos que se suben a un escenario y, con una base de hip hop de fondo, improvisan la letra de una canción con el fin de atacar a su contrincante.
“Se trata de una batalla verbal, sin tener que llegar a las manos”, explica por teléfono Bimbela, confinado en casa de sus padres, en Alella. Bimbela empezó a aficionarse a las peleas de gallos hace seis años, cuando cursaba segundo de la ESO, y en clase les explicaron diferentes géneros musicales, como el hip hop o el rap. “Empecé a buscar videos en Youtube por mi cuenta, y me quedé enganchado viendo cómo dos cantantes “pueden llegar a picarse ellos de manera poética”, añade.
La mayoría de estos cantantes de rap improvisado, llamados freestylers, o MC (maestros de ceremonias), suelen ser artistas muy jóvenes, muchos de ellos menores, con una alta capacidad para improvisar letras y no cortarse la lengua un pelo a la hora de vacilar a su contrincante. En una pelea de gallos todo vale: insultar, meterse con la raza o nacionalidad del contrincante, o incluso burlarse de sus rasgos físicos.
Peleas de gallos hispanos
“No hay que olvidar que una batalla de gallos ha de interpretarse como un ejercicio de expresión artística, un debate entre dos personajes ficticios sobre un escenario. Y muchos chavales jóvenes se identifican con estos personajes”, aclara Bruno Feliu Garcia, o “Kapo 013”, uno de los freestylers más conocidos en habla hispana de hace diez años.
Feliu, que hoy tiene 28 años y se dedica principalmente a ser presentador o miembro de jurado en las batallas de gallos, explica que empezó a aficionarse al freestyle después de ver 8 Mile, un film inspirado en la vida del rapero Eminem, estrenada en 2002. “Entonces ya era consumidor de rap, pero nunca había visto una pelea de gallos”, recuerda el rapero barcelonés, que empezó a hacer sus pinitos como freestyler con sus amigos del barrio, con 14 o 15 años. “Íbamos al parque e inventábamos canciones”, recuerda.
Entonces el freestyle era algo muy incipiente en nuestro país. La situación empezó a cambiar cuando tres años después, en 2005, Red Bull convocó la primera Batalla de los Gallos de habla hispana, coincidiendo también con la llegada de YouTube a nuestros ordenadores. “De hecho, las batallas de gallos – un género musical nacido en las calles de nueva york en los años 70 – fue uno de los productos exclusivos de YouTube, ya que no podía verse por la tele”, recuerda Kapo 013, que en 2008 decidió presentarse a la cuarta edición del campeonato internacional del Red Bull: “me eliminaron en las primeras rondas”, recuerda, riendo.
Diez años después, gracias al boom de las redes sociales, las batallas de gallos se han vuelto un fenómeno de masas. “Ahora es una locura”, comenta Kapo 013. “Los freestylers se han convertido en personajes famosos, sobre todo entre los jóvenes de 16 y 17 años, una generación que ya es totalmente digital y que al verlos sobre el escenario, se identifican con ellos ”, explica el conocido rapero.
Bimbela es uno de ellos. Tras descubrir el mundo de las batallas de gallos en YouTube, él y sus amigos quedaban al salir de la escuela para improvisar canciones o asistir juntos a una batalla de gallos en vivo. Este tipo de actuaciones reúne a miles de adolescentes con ganas de escuchar a sus mitos, como los españoles Arkano y Chuty, o el mexicano AcZino, uno de los favoritos de Bimbela. “Los latinoamericanos me gustan mucho, no sé si es solo por el acento, pero creo que tienen más estilo y saben jugar mejor con las palabras”, comenta el universitario, que a finales del año pasado tuvo la suerte de asistir a dos espectáculos en Barcelona: la final regional de la FMS Urbanroosters en el Palau Sant Jordi y la de la Red Bull Batalla de los Gallos en el Poble Español. “Me impresiona ver la creatividad que tienen para pensar una rima al momento y conseguir que haya Flow. No todo el mundo lo puede hacer”, dice Bimbela.
Creatividad lírica
Para este universitario del Maresme, las peleas de gallos no son solo un pasatiempo musical, sino que también le han servido para ampliar su vocabulario y cultura general: “mitología griega, historia, política… En una pelea de gallos no solo te picas con otra persona, sino que también te manifiestas en contra de algo: en contra de la monarquía, de la aristocracia, del Estado… La mayoría de los freestylers defienden ideas anti-sistema”, añade. Su cantante favorito actualmente es Bnet, un madrileño de 21 años, ganador de la última edición internacional de la Red Bull Batalla de los Gallos tras derrotar al colombiano Valles-T en un evento que reunió a más de 17.000 jóvenes en un estadio de Madrid el pasado 30 de noviembre.
“Confieso sin pedir perdones
El confesionario donde la gente se impone
No hay que ir a la iglesia pa pedir perdón, brother
Hay que solucionarlo, echarle dos cojones…
Así sonaba una de las letras improvisadas de Bnet durante su duelo contra Valles-T, mientras era coreado por el público. Las peleas de gallos suelen estar divididas por etapas, algunas pueden ser de temática libre, mientras otras son de temática fija – “confesiones”, “capitalismo vs comunismo…”–, se le pide que interpreten a un personaje, o incluso en algunas “hay que inspirarse en el objeto que se extrae de un baúl”, comenta Bimbela, fascinado ante el enorme ejercicio de creatividad lírica que supone para el cantante, más allá del objetivo de “hundir” a su contrincante.
