Como todo el mundo sabe, el Partido Popular anda en pleno proceso de elección de líder. Más allá de las preferencias personales de unos y de otros, creo que la formación liberal conservadora debe reforzar sus principios ideológicos también en materia económica. Para ello debe reflexionar sobre lo que ha sido, lo que es y lo que quiere ser de mayor.
Desde mi humilde punto de vista, el nuevo Partido Popular debe tener claro que el Estado debe ayudar a aquellos que más lo necesitan, pero no debe ser un freno al desarrollo de la economía liberal de mercado, la propiedad privada, la iniciativa individual y el talento de las personas. Un clásico partido de centro derecha europeo hace de la libertad, la propiedad privada y la igualdad de oportunidades sus principios rectores. Premiar el esfuerzo, la vocación emprendedora y una educación de calidad es clave para la prosperidad de nuestra nación.
El objetivo principal debería ser propiciar el crecimiento económico y la creación de empleo. El paro es una lacra social que impide que las personas puedan desarrollar su proyecto de vida, rompe nuestro Estado del bienestar y nuestro sistema de pensiones. Para ello, hay que hacer todo lo posible para no complicarle más aún la vida a las empresas. Estas necesitan un marco de estabilidad que reduzca la burocracia, la inseguridad y que se ponga orden en el exceso de cambios normativos que actúan como freno a la prosperidad económica y social. No me olvido de que debe defender la unidad de mercado para ser más competitivos: la fragmentación derivada de tener 17 mercados dificulta la actividad, la inversión, la competencia y la formación de economías de escala.
Una vez encarada la solución a los graves problemas económicos derivados de la crisis económica, ha llegado el momento de impulsar una reducción general de impuestos que revierta el esfuerzo fiscal que han realizado las familias y pequeñas empresas durante estos últimos duros años. Aplicar reducciones en los tramos del IRPF y eliminar el impuesto de sucesiones son dos asuntos de los que debería hacer bandera. Sería recomendable, además, que las aportaciones a las mutuas sanitarias, a colegios concertados, a planes de pensiones y la inversión en vivienda habitual también tuvieran un mejor tratamiento fiscal.
Actuar sobre el lado de los ingresos no tiene ningún efecto si no se actúa sobre el gasto público. Hay que intentar gastar menos de lo que se tiene, hay que darles prioridad a inversiones productivas, sacralizar el mantenimiento del equilibrio presupuestario y seguir minorando nuestros niveles de deuda pública. Soy muy partidario en todas las facetas de mi vida de aquella máxima que dice que “menos es más”. Por eso, la eliminación de gastos superfluos, subvenciones estériles y la simplificación de administración pública no deben caer en el olvido.
Pero, sobre todo, a mí me gustaría un nuevo Partido Popular que mirara más allá de la coyuntura económica del momento. Una organización política que en materia económica pusiera las largas y analice por dónde está yendo el mundo. Por eso, debería trabajar profundamente para estar a la vanguardia de los sectores con mayor potencial innovador: economía digital, el big data, la biotecnología, automoción, energías renovables, agroalimentación, infraestructuras y el sector aeroespacial, naval y de defensa.
No me quiero olvidar de un sector que me parece especialmente atractivo que creará miles de puestos de trabajo en los próximos años: la economía circular. Hoy cualquier gobernante con perspectiva debe apostar por acciones que hagan de España una sociedad sostenible, por energías limpias y liderando iniciativas contra el cambio climático.
Que gane el mejor...