De haber sido un partido de gobierno con una cómoda mayoría absoluta si hubiera pactado con el PSOE, Ciudadanos prefirió ir de farol. Rivera y su equipo imaginaron una coalición frankestein liderada por Sánchez que se apoyaba en una banda de antiespañoles, separatistas y filoetarras. De haber sido así, Rivera hubiera podido rentabilizar, ante una previsible crisis de gobierno, el ya lo dije yo.
El primer error de Ciudadanos fue abandonar su originario centrismo --socialdemócrata y antinacionalista-- e intentar arrebatar el liderazgo del PP en el espacio conservador. Es comprensible que el partido naranja no desmintiese la campaña mediática que lo calificaba como una de las patas del trípode derechista.
Albert Rivera después de los resultados del 10N / EUROPA PRESS
El segundo error fue despreciar el origen de su anterior éxito electoral. La ambición rompe el saco. La ofensiva del separatismo catalán había despertado el monstruo nacionalista español. Los primeros bostezos de este fenómeno fueron rentabilizados por Ciudadanos al haber sido los primeros en plantar cara a los ultras catalanistas. Fue un premio envenenado.
Ciudadanos era un partido que reivindicaba un patriotismo cívico o constitucional; sin embargo, muchos de sus dirigentes prefirieron no hacer didáctica de su ideario y admitieron, sin hacer ascos, que el veneno nacionalista español les entrase por los pies y alcanzase la cabeza. Rivera acabó envuelto en la bandera de España y pactando con Vox. El tercer error era una mutación genética. Además de competir con el PP por la hegemonía en la derecha ahora se lanzaba también a disputar el espacio del nacionalismo español.
¿Quién en la dirección del partido imaginó que se podía competir con la testosterona españolista? De haber sido el látigo de los ultras catalanistas, Ciudadanos ha pasado a poner la alfombra roja y gualda para que los ultras españolistas sean la tercera fuerza parlamentaria. Peor imposible, sobre todo, porque el separatismo por fin se cobra su primera pieza.
Por si fuera poco, con esos mimbres tan alejados del centrismo antinacionalista, era comprensible que los votantes de centro izquierda acabasen retornando a la casa socialista. El que mucho abarca, poco aprieta, y el batacazo ha sido mayúsculo. Ciudadanos no está al pie de su sepultura, ha caído dentro de ella.