Entre los innumerables desatinos que venimos sufriendo desde hace ya demasiados años en Cataluña figura la existencia del autodenominado Instituto Nueva Historia (INH). Una entidad que desde su fundación ha contado con el apoyo entusiasta, y poco menos que incondicional, de algunos medios de comunicación nacionalistas --en concreto, de los medios públicos dependientes de la Generalitat, como TV3 y Catalunya Ràdio-- y también de algunos dirigentes destacados de las administraciones públicas catalanas.
El inexplicable eco público alcanzado durante estos últimos años por las tesis mantenidas por el INH ha obligado a un grupo de historiadores catalanes de reconocido prestigio académico a publicar un libro demoledor, en el que destrozan desde el rigor científico las invenciones delirantes difundidas por el INH. Se trata de Pseudohistòria contra Catalunya. De l’espanyolisme a la Nova Història, publicado por Eumo Editorial. Sus autores son Vicent Baydal Sala, Xavier Camprubí Pla, Stefano M.Cingolani, Guillem Fornés Fernández, Cristian Palomo Reina, César Sánchez García, Lluís Ferran Toledano González y Alberto Velasco González.
Entre muchos otros despropósitos pseudohistóricos hilarantes, el INH sostiene, por ejemplo, que personajes mundialmente tan famosos y relevantes, y al mismo tiempo tan diversos, como Cristóbal Colón, Miguel de Cervantes, Leonardo da Vinci, Hernán Cortés, Teresa de Ávila, Bartolomé de las Casas, Juan Sebastián Elcano, o los mismísimos hermanos Pinzón, entre muchos otros, fueron catalanes, y que, obviamente, Don Quijote fue escrito originalmente en catalán…
Que semejantes disparates hayan recibido el apoyo entusiasta tanto de medios de comunicación públicos y privados como también de personalidades políticas tan relevantes como el exvicepresidente de la Generalitat Josep Lluís Carod Rovira, el actual consejero de Políticas Digitales Josep Puigneró, el exconsejero Josep Rull, periodistas como Pilar Rahola, Patrícia Gabancho, Enric Vila, Manuel Cuyàs o Eugeni Casanova, sociólogos como Salvador Cardús, activistas como Antonio Baños, el empresario y actual presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona Joan Canadell, e incluso de instituciones públicas como la Diputación de Girona y formaciones políticas como ERC, demuestra hasta qué punto de locura y de sinrazón se ha llegado en Cataluña durante estos últimos años.
Porque el INH fue fundado y existe precisamente gracias a estos y otros apoyos institucionales, cuando en realidad es un instrumento propagandístico sectario, al servicio exclusivo de la difusión de una historia “fake” de Cataluña.
Los autores de Pseudohistòria contra Catalunya no solo critican con gran rigor las insostenibles tesis difundidas por el filólogo Jordi Bilbeny, Pep Mayolas y otros integrantes del INH. También son muy críticos con las versiones más españolistas de la historia de Cataluña, como las publicadas, por ejemplo, por autores como Antonio Ubieto, Elvira Roca Barea, Federico Jiménez Losantos, César Vidal o Pío Moa. Tanto en uno como en el otro sentido, se basan en el rigor historiográfico más estricto.
Lo explica a la perfección Vicent Baydal para demoler las invenciones perpetradas por Jordi Bilbeny y sus colegas del INH: “Se dedica a practicar el engaño sistemático, primero manipulando afirmaciones realizadas en un sentido totalmente opuesto -con la esperanza de que nadie vaya a consultar la explicación original- y después obviando y ocultado los estudios que forman parte del consenso científico y que contradicen sus proposiciones”.
Finalmente algunos historiadores catalanes de reconocido prestigio académico se han atrevido a ponerle el cascabel al gato, a denunciar la desnudez real, a denunciar las falsedades de un INH cuya existencia solo se explica por la necesidad imperiosa que algunos fanáticos tienen de inventarse una historia que jamás existió. Lo habían hecho ya con anterioridad unos pocos historiadores catalanes más, como Agustí Alcoberro, Àngel Casals, José Enrique Ruiz-Domènec o Xavier Deulonder, entre otros, así como revistas como Sàpiens o la edición catalana de El País.