Alex e Iker tienen 17 años y se declaran amantes de la ropa de marca. Cuando tienen tiempo libre, estos dos amigos, adolescentes de clase media de las afueras de Barcelona, se entretienen buscando en internet el precio de esa camiseta Kenzo, sudadera Gucci o gabardina Burberry que sueñan con tener algún día. “Nos encanta la ropa de marca”, admiten. En sus perfiles de Instagram abundan los “stories” posando como si fueran modelos y los “likes” a jóvenes de su edad haciendo lo mismo.
“En los últimos años la moda de hombre ha ido cogiendo más importancia. Era un nicho con mucho potencial y las grandes marcas han sabido explotarlo, acercándose a los jóvenes a través de las redes sociales”, explica Txell Miras, reconocida diseñadora sabadellense y una de las figuras emblemáticas del último 080 Barcelona, donde presentó una colección inspirada en robots, inteligencia artificial y conceptos futuristas como el posthumanismo y el transhumanismo. Sus diseños no son los que se pondría una amiga de Iker o Alex en su cuenta de Instragram, pero no le importa.
“Nosotros hacemos moda de autor, jugamos en otra liga”, dice Miras, aunque admite que la estrategia de comunicación que han adoptado en los últimos años las grandes marcas de moda --acercarse a los jóvenes a través de la redes sociales-- es muy efectiva:
“Los seguidores de las grandes marcas en Instagram son gente muy joven. Quizás no tengan capacidad económica para comprar su ropa, pero “saben que son futuros clientes y ayudan a poner de moda la marca”, explica Miras, de 44 años, en la tienda del Eixample barcelonés que comparte junto a los diseñadores Josep Abril y Miriam Ponsa.
Miras pone de ejemplo a Billie Eilish, la cantante norteamericana de 18 años que arrasó en los Grammy. “Aparece en las fotos bañada en ropa de marca”, comenta.
Eilish, que será la portada de la revista VOGUE de este marzo en Estados Unidos, apareció en la ceremonia de entrega de los Grammy con un vestido Gucci verde neón (a tono con el color de su pelo), zapatillas Nike Jordan 4 Retro Flyknit Volt (unos 350 euros), y chaqueta y top de Pierpaolo Piccioli, diseñador de Valentino. En otra gala, celebrada en el museo LACMA de Los Angeles, Eilish apareció con un pijama holgado de Gucci y aplicaciones florales con cristales Swarovski.
“Las marcas de lujo también han lanzado líneas más urbanas, más sport para captar a este público más joven”, añade Miras, que va vestida completamente de oscuro.
Ganarse la vida con algo creativo
El éxito de las zapatillas deportivas de marca son un buen ejemplo de esta nueva moda que mezcla el lujo con el estilo urbano: en España, el youtuber ByCalitos, de 20 años, se dedica a hacer videos para mostrar su última adquisición de zapatillas (la mayoría de edición limitada) a su más de medio millón de suscriptores, entre ellos Iker y Alex, que alucinan al oír lo que cuesta cada par. En su canal de YouTube, ByCalitos también sube videos de sus vistas a tiendas especializadas de zapatillas, como la que hizo recientemente en Nueva York, con modelos valorados en 45.000 euros.
Cuando Txell era adolescente, la moda no le interesaba demasiado. “Yo quería ser bailarina”, recuerda la diseñadora, que llegó a dejar el instituto para matricularse en un instituto de danza especializado. Sin embargo, más adelante decidió volver a los estudios y cursar la carrera de Bellas Artes. Tras graduarse, se preguntó: “¿Y ahora qué?”. No quería dedicarse a la enseñanza, así que optó por un ciclo superior de moda:
“La moda era perfecta para mí, me permitía diseñar mis propios conceptos y ganarme la vida con algo creativo”, recuerda. Su único contacto con la moda hasta ese momento era la familia de su novio y futuro marido (son padres de una hija), propietarios de una empresa textil en el el Vallès.
Montar la propia marca
De Barcelona Txell saltó a Milán, con una beca, para continuar los estudios en la Escuela de moda. Allí tuvo la suerte de coincidir con el diseñador inglés Neil Barrett, creador de la línea de moda de hombre para Prada, y en ese momento director creativo de la escuela. Barrett fue quién supervisó su proyecto de final de curso.
“Barrett vio que mis ideas podían servir para dar más fondo a su nueva línea de ropa femenina y me ofreció trabajar con él”, recuerda. Miras estuvo trabajando para la marca propia del diseñador entre 2003 y 2016, yendo y viniendo entre Barcelona y Milán. Una oportunidad única para aprender sobre el funcionamiento de la industria y motivarse para crear su propia marca. “Barrett siempre me animó a que montara lo mío”, dice.
Miras montó su propia marca en 2004, motivada siempre por esa idea de que la moda “es una forma de arte” dice. “Piensa que estudié Bellas Artes”, sonríe. Sin embargo, no olvida de que también es un negocio, y que hay que vender”.
Sus colecciones, explica, suelen estar inspiradas en su realidad más cercana. Hace dos años, por ejemplo, lanzó la colección “La dottora de la Peste”, inspirada en los pasillos del hospital Sant Pau, donde se celebraban las desfiladas del 080. “Aquí se ha muerto gente”, me decía, mientras veía desfilar a las modelos.
¿Y qué pasa con las mujeres en la moda?
Para las dos últimas dos colecciones, Miras se ha inspirado en los robots, la inteligencia artificial y la idea poshumanista de que pronto la tecnología dominará nuestra forma de acceder al conocimiento. “Siempre me han gustado las dualidades”, admite. Aplicadas a su nueva colección, se traducen en prendas que combinan tejidos tradicionales, como la lana, en colores cálidos, con otros más técnicos, “más futuristas”, como neoprenos, plastificados y charol.
El cambio climático también ha tenido un impacto a la hora de diseñar nuevas colecciones: con inviernos cada vez menos fríos, “cobran más importancia las precolecciones, es decir, la ropa que se presentaba entre las colecciones de invierno y verano, donde abundan lanas frescas, algodones… Ropa llevable todo el año”, comenta Miras.
¿Y el feminismo? Txell chasquea la lengua. “La moda sigue siendo un sector de hombres”, admite la diseñadora. “Y eso se ve muy claro en las aulas”, dice. “La mayoría de estudiantes son chicas, pero después las que acaban trabajando como creadoras no son más que un 10%. En las empresas de moda hay mucha mujer en puestos ejecutivos, pero la mayoría de los directores creativos son hombres”, se lamenta.
El rol sexy
Una de las principales razones, según Miras, “es que la moda sigue siendo un mundo muy cerrado, muy de hombres (muchos de ellos homosexuales), con un estilo de vida que implica pasar muchas horas en la oficina, ir a muchas fiestas, hacer contactos… “un ambiente donde no tiene cabida la vida familiar”, constata.
También lamenta que en las redes sociales haya tantas “influencers” adolescentes fomentando el rol de mujer sexy y fetiche que ha dominado siempre en el mundo la moda. “No sé hacia donde vamos”, se pregunta, “si después de tanto discurso feminista somos nosotras mismas --sobre todo las nuevas generaciones-- las que promovemos esta idea”.
No obstante, Txell procura seguir optimista: “la realidad es que cada vez hay más mujeres diseñadoras”, concluye, y eso ha permitido introducir, poco a poco, “una visión más natural de la moda, más cómoda y urbana, menos glamourosa y lejos del modelo de mujer fetiche”.