El zarandeo que los resultados de las elecciones andaluzas han causado en el panorama político español está dando lugar a declaraciones de todo tipo. El pasado sábado Juan Carlos Monedero dio un recital televisivo digno de estudio. Además del desprecio por la profesión periodística, el ideólogo podemita sorprendió por la simpleza de su análisis, más grave siendo como es profesor universitario de teoría política. Recordó en sus gestos y en sus reflexiones al mismísimo Franco, y no sólo por su aflautada voz, sino por su limitado concepto de la libertad de prensa. Como el dictador, él estaba a favor de todas las noticias siempre que fueran verdad y elaboradas con objetividad. Sobra decir que, como Franco, Monedero sólo entendía por verdad la suya.
En sus estridentes declaraciones no pudo disimular su predisposición a practicar la purga estalinista. Monedero acusó a Teresa Rodríguez de ser la responsable del fracaso de Adelante Andalucía, entre otras razones, porque había hecho la campaña sin tener en cuenta la situación en el resto de España. Y tan encantado estaba de conocerse que insinuó descaradamente que debía dimitir. Sin rubor o vergüenza alguna liberó de cualquier responsabilidad a su colega Iglesias tras la millonaria caída en las últimas elecciones. Y dio un paso más. Llegó a justificar que el líder de Podemos hiciera las inolvidables declaraciones de la noche del domingo electoral andaluz en la que deslegitimó el resultado de las urnas y animaba a la protesta, eso sí, después de conocer el desembarco de los doce apóstoles de la Reconquista. Con apenas una semana de diferencia, Monedero e Iglesias intentaron esconder esa clamorosa actitud antidemocrática con una declamación propia de un ser superior en lo moral, cuando en la práctica lo que vertieron fue una mezcla de ideología totalitaria trufada con infantilismo marxista, ese doctrinarismo de izquierda que tanto criticó Lenin.
La última idea surgida de la fábrica podemita es aún más simple. Unos y otros repiten hasta la saciedad que José María Aznar es el padre espiritual de toda la derecha. Monedero y Teresa Rodríguez, entre muchos otros y muchas otras, afirman a los cuatro vientos que Cs, VOX y PP es una hidra de tres cabezas que tiene la bendición del expresidente popular. El error de estos ideólogos podemitas es mayúsculo si pretenden calificar a los líderes de Cs y de VOX de aznaristas. Recordemos que en el origen de la formación de Santiago Abascal estuvo Alejo Vidal Quadras, el único político conservador que consiguió poner nervioso a Jordi Pujol y al que le fue servida su cabeza por Aznar en el inolvidable Pacto del Majestic. Han pasado más de dos décadas de aquel enorme error del PP que, desde entonces, ha ido perdiendo representación parlamentaria en Cataluña hasta los testimoniales cuatro diputados actuales. Y recordemos también que Vidal Quadras fue desautorizado en VOX por proponer un acercamiento a UPyD y a Cs en 2015.
En ese sentido, calificar también de aznarista a Cs es ignorar o despreciar la realidad del granero electoral de este partido. En su origen catalán Cs se ha nutrido mayoritariamente de anteriores votantes socialistas. Y para el reciente caso andaluz es difícil negar que Cs ha crecido exponencialmente gracias también al respaldo de miles y miles de votantes del PSOE-A.
Quizás hayan olvidado los podemitas que la Hidra tenía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que le cortaban. Luego la reflexión es bien sencilla: amputen ustedes a los votantes VOX o de Cs la cualidad de demócratas y crecerán el doble. Es cuestión de seguir probando.