Empieza el futuro. ¿Para Bien, para mal? Ah, amigos lectores, el tiempo lo dirá. Empieza el futuro porque se van a producir acontecimientos que marcarán ese futuro de lo que llamamos España, incluida Cataluña. Mañana mismo Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, visitará a Junqueras en la cárcel. Llevaban varios días dándole vueltas al tema. Muchos rumores, chivatazos, que sí, que no. Pues es que sí. ¿A qué va Iglesias a ver a Junqueras? A negociar el futuro. El poder de Cataluña ahora está en una celda y ahí va Iglesias a planificar con Junqueras el futuro. ¿Por mandato o sugerencia de Sánchez? Vaya usted a saber. ¿Qué va a negociar? Los Presupuestos y su próxima libertad. Y mantener el Gobierno, al menos un año. “Hay que trabajar duro para desjudicializar el conflicto, defender el diálogo y construir vías democráticas. Creo que eso sólo es posible si la mayoría de la moción de censura se mantiene”, ha dicho Iglesias. Con esto está todo dicho.
ERC y PDeCAT son los dos partidos díscolos en votar a favor de los Presupuestos Generales del Estado. Han condicionado su apoyo a la libertad de los presos, a su absolución. Por ahí empezamos. Un día de estos saldrá Junqueras y posteriormente irán desfilando hacia la calle el resto de prisioneros. Al tiempo. Dirigentes del PSOE y PSC han estado predicando en demasía que el Gobierno no daría instrucciones a la Fiscal General del Estado, María José Segarra. Mienten. Para eso la han puesto, para que obedezca. La separación de poderes hace tiempo que murió en esta partitocracia española. Han predicado tanto, han insistido tanto, incluidas tres ministras, en la separación de poderes que, cuando esto ocurre, ya sabemos que los tiros van por la otra dirección. De siempre. Y eso ha ocurrido. En la independencia de la Justicia y de la Fiscalía ya nadie cree. Que no nos vendan publicidad. Para eso los nombra el Gobierno de turno, para que obedezcan.
Cuando la fiscal Segarra ha dicho que la dejen trabajar ya entendemos todos a qué se refiere. Se mete en los procesos y juicios del golpe catalán. Al tiempo. No ha dicho, hasta hoy, que ella respetará el acta de los fiscales del Tribunal Supremo. ¿Alguien lo ha escuchado? No. Pues en consecuencia. El futuro va a cambiar. Cierto es que va a hacer un año de prisión preventiva. Demasiado, opinan eminentes cerebros del Derecho. Incluso el expresidente del Tribunal Supremo, Pascual Sala, ha manifestado que “es muy difícil, por no decir imposible, que exista rebelión y me parece problemático que exista sedición”. “Podrían existir otras calificaciones delictivas”, añadió Sala. Como desórdenes públicos o desobediencia. Ahí vamos. Se va marcando el camino.
Y como consecuencia de ello se prevé que la fiscal pida la rebaja de los delitos de los golpistas y posteriormente ERC y PDeCAT votarán a favor de los Presupuestos que han elaborado Sánchez e Iglesias para 2019. Parece que la trenza está bien hecha. Si alguna cuerda no se rompe, que todo puede suceder en esta política de sainete a la que estamos asistiendo.
Sánchez lo quiere todo. Sacar los Presupuestos adelante y seguir en Moncloa. Para ello necesita apoyos. Negocia directamente en la celda y con la celda. Aunque lo niegue con la boca pequeña la ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet. Las concesiones a los golpistas están al caer. El palo a la Justicia también. Siempre fue igual. La Justicia sólo para los pobres de los pueblos. ¿Habrá también indultos? No lo descarten.
El Gobierno se mantiene con acuerdos con Junqueras y su celda. Negociar con un preso es reconocer su estatus anterior. Allá Pedro. Y con acuerdos con el PDeCAT, quienes van a provocar un distanciamiento de JxCAT además de pedir la libertad de los presos. Todo va encaminado para Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Habrá Presupuestos. Habrá libertad para los presos. Se mantendrán en el poder al menos un año. Para eso negocian La Moncloa y la celda. Esa celda sí tiene poder.