España es un país que va bien porque estamos en un momento de expansión económica, porque ha mejorado mucho la formación de los españoles y ha ido en aumento la profesionalización de los servicios y porque somos mucho más trabajadores de lo que en otros países nos consideran, pero no por lo bien que lo esté haciendo el Partido Popular.
En España actualmente hay, entre otros, dos problemas muy serios como son la corrupción y la deriva independentista de Cataluña y en ninguno veo al partido que gobierna este gran país coger el toro por los cuernos solventando uno y/u otro de dichos mayúsculos problemas.
En el PP tristemente parece haberse instalado la anarquía, le indiferencia y la irresponsabilidad, con la consiguiente autodestrucción de cara a las elecciones generales de 2019.
El PP no ha cogido el toro por los cuernos a la hora de afrontar la corrupción ni la deriva independentista
Anarquía porque parece que cada miembro hace lo que le viene en gana y nunca nadie dimite a petición del presidente del Gobierno de España y del Partido Popular, sino cuando una llamita de corrupción que se le asocia a dicho miembro del partido ya arde cual falla de Valencia. La anarquía también se aprecia cuando se ve cómo el ministro de Hacienda y Función Pública, don Cristóbal Montoro, quien antes que aceptar un error propio derivado de una palmaria culpa in vigilando, osa manifestarse en contra de los intereses de su partido, de cientos de pruebas aportadas por la Guardia Civil, en contra del valiente magistrado del Tribunal Supremo, don Pablo Llarena, y en contra de la opinión de la propia abogacía del Estado.
La indiferencia la aprecio en la actitud del ministro del Interior, don Juan Ignacio Zoido, al permitir que los Comités de Defensa de la República (CDR) campen a sus anchas poniendo recurrentemente en peligro el orden público sin hacer nada al respecto pese a controlar en la actualidad a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que operan en Cataluña, incluidos los Mossos d'Esquadra. Observo incrédulo y embargándome una enorme desazón también indiferencia, por no decir manifiesta desidia, cuando leo que el simpático, pues así realmente me cae, ministro de Educación y portavoz del Gobierno, don Íñigo Méndez de Vigo, renuncia a garantizar la enseñanza en español en Cataluña, manteniendo así el modelo actual de inmersión consistente en sobredosis de catalán y prácticamente tantas horas de castellano como de otros idiomas (inglés, francés, latín) como si fuese un idioma extranjero, consagrando así la metástasis que ha supuesto la cesión de la competencia de educación a las comunidades autónomas.
Con esta dinámica autodestructiva no es necesario que Ciudadanos se esfuerce para sustituir al PP
Y, en general, por dicho cúmulo de reprobables actitudes concluyo que el presidente del Gobierno, don Mariano Rajoy, incurre en una irresponsabilidad sin precedentes. Así, lejos de obligar a dimitir a los corruptos de su partido los respalda en público. Lejos de exigir máxima diligencia y control del destino de lo que el FLA transfiere a Cataluña, permite manifestaciones contrarias al interés general del Estado por parte de un ministro díscolo y que siga financiando incondicionalmente el independentismo y los medios de comunicación catalanes. Lejos de pedir que en Cataluña reine el orden público --como en el resto de España-- permite vandalismo recurrente en las calles, autopistas, estaciones de tren, etc. Lejos de permitir que los escolarizados en Cataluña dominen el castellano, los abandona a su suerte.
Le deseo suerte en las próximas elecciones generales al Partido Popular pues la va a necesitar, y mucha, ya que con esta dinámica autodestructiva no es necesario que Ciudadanos se esfuerce para sustituirles, pues es tal el cúmulo de patinazos por acción u omisión asociables al actual gobierno de España y al Partido Popular que se me antoja apropiado rebautizarlo como Partido Patético, porque actualmente lo es, y mucho.