El asombro es enorme al ver cómo ha cundido la insensatez y la irracionalidad. Así comienza una felicitación por Navidad que he recibido desde la Cataluña más profunda. Después de ayer, casi todo sigue igual, son la primeras palabras de otra felicitación que me ha mandado un exiliado interior. Cualquier análisis que prescinda del factor emocional no acertará a precisar, aunque sea un poco, los límites del enorme enjambre en que se ha convertido, no la política catalana, sino Cataluña misma.
Apenas quedan tres meses para que llegue la primavera y, como sucede con las abejas, es el tiempo en que, al carecer de espacio para continuar con su reproducción y con la acumulación de alimentos, comenzarán a multiplicar sus enjambres. No necesitan que sean iguales, ni siquiera que pertenezcan a la misma etnia, con tal de seguir a un líder es suficiente para abandonar la colmena original. En la primavera se retomará la expansión imperialista del ideario y de la práctica nacional.
Para reconducir la multiplicación de enjambres es imprescindible el buen hacer del apicultor, que los captura con un apenas un solo toque. Durante un breve tiempo, se deja a esa colonia de abejas en el mismo lugar para que la feromona de la abeja reina atraiga a las que han quedado fuera. Pero el que parecía ser un experimentado apicultor, Rajoy, ha visto mermada muy severamente su legitimidad para actuar como vigilante del orden constitucional.
Con el 21D, el desastre ha alcanzado proporciones imprevisibles. Se esperan tiempos de mayor agresividad contra el Estado de derecho y, sobre todo, contra el cuerpo debilitado del Estado español
Con el 21D, el desastre ha alcanzado proporciones imprevisibles porque estamos ante un comportamiento más cercano a las avispas que a las abejas. Se esperan tiempos de mayor agresividad, con múltiples picaduras en el Estado de derecho y, sobre todo, en el cuerpo debilitado del Estado español. Pese al triunfo de Cs, tras el 21D el problema catalán ha dejado de ser un problema entre catalanes para trasladarse al corazón del Estado y enquistarse en la cotidianidad de los españoles. El previsible crecimiento de Cs viene alentado precisamente por el veneno y el escozor de la picadura nacionalista. ¿Tendremos elecciones generales anticipadas? Es posible que, a la presión del PSOE y de Podemos, se sume ahora la urgencia electoral de Cs para trasladar su éxito catalán al resto de España.
2018 será también el año de la nación catalana que vuelve a estar dirigida por una colonia de avispas hiperactivas que ha culminado su gran obra: instaurar la eusocialidad. Visto los resultados electorales, la casta nacionalista es ya la única que se reproduce y alcanza una notable longevidad, mientras que sus castas obreras --aquellas que también apoyan el discurso nacional, como los comunes o los cupaires-- son estériles, incapaces ni de cuidar sus crías, ni de siquiera tenerlas. Ni por asomo los republicanistas más reaccionarios hubieran imaginado que les iba a resultar tan fácil conseguir la mayoría absoluta, con un par de picaduras aquí o allá la consiguen. El desastre para la convivencia, para la diversidad y, sobre todo, para la tolerancia se ha consumado.