“La clave para ganar una pelea de gallos es tu capacidad para conectar con el público, mantenerlo con ganas de corearte y aplaudirte”, detalla Kapo 013. “Y para eso es esencial que tu papel interpretativo sea creíble para la gente que te escucha: más del 60% de tu discurso son hipérboles y metáforas que el público tiene que entender. Si cantas “te voy a descuartizar”, no sonará creíble. Tampoco si utilizas jerga de tu país o haces una referencia cultural que nadie entiende, por ejemplo, comparas a tu contrincante con un personaje de una serie de televisión que solo se emite en tu región”, añade el freestyler barcelonés. “Esto hay que tenerlo en cuenta especialmente en los campeonatos internacionales, ya que cada país de habla hispana tiene su propia cultura de freestyle”, observa. Aunque, según Kapo 013, la gracia de los torneos internacionales también está en su diversidad cultural: “Los argentinos, por ejemplo, son muy pasionales, mientras que los españoles solemos ser mucho más cómicos”.
Mayoría de chicos
Otro de los aspectos que más llaman la atención en las batallas de gallos – eventos multitudinarios, casi todos cancelados por el momento – es la presencia de un público mayoritariamente masculino. “Es verdad que la mayoría de freestylers son chicos, y por eso hay más fans chicos, pero la escena está cambiando”, dice Bimbela, destacando a Sara Socas, una joven canaria que ha logrado romper esquemas en el mundo freestyle. Sus rimas son capaces de desarmar a sus contrincantes sin caer en insultos o violencia, ni recurrir a un vocabulario machista.
“Soy lo más políticamente correcto que hay. Intento no caer en lo básico del insulto y la descalificación. En el freestyle se puede rimar de otra forma e ir más allá del color de piel o el género del contrincante”, dijo Socas en una entrevista a La Vanguardia el pasado diciembre, poco después de que una de sus actuaciones se volviera viral. Se trataba de una réplica que le hizo al rapero mexicano Rapder durante una batalla de gallos en Otumba, México, en la que lo increpaba por la violencia contra las mujeres que se ejerce en su país. No obstante, Socas llegó a decir que no estaba muy orgullosa de su actuación porque “perdió los papeles” y en las batallas de gallos no hay que olvidar que “todo vale”.
“Las batallas de gallos son un teatro”, insiste Kapo 013, en defensa de los que critican este género por el uso abusivo de insultos o comentarios machistas. Según el freestyler barcelonés, a la hora de valorar una pelea de gallos, solo existe una especie de pacto no escrito: “no sacar los trapos sucios del otro en el escenario, es decir, no perjudicar la imagen pública del otro deliberadamente”, aclara.
Volviendo a las mujeres, otra freestyler famosa es Marithea, una rapera colombiana de 21 que en julio del año pasado se convirtió en la primera mujer del mundo en ganar una regional de Red Bull Batalla de Gallos, lo que le permitió calificarse para la final nacional (quedó en tercer puesto).
“Colombia es uno de los países de habla hispana donde el freestyle tiene más potencial en estos momentos”, explica Adrià Tuneu, fundador de Mundo Freestyle, medio online dedicado a cubrir la actualidad del freestyle rap en los países de habla hispana. Tuneu, licenciado en Periodismo, de 25 años, empezó a aficionarse a las batallas de gallos hace más de diez años, coincidiendo con el lanzamiento de la primera edición del torneo internacional Red Bull para el mundo hispano. Desde entonces – con la excepción de un parón de tres años en que el torneo Red Bull fue cancelado – se ha dejado fascinar por este espectáculo de “boxeo con las palabras”, como define él mismo las batallas de gallos.
Una vía de escape
“El fenómeno ha ido a más cada año gracias a las redes sociales, aunque algunos apuntan que ya empieza a estar un poco quemado”, observa Tuneu, refiriéndose a que últimamente muchos grandes torneos invitan siempre a los artistas más famosos, “porque son los que atraen a más público”. No obstante, apunta, “esto también es bueno, porque significa que hay negocio y que se puede ganar más dinero”, comenta. Por otro lado, el hecho de que muchos freestylers sean tan jóvenes y enseguida quieran retirarse “también indica que muchos lo que quieren es dedicarse a la música y lo utilizan como un trampolín”, observa el periodista.
Actualmente, con todos los espectáculos presenciales programados para las próximas semanas cancelados, no hay duda de que el sector “está en momentos muy bajos”, añade Tuneu. Algunas organizaciones han planteado realizar batallas de gallos a puerta cerrada, pero Tuneu cree que será difícil “porque la conexión con el público es básica, los aplausos y gritos son un impulso anímico para los concursantes”, comenta.
Para Bimbela, que los eventos se hayan suspendido no representa por ahora un problema. Él se quedará en su habitación, buscará una buena base de hip hip en YouTube y “se dejará ir”: “improvisar canciones de rap también puede servir como vía de escape”, dice Bimbela, convencido de que el freestyle le ha ayudado a coger más soltura a la hora de escribir poesías y canciones, “y también a expresar mis sentimientos en momentos difíciles. Por ejemplo, cuando se murió mi abuelo. O ahora, en esta situación de confinamiento”, concluye.