Barcelona es la ciudad de los ingenieros gracias a Frederick Stark Pearson (Fecsa), Charles Lebon y Pere Duran Farell. Lebon trajo el gas ciudad y Duran Farell el gas natural. Estos dos últimos están ligados para siempre a Catalana de Gas, la compañía que alumbró las farolas y que desarrolló después el gran mercado de una energía primaria indispensable en nuestras vidas y base de la generación eléctrica del siglo XXI. En la centuria que contempla ya la extinción del petróleo, la trayectoria de Catalana de Gas fue el resultado del primer contenedor enladrillado del antiguo Moll de la Fusta y de las gran redes de distribución cuando el suministro de gas natural se convirtió en una constante del comercio internacional. Hoy el gas natural es la energía más usada en la generación eléctrica a través de las decenas de centrales de ciclo combinado que aureolan la costa de la península.
El despegue de esta compañía proviene del mercado minorista en millones de hogares, especialmente desde la fusión entre Catalana de Gas y Gas Madrid en 1992, para crear la multinacional Gas Natural SDG. Esta compañía presidida y orientada por Pere Duran Farell cerró los contratos de suministro en Argelia y Libia que hoy alimentan el 60% de la energía española (un país absolutamente dependiente y sin fuentes de suministro). Fue Duran quien entre 1992 y 1996 alcanzó estos contratos a base de negociar con políticos como Ben Bella en Argel, ciudad sitiada por el extremismo islámico, y con el líder libio Muamar el Gadafi. El suministro español es deudor de noches interminables de té y tienda de campaña en las que Gadafi ponía a prueba la resistencia de Duran y de sus alfiles de entonces, Llardén (Enagas) y Jaume Giró (actual director general de Fundación La Caixa).
El éxito de Gas Natural se debe a tres factores: la complicidad de sus accionistas institucionales en los momentos clave, con el papel destacado de La Caixa, actual Caixabank; los contratos de suministro de carácter geoestratégico para España (un país sin energía es una país sin industria) y el mercado del gas natural licuado (GNL), establecido físicamente por mar a bordo de los grandes metaneros, que hoy actúan al dictado de los precios de referencia: el coste del Brent y la amortización de los gasoductos, como el del Magreb-Península Ibérica. Gas Narural se expandió de la mano de Duran y a golpe de conflicto entre sus accionistas que tiraban de dos cabos: Madrid y Barcelona. Duran fue hábil, supo negociar con los gobiernos sucesivos de Felipe González y de Aznar. Que quisieron llevarse a la capital Gas Natural SDG. El ingeniero catalán supo ser un caballo de Troya en las cortes socialista y popular para sentar su raíz coporativa a pocos metros de donde había nacido la primera Catalana de Gas. Cuando el ingeniero faltó, las batallas entre su sucesor, Antoni Brufau, y los directivos de Repsol, que habían sustituido a Oscar Fanjul, fueron un estallido prolongado. Después de la batalla, las herrumbrosas lanzas de ayer son recuerdos en las salas de juntas de la gran petrolera, Repsol, y de la actual Naturgy (Gas Natural).
Los accionistas de la antigua Catalana de Gas van desde los inicios con la familia Gil Babot hasta la incorporación reciente de los Godia, pasando por momentos de entradas y OPAS agresivas de empresas multinacionales, como Exxon, British Gas, Gaz de France o Rühr Gas. Van unidos a batallas mercantiles como la que supuso el intento de fusionar Gas Natural con Endesa, frenado por la guardia de corps de Aznar en Moncloa y Pizarro al frente de la eléctrica. Pasan por situaciones más cercanas y suaves, como la compra de Unión Fenosa por parte Gas Natural, con la apuesta industrial por el gas como energía primaria o la vuelta a la generación de luz; todo un regreso al origen de una empresa que se llamó Catalana de Gas y Electricidad. Y finalmente, la apuesta por la pirueta financiera, sin desmerecer el rigor industrial, de la actual Naturgy, presidida por Francisco Reynés. El músculo de Naturgy se pone a prueba a diario en el free float en los mercados al contado. En una coyuntura definida por algunos expertos como el fin del accionariado fiel, las calificaciones mercantiles de las agencias internacionales han sustituido a los accionistas estables de referencia.
Barcelona fue la ciudad de la luz en el medio del ochocientos. Charles Lebon y Pedro Gil Babot consiguieron por subasta pública el alumbrado de la ciudad con el gas obtenido de la combustión del carbón. Fue poco tiempo después del éxito inicial del mismo sistema en Madrid y en plena reurbanización de la Barceloneta, el barrio marítimo en el que se instaló la primera factoría de gas. Nació así la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas, que se expandió en Ferrol y en Sevilla en paralelo a la captación de recursos propios gracias a su cotización en la Bolsa de Barcelona. Y que dio otro salto cualitativo al cambiarse por nombre por el de Catalana de Gas y Electricidad, de la mano de un socio francés la construcción de la Central Térmica de Vilanova y por medio de su asociación con la norteamericana Exxon. Estableció entonces los contratos de suministro de gas natural, en Libia y Argelia. Con el gas natural como recurso minero se dio paso a la madurez de la compañía en el negocio del CNL (gas natural licuado), gracias a la tecnología criogénica que permitió transportar el gas licuado y reconvertirlo en gas gracias a la entrada en funcionamiento de la planta de regasificación del puerto de Barcelona.
Entraba la última década del siglo XX cuando Catalana de Gas se convirtió en Gas Natural SDG, resultado de la fusión entre Catalana de Gas, Gas Madrid e incorporando los actvos de distribución de gas aportados por el grupo Repsol, que entonces estaba todavía en manos del INH (Instituto Nacional de Hidrocarburos). Poco después, la empresa adquirió Enagás, el monopolio estatal dedicado al transporte y a la regasificación.
En 1996 entró en funcionamiento el gasoducto Magreb-Europa, que conectó la península con los yacimientos de Hassi R'Mel y con una gran fábrica en Damieta (Egipto), que Gas Natural ha compartido con la italiana ENI y que ha sufrido grandes paralizaciones por motivos políticos.
Poco más tarde, Gas Natural entró en los mercados de Brasil, México, Colombia, Chile y Panamá, con lo que el grupo afianzó su presencia en Iberoamérica. A calor de la la privatización del sector eléctrico en España, Gas Natural entró en el negocio de la venta de electricidad, con la puesta en marcha de su primera planta de generación eléctrica de ciclo combinado en San Roque. Su filial Gas Natural Europe obtuvo una adjudicación en el suministro de gas de la región de París para dar suministro de gas 208 municipios del área metropolitana y en Portugal se convirtió en el primer operador independiente, con un 15% en el segmento industrial. Entre 2005 y 2009, Gas Natural se afianzó en el sector eléctrico, realizando diversas aproximaciones a empresas de la competencia. Tras meses de turbias negociaciones, en 2006 se realiza una OPA hostil hacia Endesa, que fracasó. Finalmente en 2009, adquirió otra eléctrica española: Unión Fenosa. En 2017, Gas Natural Fenosa decidió trasladar a Madrid su sede corporativa y en 2018 y la compañía pasó a denominarse Naturgy.