Durante muchos años TV3 fue una televisión de una calidad aceptable en su programación y a pesar de que no escondía su latir nacionalista era aceptada por una buena parte de la ciudadanía en cuanto elemento necesario para la normalización de la lengua catalana y la cualidad tanto de pluralidad como de servicio público era notable.

Con la llegada de Artur Mas al Govern las cosas cambian de forma radical. Se echó atrás la reforma legislativa del Govern Tripartit. El Gobierno de CiU con el apoyo del PP cambia la ley de forma que los órganos de Gobierno de la CCMA podrían ser escogidos por mayoría absoluta del Parlament, en una segunda votación, y no por mayoría cualificada como antes.

En paralelo también se aprovechó para cambiar en el mismo sentido el sistema de elección del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) que es la autoridad responsable de la regulación de la comunicación audiovisual y que venía funcionando con una gran profesionalidad y consideración.

A partir de este momento se inicia una historia del control in crescendo de los medios de la CCMA (televisión y radio públicas) por el gobierno de turno. En un primer momento esto pasa por el control directo del conseller de Presidencia Homs sobre los informativos.

A raíz del inicio del procés la utilización partidista por parte de la mayoría unilateralista no ha parado de crecer hasta llegar a un momento en que el relato procesista inunda toda la programación, y se le da el carácter de verdad indiscutible.

La pluralidad desaparece de raíz. En los programas de debate, en el mejor de los casos, la correlación entre partidarios/as del procés y los/las que no lo son o son transversales está en una proporción de cinco a uno, y hay que incluir que los presentadores o presentadoras actúan en la mayor parte de los casos como hooligans de la mayoría.

La situación no sólo no ha revertido sino que se ha incrementado desde elección de Sanchis como director de TV3 y la implantación del 155. Los medios de la Corporación siguen con una fidelidad total los postulados y relatos unilateralistas y con una especial atención a las actividades de Puigdemont, al cual se le otorga la "plena legitimidad". Para los medios públicos se trata del "president de la Generalitat" igual que se habla de los "exiliados" o de los "presos políticos".

Se habla de Estado no democrático mientras a toda hora los medios públicos contactan para entrevistas diversas con Puigdemont en horarios de máxima audiencia o retransmiten en directo las manifestaciones de la ANC. También hay que añadir que los representantes de la oposición política son en ocasiones maltratados verbalmente por los propios entrevistadores, lo que ha llevado a que algunos declinen asistir, cosa que quizás es la que se buscaba.

La manipulación del poder político en las televisiones públicas no es nueva. Los casos de Telemadrid o Canal 9 son ejemplos claros. E incluso en la actualidad los informativos de TVE son un ejemplo de partidismo y utilización burda por parte del Gobierno del PP. El PP copió la normativa aprobada por el Gobierno de CiU para legislar la elección de los órganos de gobierno de RTVE.

Pero el caso de TV3 es más sangrante por una cuestión que afecta a la propia profesionalidad de los trabajadores/ras. Ante la actuación del PP y su intervención y manipulación de las noticias en TVE, se ha podido ver las múltiples protestas del Consejo de Informativos de los profesionales de Televisión Española. También hemos visto la protesta de los/las presentadores/ras, especialmente vistiendo de negro los viernes en los informativos. E incluso la campaña iniciada en Twiter por @MujeresRTVE y el hashtag #Asísemanipula. Esto nos hace ver que una cosa es la dirección y otra la gente que trabaja en a la radiotelevisión pública española.

Nada parecido a esto podemos decir de TV3, no ha habido ninguna reacción de su comité profesional ni de la plantilla ni de sus representantes ante la manipulación de la realidad, de la carencia de pluralidad y del papel de herramienta de adoctrinamiento de la ciudadanía que los medios públicos --tanto TV3 como Catalunya Ràdio-- están jugando y que comporta que cada vez menos gente la considere suya.

Los profesionales de TV3 tendrán un problema si en la próxima campaña electoral quieren protestar contra los denominados "bloques electorales" que siempre han considerado que estaban en contra de los criterios profesionales y respondían a criterios políticos. Ahora será paradójicamente el único momento en que se dé una cierta pluralidad y proporcionalidad informativa a las fuerzas políticas.

Toda esta situación es negativa para los propios medios pero especialmente para el conjunto de la ciudadanía. Porque a un medio público hay que exigirle mucho más que a uno privado. Un medio público tiene que ser profesional, ideológicamente neutral, con credibilidad, respetuoso con la pluralidad y de calidad. En la actualidad ninguna de estas características se podrían ajustar a la realidad de los medios públicos catalanes.