Damián Cardona Onses (Barcelona, 1965), después de un intenso periodo en la sede de Naciones Unidas en Nueva York como responsable de Campañas de Comunicación y Comunicación de Crisis, ha regresado a África --donde ha trabajado en distintos momentos de su carrera-- para dirigir el Centro de Información de la ONU en Dakar que cubre varios países del África del Oeste y del África francófona. Ha trabajado en Haití, Colombia y ahora en Dakar, además de otras misiones en Oriente Próximo y Bosnia Herzegovina. Su experiencia le lleva a asegurar que "las revoluciones identitarias las dirigen elites con intereses particulares", y que eso lo ha visto en diferentes países, con situaciones muy diferentes a las de Cataluña. Onses regresa de Nueva York a Dakar, y pasa unas horas en Madrid, con una entrevista con Crónica Global. Añora una Barcelona que dejó hace años, tras vivir el momento más álgido de los Juegos Olímpicos, aunque participó un tiempo después como director de relaciones internacionales en el Fórum Internacional de las Culturas, en 2004.
-Como responsable de la oficina de información de Naciones Unidas en Dakar, ¿cuál es su principal cometido?
-Los Centros de Información (CINUs) son las oficinas mas antiguas que tiene la ONU en el terreno. Una red de casi 60 centros, algunos establecidos ya en 1946, recién creada la organización con la finalidad de difundir y dar a conocer la nueva estructura --y la nueva esperanza-- de la diplomacia multilateral tras el drama de la Segunda Guerra Mundial. Trabajamos con medios de comunicación, con universidades, con think tanks y con colegios. En los últimos años se ha dinamizado la comunicación por redes sociales y se han establecido alianzas estratégicas, por ejemplo con compañías de telefonía celular, para difundir la agenda y los valores de la ONU. El Centro de Dakar se estableció en 1964 y cubre varios países del África francófona y lusófona. El CINU DAKAR tiene un rol importante en la región del Sahel, un territorio clave en la estabilidad africana, europea y mundial.
¿Qué papel tiene España en toda esa extensa zona, y cómo interactúa con Naciones Unidas?
-España, como el resto de sus socios europeos, concede una gran importancia a la estabilidad y el desarrollo del Sahel, claves para potenciar el desarrollo, garantizar la seguridad, limitar la inmigración ilegal y combatir los efectos del cambio climático a uno y otro lado del Mediterráneo. Tenemos una misión de paz que es clave en la región, la MINUSMA en Malí. España no participa en esta misión con cascos azules como sí lo hace en el Líbano. España es muy activa en la misión europea de formación de las fuerzas armadas y de policía malienses. En 2007/2008, con un innovador proyecto de regulación migratoria que ha sido muy exitoso y que es un ejemplo para otros: la formación y trabajo conjunto de guardacostas en Senegal que ha frenado el terrible éxodo de pateras hacia las Canarias. Esta acción policial se ha complementado con una fértil política de cooperación al desarrollo para crear oportunidades de empleo para jóvenes y garantizar la sostenibilidad de uno de los países mas estables de África.
España está realizando una labor muy activa en Sahel, una zona clave para la ONU
-Usted lleva años con diferentes responsabilidades, en el campo internacional, fuera de España. Con la información que ha ido teniendo, ¿cómo ve ahora Cataluña? ¿En qué momento considera que se produjo un cambio sustancial?
-En mi calidad de funcionario internacional no puedo pronunciarme demasiado sobre asuntos internos de un Estado miembro, aunque sea catalán y España sea un Estado miembro de la ONU. Eso no impide que la situación me produzca una enorme tristeza e impotencia. Y ni siquiera pude votar en Dakar pues el llamado sistema de voto rogado funciona francamente mal pues depende de los servicios de correos de muchos países donde no funcionan. El voto es un derecho y no se debería rogar cuando uno vive en el extranjero. Hace unos años el sistema era mucho mas simple y yo puede votar hasta desde Puerto Príncipe (Haití). Solo me permito citar a nuestro jefe, el Secretario General Antonio Guterres quien, en su mensaje de año nuevo Una alerta para el mundo advierte entre sus preocupaciones que "el nacionalismo y la xenofobia van en aumento".
-Los responsables del Gobierno catalán han intentado influir en el contexto internacional en los últimos años. ¿Qué incidencia han tenido, a partir de su propia experiencia?
-Desde Nueva York, hasta el pasado mes de septiembre, el impacto informativo sobre la situación catalana era mínimo. Es cierto que la ONU lidia --y comunica-- sobre realidades nacionales y regionales mucho mas complejas y alarmantes. Las crisis de refugiados en Myanmar, la situación dramática y olvidada del Yemen, la crisis permanente en Oriente Medio o la situación en el Sahel ocupan las prioridades de la agenda global. Es cierto que las imágenes del 1 de octubre en Barcelona tuvieron un impacto mediático, sobre todo, por lo incomprensible. Para muchos el conflicto era tan inesperado y fuera de contexto como si algo parecido hubiera sucedido en Viena o en otras grandes capitales.
El voto rogado no funciona, no pude votar desde Dakar, y sí lo pude hacer cuando estuve en Puerto Príncipe
-¿Se puede entender desde Dakar lo que ocurre en Cataluña, desde su propia posición, y como catalán que vivió con intensidad los primeros años de gobierno de Jordi Pujol tras la recuperación de la Generalitat?
-Para mí, se trata de una situación muy triste y decepcionante. Durante casi 25 años de carrera internacional siempre he llevado con orgullo mi condición de barcelonés. Dejé Barcelona en plena resaca olímpica y con un prestigio enorme. Veinticinco años después, nadie entiende mucho por qué hemos llegado a este nivel de crispación, de pérdida de control. Una frase muy habitual entre colegas de Naciones Unidas era que "realmente, no necesitábamos este conflicto y, en el corazón de Europa".
