Amigo lector: vamos de sorpresa en sorpresa, de susto en susto. Del impacto al escepticismo. De la admiración a la duda. Vamos de Waterloo a la cárcel de Lledoners. De Puigdemont a Junqueras por el hilo de Pablo Iglesias, pasando por Urkullu. Y Sánchez de espectador. Y como corona al deambular patrio la sentencia sobre quién paga los impuestos de las hipotecas. Que los bancos, que los clientes. Lo que nos faltaba. Pelea con la banca. Vamos a esperar unos días. Están negociando. Hasta el día cinco no habrá otra sentencia. Nos dirán que lo pagan los bancos. Pero se lo cobrarán a los clientes, como siempre. De una forma o de la otra. Atentos.
Cierto que la sentencia nos ha sorprendido a todos. Asombro total. El Supremo parece haberse dado un tiro estilo Miguel Blesa. Con el arma al revés. Nos cogió por sorpresa, cierto. Y ahora prolonga dos semanas la incertidumbre. Apareció el presidente de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, Luis María Díez-Picazo y ha suspendido la sentencia. ¡Anda! Nuestra alegría al pozo. “Ya me parecía a mí… era muy raro que pagaran los bancos”, es el comentario de cualquier ciudadano. No era muy creíble. Pues ha venido el juez, o lo que sea, Díez-Picazo a llenarse de gloria de cara a los bancos y ha suspendido la sentencia. Y ahora tiene una querella por prevaricación presentada por Podemos. Y han sacado su currículum. Que Díez-Picazo trabajó, hasta hace unos meses, para el Cunef, propiedad de la Asociación Española de la Banca (AEB). ¡Vaya por Dios! Esto del currículum está muy de moda y mira lo que pasa. Que sale el pasado a relucir. Y los favores que se deben. Y si es con la banca… lo que ustedes quieran señores banqueros.
¿Le habrá sugerido alguien, desde arriba, al señor Díez-Picazo que tomara tal decisión? Puede ser. Podemos recordar cómo algunos poderosos políticos se pusieron de acuerdo para influir en la Justicia y ‘encerrar’ al banquero estrella Mario Conde. Sucedió. ¡Vamos que sucedió! Y se acabó Mario Conde. Y hoy, ¿qué están haciendo hoy los poderosos? Mejor no saberlo. ¿Políticos, banqueros y juristas están decidiendo qué se va a hacer? Pudiera ser.
—Oiga, juntaletras: aquí, en este país llamado España, hay división de poderes.
—Ya. Permítame que me ría.
Amigo lector, hay malestar en la banca y júbilo en la sociedad. Pues no puede ser. Hay que cambiar el júbilo de acera. Estaremos alerta. La repercusión será tremenda. El 5 de noviembre quedará marcado. Probable se vaya a confirmar la sentencia (hay otras dos sentencias más con el mismo criterio), aunque sin efectos retroactivos largos, para salvar parte del dinero como quiere la banca. Para las nuevas hipotecas ya subirán los precios y así se compensan los impuestos. Todo claro. Pagaremos los mismos, los de siempre, los ciudadanos necesitados de dinero. ¿Alguna duda? Ninguna, queridos lectores. ¿Por qué?
Porque ha entrado en escena el presidente del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. Atención. De árbitro. ¡Madre mía! Lo recordamos todos. Se entrometió en la composición de la sala que iba a juzgar Gürtel para apartar al magistrado Prada, calificado como izquierdista. De paso salvó a la mujer de Bárcenas, Rosalía Iglesias, de entrar en prisión. Le cayeron 13 años. No ha entrado en prisión. Así Bárcenas no implicó a Rajoy en la corrupción del PP. Favores. Lesmes se ha puesto a trabajar. Está activo. Y más lo va a estar cuando se abra el juicio sobre el procès. Atentos. Lo vamos a ver. Carlos Lesmes, con él terminó la independencia de la Justicia. Menos mal que sólo le quedan dos telediarios en el cargo. Por fin.
La sentencia sobre los impuestos de las hipotecas sólo hacer poner a la luz del ciudadano la decadencia política en la que nos movemos. Y el poder judicial es la mayor prueba de la descomposición del sistema. No creemos en la Justicia. Estamos, los ciudadanos, inseguros con el sistema jurídico actual. Al poder judicial no ha llegado ni la transición, ni la democracia. Precisa una fuerte reconversión y nadie se atreve a hacerlo. Dura. Como la reconversión industrial que hizo Solchaga, pero en el sistema judicial. Esperamos. Hoy es el caso de los impuestos de las hipotecas. Ayer fue la sentencia sobre la cláusula suelo, que tuvo que corregir el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Mañana, ¿mañana? Ya veremos cómo es el mañana. Lo mismo la sentencia del 5 de noviembre nos iguala a ciudadanos y banqueros. ¡Qué optimista! La fecha quedará marcada.