En los sombríos años de la posguerra española se popularizó una canción cuyo estribillo decía: "Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor y el que tenga estas tres cosas que le dé gracias a Dios". Sin duda el recién nacido gobierno de coalición necesitará de estos tres dones.
La salud de este Gobierno dependerá entre otras cosas de la confianza que se genere entre los socios de coalición. Las primeras discrepancias surgidas a raíz de las filtraciones sobre las competencias de las vicepresidencias de Iglesias y Teresa Ribera pueden ser solo una anécdota de principiantes o el anuncio de discrepancias que exigirán instrumentos de coordinación que garanticen la cohesión del nuevo gobierno. Pero sobre todo la salud del nuevo Gobierno, va a depender de la capacidad para gestionar la realidad y abordar en profundidad los principales retos que preocupan al país.
Una realidad que obliga al Gobierno de la Nación a situar entre sus principales objetivos, la modernización de nuestro aparato productivo que junto con la reforma del marco laboral permita la generación de empleo de calidad. La regeneración democrática que permita combatir la corrupción con la reforma del código penal y la modernización de la administración de la justicia. Al mismo tiempo Unidas Podemos (UP) deberá asumir con plenitud la defensa del marco constitucional.
Pero sin duda el gran reto de esta legislatura será la respuesta al reto secesionista. UP deberá garantizar la lealtad institucional y el abandono mientras esté en el Gobierno de propuestas incompatibles con el marco constitucional, como el "derecho a la autodeterminación", la cara siempre avinagrada del diputado Asens será fiel reflejo de esta actitud
La gestión del dinero público. El primer reto del nuevo Gobierno será la aprobación de los presupuestos del Estado, que deberán satisfacer las exigencias de la Comisión Europea para validar nuestro déficit y sobre todo el cumplimiento de los criterios del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. La Vicepresidenta Calviño será la encargada de interpretar y cumplir las instrucciones que se reciban de la Comisión y el Vicepresidente segundo, Iglesias, deberá asumir como lo hizo el líder de la izquierda radical griega, Alexis Tsipras, que la política económica y monetaria la fija la CE. Será necesario un ejercicio de realismo y pragmatismo político.
Hará falta un gran esfuerzo de aproximación y diálogo y mucha empatía (amor) para abordar la crisis territorial y superar los desencuentros con el Govern de la Generalitat y con una parte significativa de la sociedad catalana. El llamado "conflicto" catalán tiene sin duda una componente de pulso al Estado por parte de determinadas élites catalanas, pero también subyace en él, una profunda desconfianza entre los ejecutivos de ambos Gobiernos, derivada de la deslealtad institucional de políticos catalanes como Artur Mas, el 9-N, y Oriol Junqueras -el político catalán menos fiable- el 1-O.
El Gobierno de España debe asumir la existencia de un conflicto político y la necesidad de encontrar a través del diálogo, una vía que permita ganar tiempo para atemperar posiciones y que sea suficientemente inconcreta para que las partes puedan interpretarla según su conveniencia. Pero al mismo tiempo el Gobierno está obligado a exigir al Govern de Catalunya que garantice la neutralidad de las instituciones de la Generalitat y de los medios públicos de comunicación, así como el fin de las políticas clientelares y de adoctrinamiento.
Esta vía de diálogo no será la solución del conflicto, pero si puede ser una salida coyuntural que permita aliviar las tensiones. Comienza un nuevo partido, deberá quedar muy claro que seguimos jugando en el marco de la Constitución.
Sin lugar a dudas este Gobierno, que ha generado tantas esperanzas en los sectores menos favorecidos de la sociedad y que estará sometido a las presiones de una derecha primitiva y apocalíptica, necesitará mucha suerte y sobre todo siguiendo el estribillo: salud, dinero y amor.