Hemos visto dramatizaciones políticas bastante más edificantes que las jornadas parlamentarias conducentes a un Pedro Sánchez con plenos poderes en el palacete de la Moncloa. En política, los armarios de doble fondo no acostumbran a dar acceso a personajes tan sugestivos como en Las crónicas de Narnia. Pedro Sánchez lo sabe y, más por acreditado instinto de supervivencia que por voluntad política de construcción, ha abierto su armario a Podemos como socio –para que gobierne poco y con las máximas limitaciones de Bruselas- y a ERC para que le reabra las puertas de Cataluña y pueda presentarse algún día como el gran pacificador. Tantea trazar el umbral de un nuevo tripartito en la Generalitat, con Iceta, ERC y los allegados de Ada Colau. Ahí queda izada la bandera estelada y se arría la cuatri-barrada.

Puestos a mal pensar, la táctica parlamentaria de ERC ha sido de largo mucho más astuta que el “no” de Junts per Catunya. En la cárcel de Lledoners, Oriol Junqueras urdió una abstención con dos caras: en la primera sesión, Rufián tendió la mano y reconoció que “Espanya no ens roba”. Eso es echar lastre con alegría. En la segunda sesión, la diputada Bassa abraza desde la tribuna a los independentistas que dudan de ERC. Se trataba de apaciguarles recitando la lista de héroes encarcelados y proclamar que la gobernabilidad de España importaba un comino.

¿Cuántos siglos habrán transcurrido desde que Miquel Roca o Duran Lleida eran escuchados en la Cámara como contribución a la gobernabilidad? Esa eternidad da una idea de la negación que se pretende del sistema de 1978. Y ahí está el armario de doble fondo de Pedro Sánchez. De una parte, el PSOE sigue siendo –aunque a veces no lo parezca- uno de los elementos de aquel sistema constitucional pero el sanchismo pretende aderezarlo de modo que pueda estar y no estar en la operación de trastocar el gran pacto de la Transición.

Desde el primer minuto, ya investido, uno de sus problemas va a ser cómo distanciarse de lo que Bildu ha dicho con obscenidad política, sin réplica desde los escaños del PSOE, y cómo entretejer un gran lazo amarillo que tenga poderes hipnóticos frente a la fiebre secesionista. ¿A qué precio está el comino en la Boquería? Dulzón y a la vez con su toque amargo, el comino va a convertirse en el gran condimento de la política española.