Félix Ovejero (Barcelona, 1957) no se esconde. Inspiró los primeros pasos de Ciudadanos en Cataluña, porque ha entendido que el nacionalismo ha sido perjudicial para el conjunto de los catalanes. Habla claro, rápido. Señala que la izquierda ha tenido una gran responsabilidad en la actual situación en Cataluña, y que, en realidad, “es la tercera vía” la que “nos ha llevado hasta aquí”, al proponer acuerdos, a su juicio, que el nacionalismo ha ido aprovechando sin querer, en ningún momento, darse por satisfecho. Profesor titular de Economía, Ética y Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona, Ovejero defiende con convicción sus tesis, tras señalar que se debe acabar “con la ficción independentista moral y políticamente”.
--¿Entiende que lo que ocurre ahora en Cataluña es un proceso que se pretende culminar y que arranca con Jordi Pujol, pero también un poco antes, junto con la izquierda que aunó la tradición católica-nacionalista-comunista que representó el PSUC?
--Sí, es interesante repasar la composición de las élites políticas de la izquierda, su procedencia, poco accesible a las clases trabajadores. Y cuando “cooptaban” a algunos, estaban acomplejados y compraban la retórica de la integración, como algo absolutamente reaccionario.
--¿En qué medida también el PSC es corresponsable?
--Es el mayor responsable. Basta con ver cómo ha ido reajustando su proyecto. Recuerden que el Foro Babel era un producto de la izquierda. Sin que nadie argumentara cómo ni por qué, poco a poco se pasó a defender las ideas del nacionalismo. El programa del PSC es el de los nacionalistas del año anterior. Y eso ha sido la tercera vía, siempre el punto intermedio entre lo que había y un poco más de nacionalismo. Resulta divertido escuchar periódicamente que esa es la solución. Al revés, el lío en el que estamos es resultado de aplicar sistemáticamente la tercera vía. Estamos aquí por haber aplicado la tercera vía.
-Para usted, ¿qué espacio queda para un sentimiento comunitario catalán? Es decir, ¿qué puede aportar ese nacionalismo catalán que tuvo un primer objetivo, como señaló Cacho Viu: la modernización de España?
--Perdone, pero yo me dedico a la teoría de la ciencia y esas grandes palabras me resultan vacías. El nacionalismo, esto es, un conjunto de individuos que sostienen que otro más amplio constituye una nación en nombre de la cual habla, solo tiene un objetivo: levantar una nación cultural y romper una comunidad de ciudadanos libres e iguales. Lo demás, la historia, me perdonará, se explica mejor desde los intereses y los conflictos. Soy marxista, que le vamos a hacer. La retórica ampulosa no explica, es la que necesita ser explicada.
--A su juicio, ¿cómo se arregla esta situación, con una reforma constitucional, en clave federal?
--Desde luego no se arregla haciendo concesiones a quienes no quieren ser contentados. Tengo bastante claro que el Estado de las autonomías, que se presentó para resolver un problema, en realidad lo ha cebado, o, si quiere, lo ha creado, generando un perverso sistema de incentivos. No tengo nada claro que, precisamente, la solución sea más autonomía, cuando buena parte de los problemas son resultados de “más autonomía”. Eso, claro, que no olvidemos que la unidad de valoración moral importante es el conjunto más amplio de nuestros conciudadanos, de momento, los españoles (y ojalá fueran los europeos). Por supuesto, siempre podemos trazar un perímetro arbitrario y ver si “lo nuestro está solucionado”. Claro que esto también se lo puede preguntar a los de San Gervasio cuando pagan impuestos municipales y nos lo podríamos preguntar los barceloneses respecto a otros catalanes. Contra la decencia de esa pregunta se ha escrito la historia entera de la izquierda.
--¿La situación actual obligará a un nuevo contrato social, diferente, cuestionando los principios del nacionalismo? ¿Un acuerdo entre iguales?
--Creo que cuando se ha embarcado tanta biografía, apearse de algo así será complicado. El proceso de desintoxicación no podrá ser un proceso racional, intervienen emociones, incentivos e intereses. Habría que proporcionar un relato de salida, y eso creo que podría aportarlo Ciudadanos, pero no lo sé con seguridad. Intervendrán muchos factores, y se verá cómo evoluciona. Para algunos será suficiente lo que ya ha ocurrido con las empresas que se han marchado, como gran señal de que existe una realidad. En todo caso, habrá que hablar de frente, decir las cosas. No veo, por ejemplo, al PSC en esa tarea, porque ha estado muy ligado a esa construcción.
--¿Pero ese contrato se debe hacer?
--Sí, pero no veo las condiciones. Vamos a tener que acostumbrarnos a la tensión, a seguir así por un tiempo. Veo un fenómeno nuevo, al margen de lo que vamos hablando sobre Ciudadanos, que es Vox. Me da la impresión de que puede subir, porque se han dejado huecos, con Ciudadanos como un partido moderno, con el PP, que ha asumido muchos valores del progresismo, y con todo el resto del mapa político marcado por la socialdemocracia. Y eso puede dar un momento constitucional nuevo, que la gente salga a la calle, y lo hemos visto en Cataluña, para reconocerse como comunidad política. Hay un mercado político que queda por desarrollar, y es posible que por la derecha salga algo nuevo, en función de cómo evolucione el PP. Veremos.