Ya casi tenemos Gobierno. Por fin. Al menos presidente y vicepresidente. Gobierno habrá cuando Pedro Sánchez lo nombre. Ahora se va a Canarias de vacaciones. No tuvo días libres por Reyes, pues los coge ahora. El tema era ganar, gobernar… cuando toque. Se hará. Pedro ganó la investidura, pero el gran triunfador ha sido Pablo Iglesias.
En estos momentos Iglesias pasa por ser el político más hábil y con más medallas desde que la pérdida de escaños le hizo utilizar la inteligencia. Fue el gran promotor de la moción de censura contra Mariano Rajoy, y ganó. Es el artífice de los pactos PSOE-Podemos, y ha vuelto a ganar. Ha sido la llave final que abrió la puerta a los acuerdos con ERC y Bildu. Facilitó su abstención y ha vuelto a ganar. Ha sido el primero en dar una larga entrevista en televisión tras la votación de investidura y ha vuelto a ganar. Pedro no nombra gobierno hasta la próxima semana, se va de vacaciones, pero Pablo se lo recrimina, se cabrea por la tardanza y vuelve a ganar. Se gana a los ciudadanos que quieren ya un gobierno y que el país funcione. Pablo le gana a Pedro por dos metros de distancia. Y estamos empezando. Veremos más, seguro.
Ocurrieron muchas cosas en el año que ha terminado. Demasiadas. Pedro Sánchez no aprovechó en julio pasado, por ambición, el Gobierno de coalición con Podemos, pero sin Iglesias. No lo aprovechó. Fue a otras elecciones el 10 de noviembre creyendo que iba a mejorar y empeoró. Cambiaron las tornas. Iglesias impuso sus condiciones y Sánchez aceptó. O eso o nada, para casa. Pedro se rindió. Una vicepresidencia y cuatro ministerios. ¡Madre mía! Quién lo iba a pensar. Nadie. Pues lo ha conseguido. Y va ganando terreno. Poco a poco, con inteligencia. Cuidado Pedro que Pablo te va a superar.
Lloró. Al final de la investidura Pablo lloró. Demasiado éxito. Y se emocionó. Ni en los días más optimistas se imaginó tanto éxito. Nunca. Y menos tan rápido. Lleva sólo cinco años metido en el Parlamento. Aunque le quedan la mitad de los diputados que alcanzó en 2016, y ha tenido que superar crisis en su partido y fugas de sus compañeros creadores del mismo, ha alcanzado el éxito. Con sólo 35 diputados. De ahí su emoción. De ahí sus lágrimas. Lloró de éxito. Todavía seguro que no se lo cree.
La próxima semana empieza el futuro. Con gobierno. Él y su compañera. Tal vez esta dualidad no sea lo más acertado. Puede que no. Pero ahí van los dos, de la mano. Buscando moderación. Buscando democracia. A reformar la Constitución. ¿Seguro? A creer en Europa. ¿Seguro? El contacto con el poder seguro que algo lo transformará a él mismo. Y se olvidará de pregonar que hay ‘presos políticos y exiliados’ porque ya es vicepresidente del gobierno de España. Todo se andará. Y sino que estudie la evolución de Felipe González. Un ejemplo. Las lágrimas son la muestra de su evolución.
Porque hemos cambiado de Régimen. Se ha superado la Transición. Por primera vez se forma un gobierno de izquierdas entre PSOE y UP. Y no le ha gustado nada a la derecha. Algo natural aunque sobreactuaran en sus discursos en el Congreso. Se acercan tiempos duros, inestables, tensos, tanto en política como en la justicia y la sociedad. Porque el apoyo de ERC a Sánchez puede ser corto. Veremos lo que dura. La muestra la puso en el hemiciclo la diputada de esa formación Monserrat Bassa al llamar “verdugos” a los diputados del PSOE y al afirmar que “me importa un comino la gobernabilidad de España”. Sólo buscan sus tres repetidas aspiraciones: referéndum, libertad de Junqueras e independencia. A por ello van. “Si lo conseguimos, bien; con el no ya estamos”. Eso repiten. Eso quieren.
La crispación quedó servida en el Congreso. La sombra de Manuel Azaña recorrió el hemiciclo de izquierda a derecha. Lo cita Pedro Sánchez y la bancada derechista reacciona como si se hubiese citado al mismísimo diablo. Poca memoria. Lo habían citado Marino Rajoy y Zapatero y no había pasado nada. ¿A qué viene esa reacción? ¿Miedo por la monarquía? Eso parece. Aunque Iglesias y Aitor Esteban (PNV) le mandaron un sabio consejo: “si quieren defender a la Monarquía, eviten que la Monarquía se identifique con ustedes”. Tomen nota señores de la derecha y no repitamos la historia.
Puede que quien más haya sufrido los ataques verbales de los diputados haya sido la Constitución. Duros ataques por parte de Bildu y de ERC. Pedro Sánchez no movió una pestaña para defenderla. Son sus socios momentáneos. ¡Qué habrán firmado o apalabrado bajo la mesa! Miedo da saberlo. Pero lo sabremos. Y pronto. Si Torra convoca elecciones en Cataluña antes de ser inhabilitado sabremos rápidamente si hay amnistía o indulto o como quieran llamarle para Junqueras y demás compañeros. Y si no hay indulto o “amnistía” como lo llamó Rufián no habrá legislatura, ni Presupuestos. Muy clarito fue Gabriel Rufián. Y muy fácil de entender.
Esperemos cien días para ver el funcionamiento del pacto de gobierno. Cien días. Veremos si el pacto PSOE-UP funciona. Veremos si Pedro y Pablo se entienden. Si así ocurre tendremos una legislatura más larga de lo que muchos desean. Esperar y ver. Empieza el futuro con esperanza. Iglesias es el momentáneo triunfador. Ya dijo Hannah Arendt que “el revolucionario más radical se convertirá en un conservador el día después de la revolución”. Hoy es el día después.