-Pero para usted, con su experiencia, ¿es comprensible el auge del soberanismo en Cataluña? ¿Ve algún factor que lo pueda justificar, teniendo en cuenta el contexto internacional?
-La historia occidental de los siglos XIX y XX nos demuestra que los movimientos nacionalistas e identitarios acostumbran a surgir o desarrollarse en periodos de crisis, y hablo de crisis no solo económicas sino también de crisis de ideologías. Llegué a Bosnia apenas dos semanas después de la firma de los acuerdos de Dayton y allí la comunidad internacional fue testigo de una revolución ideológica e identitaria dirigida desde las elites políticas con intereses particulares que desembocaron en una guerra fratricida. Fue un enorme fracaso de Naciones Unidas pero es cierto que la ONU tenía un frágil mandato y capacidad de mantenimiento de la paz, y en la antigua Yugoslavia no había ninguna paz que mantener. Es imposible, y sería frívolo, comparar realidades pero es cierto que la historia reciente demuestra que muchos conflictos identitarios o religiosos son auspiciados desde la política con estrategias, en muchos casos, de largo plazo. Las revoluciones identitarias las dirigen elites con intereses particulares.
-¿Qué le ha preocupado más en todos estos años cuando se interesaba por Cataluña? Estados Unidos ha sido una de las puertas que ha pretendido tocar el Gobierno catalán, con la visita, incluso, de algunos congresistas a Barcelona. ¿Qué le interesa en estos momentos a Estados Unidos, teniendo en cuenta también esa zona de África de la que usted es responsable?
-De nuevo es difícil para mí responderle a una pregunta sobre otro país miembro de la ONU como Estados Unidos. En cualquier caso, sí puedo decirle que todavía muchos de los elementos de la nueva política exterior estadounidense están por definir. A nivel geopolítico, no creo que Estados Unidos deje de ser un actor importante en África teniendo en cuenta, además, la creciente implantación e influencia de China en el continente.
Muchas batallas están perdidas de antemano en la lucha para combatir los atentados si no se entienden las condiciones sociales
-¿Qué debates considera que se deberían abordar en Cataluña y España, y no se hacen, respecto al contexto internacional? Desde Dakar, ¿se preveía un posible atentado en Cataluña por parte del islamismo como ocurrió el pasado 17 de agosto en Barcelona?
-La seguridad o, mejor dicho, la falta de seguridad, que ya forma parte de nuestra cotidianidad. Sin duda, los Estados y organismos deben buscar protegerse y combatir los grupos ilegales, pero muchas batallas asimétricas están perdidas de antemano. Si un grupo islamista llega a un barrio marginal de Lagos o de Dakar y logra lavar el cerebro de un joven que no tiene nada que perder, pues no tiene futuro alguno como tampoco lo tuvo su padre, quién puede frenar que prefiera morir inmolado creyendo en un cielo redentor que seguir en ese barrio polvoriento apenas sobreviviendo.
¿Es consciente España y Cataluña en concreto de los flujos de inmigración que se viven desde esa zona de África?
-Solo hay que pasearse por los centros de las ciudades para ver vendedores de productos falsos que, como malabaristas, desaparecen cuando otea la policía. También se puede pasear uno por pueblos agrícolas del Maresme y charlar con senegaleses de Thies que hablan un perfecto catalán. Además, en Senegal, la rivalidad Barca-Madrid logra paralizarlo todo. Hay mucho interés y relación. Y los países del norte tienen que dejar de ver la migración como una amenaza. Negar la realidad no la cambia. Las migraciones han construido nuestro mundo de hoy. Las migraciones deben regularse y para ello Naciones Unidas coordina un proceso que debería concluir en septiembre 2018 con la firma de un acuerdo global sobre migraciones. Desde Naciones Unidas lanzamos hace poco más de un año una campaña para combatir la xenofobia, JUNTOS, buscando destacar los aspectos positivos de la diversidad. Durante el tiempo que he pasado en Nueva York muchas veces pensaba: ¡que sería de esta ciudad si solo la habitaran blancos de origen europeo: sería la ciudad mas aburrida del mundo y no sería Nueva York!
Después de 25 años de los Juegos Olímpicos nadie entiende la situación de crispación en Cataluña
-¿Qué país está más en el terreno, preocupado por esos países, en relación, por ejemplo, al Sahel?
-Francia es, sin duda, el país con mayor implantación e influencia en una región que es, además, fundamentalmente francófona. Los intereses económicos franceses en la región así como las enormes comunidades africanas que residen en Francia hacen inevitable ese rol vertebrador de Francia. España y, en menor medida Italia y Portugal, son también actores importantes y la cooperación en materia de seguridad, en comercio y en desarrollo son cada vez más notables.
-¿Es el debate sobre la identidad y el autogobierno lo que se puede imponer en todo el mundo en los próximos años?
-Está claro que los Estados-nación deben replantearse su rol y sus capacidades. Las nueva entidades supranacionales, como la Unión Europea o la ASEAN obligan a cesiones de soberanía, a mejor coordinación y transparencia entre Estados. La ONU también va a necesitar cambios profundos pues su gobernanza responde a la situación de 1945 y no a la de 2017. ¿Es normal que India --la mayor democracia del mundo-- no esté en el Consejo de Seguridad y que regiones enteras como América latina o África no tengan representación alguna? Para su pregunta sobre la identidad, me permito recomendarle un ensayo maravilloso que debería ser lectura obligada en el último curso de colegio o en los primeros años de universidad: Les identités meurtrières (Las identidades asesinas), del académico Amin Maalouf.