Este lunes, 1 de octubre de 2018, los independentistas han conmemorado la celebración de la consulta secesionista de hace un año. En realidad, lo que han hecho es seguir cultivando su relato épico y victimista, engordando la hispanofobia mediante la exageración y alteración de los hechos acaecidos aquel día. Se omite la ilegalidad del referéndum, la deslealtad de los Mossos y las vergonzosas y antidemocráticas decisiones del Parlament del 6 y 7 septiembre. Se exagera la violencia de las cargas policiales y el número y gravedad de las víctimas. Se carece del menor reparo en difundir imágenes o testimonios falsos, evitando comparar lo sucedido con otras actuaciones policiales de los propios Mossos. Todo ello repetido hasta la saciedad en una intensa campaña de propaganda en los medios de comunicación públicos, las escuelas y en general toda la administración pública catalana. Se trata de seguir explotando la leyenda negra española alimentándola con nuevos episodios. No es algo nuevo. El nacionalismo catalán lleva los últimos 40 años trabajando sistemáticamente esta cuestión. Desde 2012, hemos visto una acentuación de la propaganda, una mayor intensidad, pero nada nuevo.
Los argumentos para crear y difundir la hispanofobia desde el nacionalismo catalán son los mismos que han servido históricamente para crear la leyenda negra española. En realidad cualquier leyenda negra. Lo explica muy bien María Elvira Roca Barea en su libro Imperiofobia y leyenda negra, editado por Siruela. Los argumentos del nacionalismo se repiten constantemente cualquiera que sea el lugar y momento de la historia.
Los mismos prejuicios: los españoles son vagos y poco ilustrados, nos roban, ya sea a Cataluña o a Flandes, son sanguinarios y represores, en definitiva son una raza inferior, bestias con forma humana según Torra. Otros países han sufrido o sufren ataques parecidos, pero ninguno responde con tan poca energía y convicción. Y no sólo ahora que el Gobierno necesita los votos nacionalistas para sostenerse. Siempre ha sido así. Por contraponer el caso español con, por ejemplo, la propaganda antiamericana, vemos que EEUU ha sufrido descalificaciones y críticas constantes, pero ha respondido no sólo con declaraciones de políticos --no sirven para mucho-- sino a través de informaciones, contrainformes, bestsellers, juegos y películas que ensalzan los valores norteamericanos. A la agitación y propaganda sólo se puede responder con las mismas armas.
Siempre me ha parecido sano mantener una posición crítica hacía el Gobierno de turno. También entiendo que el actual Gobierno apueste por explicar la historia bajo su prisma ideológico. Pero ni una cosa ni la otra debería permitir que el secesionismo no sólo reescriba la historia sino que ya la está configurando a su antojo para las generaciones futuras sin el menor recato ni oposición. Las lógicas discrepancias entre partidos no deberían dejar sin adecuada respuesta la creación de nuevos episodios de la leyenda negra española.