Con la transición, la unidad de la oposición al franquismo se resquebrajó. Tanto que un sinfín de partidos de izquierdas, derechas o centro desaparecieron en el nuevo escenario político que se fraguó tras la reforma política y las elecciones. Fue entonces cuando se acuñó aquello de "contra Franco se vivía mejor". Ciertamente, el adversario, el enemigo, era la dictadura, el franquismo que lanzó sus últimos estertores a diestro y siniestro. Pero el franquismo tenía la virtud de unir a todos en pro de un objetivo común: la democracia.

Ahora, unos cuantos años después, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy se recupera un remake de aquel dicho: "Contra Rajoy se vive mejor". Pedro Sánchez ha puesto patas arriba la política española. El PP está hecho trizas acosado y agobiado por la Gürtel, en versión madrileña y valenciana, con causas pendientes de este caso que se verán en breve y no pintan bien, y otros casos como Zaplana o Rato. Ciudadanos ha quedado en tierra de nadie y obligado a retratarse ante los españoles. Tanto criticar a Rajoy y, al final, pueden ser su salvavidas. No digamos el PNV, que a pesar de ser unos contorsionistas profesionales están a punto de quebrarse el espinazo si después de apoyar los presupuestos lo dejan en la estacada. En el fondo, Ciudadanos y PNV estarían encantados con un Rajoy que superara la moción de Sánchez. Se garantizarían un Gobierno débil al que poder zumbarle día sí y otro también.

Pero lo más emblemático de este "contra Rajoy se vive mejor" lo está protagonizando Junts per Catalunya. Quim Torra, como mayordomo aventajado, está poniendo voz a una especie de justificación para no votar a Sánchez, o lo que es lo mismo, para mantener a Rajoy como presidente. Quién lo diría después del toma y daca constante de los radicales independentistas de derechas contra el presidente del Gobierno. En un alarde de incultura, manifiestamente mejorable, Torra ha pedido a Sánchez la libertad de los presos políticos. Se recomienda una rápida lectura a Montesquieu para que el señor Torra se sitúe sobre esa posibilidad. Como esto hace aguas por doquier, los procesistas de Torra y Puigdemont echan mano de un tema manido y manoseado: el PP y el PSOE son lo mismo. Saben que no y mienten a sabiendas. Puigdemont está más interesado en mantener a Rajoy porque así su discurso se retroalimenta. Nada mejor para el nacionalismo irredento catalán que tener enfrente a un nacionalismo español representado en Rajoy y apoyado por las huestes naranjas. Además, evita que un Pedro Sánchez que puede presentar propuestas políticas, diferentes a las de Rajoy, llegue a la Moncloa y los deje sin parte de su argumentario de la España opresora. "Contra Rajoy se vive mejor", piensan Ciudadanos, Junts per Catalunya y PNV. Otra cosa es cómo lo explicarán a sus electores si, gracias a sus votos, Rajoy continúa en La Moncloa.