"Si nosotras paramos, se para el mundo", es el lema escogido este año para celebrar el Día Internacional de la Mujer. Una jornada que será especial porque por primera vez se intentará que millones de mujeres en 150 países se adhieran a alguna de las formas de protesta: huelga de 24 horas, paros parciales o movilizaciones que visibilicen el trabajo invisible y no remunerado que cada día permite que el mundo funcione.
La huelga feminista no se limitará a una huelga laboral. Quiere ser una huelga de cuidados, del trabajo doméstico, del soporte a la familia, de consumo y estudiantil para visibilizar todo aquello que las mujeres hacen en el día a día sin recibir una retribución o por sueldos precarios. Se trata que en lugares tan distintos como Argentina, El Salvador, la República Checa o Tailandia se escuche una única voz para reivindicar cuestiones como la brecha salarial, la violencia machista, la discriminación por razones de género, la precariedad laboral o la feminización de la pobreza.
Con la huelga de cuidados se quiere hacer patente que el sistema económico colapsaría sin el trabajo invisibilizado y desvalorizado de las mujeres que se ven sometidas a dobles jornadas por hacerlo. Con la estudiantil, se busca visibilizar que el sistema educativo contribuye a perpetuar las desigualdades y un statu quo en el que las mujeres siguen ocupando un lugar secundario.
Este año la jornada se ha visto salpicada en Cataluña por la polémica debido a la incorporación en el manifiesto oficial de reivindicaciones soberanistas. Esto no debe ser, sin embargo, un impedimento para participar de una jornada que es de todos y todas. Porque no nos faltan las razones para sumarnos.
La celebración del Día Internacional de la Mujer es una convocatoria que traspasa fronteras, un día para poner en común los problemas que compartimos más allá de nuestras opciones políticas
La brecha entre hombres y mujeres en Cataluña, según los últimos datos, es de un 23%: el salario medio de los hombres se sitúa en 27.514 euros anuales y el de las mujeres en 20.946 euros. Las mujeres son además las que desempeñan los trabajos más precarios y las que se han visto más perjudicadas por las consecuencias de la crisis económica y el aumento de la desigualdad.
¿De qué manera? La tasa de actividad femenina es actualmente diez puntos inferior que la de los hombres y la de paro, cuatro puntos superior. El 67% del empleo temporal y el 81% de los contratos a tiempo parcial son realizados por mujeres. La brecha salarial también tiene su equivalente en las pensiones: sólo un 36% de las personas jubiladas con derecho a pensión son mujeres y reciben como media 768 euros frente a 1.220 euros de los hombres.
Las mujeres sufren también más violencia por el hecho de ser mujeres. Desde el año 2003, más de 900 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España y 141 en Cataluña.
La situación a nivel global es aún más desalentadora. Según el último informe de ONU Mujeres son ellas quienes sufren más la inseguridad alimentaria y las primeras en sacrificar su comida si los alimentos escasean. Todavía hay 49 países en el mundo que no cuentan con una legislación contra la violencia doméstica, 45 que no tienen normas dirigidas al acoso sexual y 37 que exoneran a los violadores si están casados con la víctima o contraen matrimonio con ellas posteriormente. Según el Foro Económico Mundial, tardaremos aún cien años en lograr que hombres y mujeres tengan la misma participación política, acceso a la educación, a la salud e igualdad económica y laboral si no hacemos algo para cambiar las cosas.
La celebración del Día Internacional de la Mujer es una convocatoria que traspasa fronteras, un día para poner en común los problemas que compartimos más allá de nuestras opciones políticas. Este 8-M tenemos que sumarnos, poner en valor el trabajo silencioso de las mujeres, aquello que hace que el mundo funcione y que nos une más allá de banderas. Es un día para demostrar que si podemos mover el mundo, también podemos cambiarlo.