Las elecciones autonómicas catalanas del próximo 21 de diciembre se presentan, cuanto menos, interesantes a nivel de análisis del comportamiento electoral.
La competencia entre partidos no sólo tendrá como valor relevante su escala ideológica, sino que, como ya sucedió hace dos años en los comicios del 27S, el grado de independentismo o constitucionalismo defendido por cada uno de ellos será crucial para determinar el comportamiento electoral de los individuos. Estamos frente al contexto electoral conocido como competencia espacial bidimensional. Los partidos no sólo se posicionan en su base ideológica, sino que también lo hacen en función de si se consideran más o menos independentistas.
El modelo de competencia espacial bidimensional representa las ubicaciones de los partidos en un espacio constituido por dos valores: la ideología izquierda/derecha y el independentismo/constitucionalismo. En el marco de unas eventuales elecciones polarizadas, esto hace que, por un lado, PSC, C's y PP compartan electorado, y por otro, la CUP, ERC y el PDeCAT. Por su parte, Catalunya Sí Que Es Pot, quedaría a caballo de ambos bloques; actuando como partido bisagra.
Y es aquí cuando tres elementos entran en juego: en primer lugar, los denominados swing voters; en segundo lugar, la utilidad del voto y, por último, el grado de participación y el coste de la misma.
Un swing voter es aquel individuo que vota a dos partidos distintos en dos comicios electorales consecutivos del mismo nivel, por ejemplo el 27S y el 21D, y se contrapone, por tanto, a los votantes incondicionales. Aunque el voto del swing voter sea difícil de predecir, éste se caracteriza, en primer lugar, por su utilidad y, en segundo lugar, por el efecto bandwagon. Éste se produce en aquellos votantes que deciden modificar sus preferencias electorales por subirse al carro ganador, esto es, impulsados por una conducta o creencia propagada entre la multitud o por los propios sondeos.
En cuanto a la utilidad del voto, cabe tener en cuenta que el elector no siempre está votando al partido que desearía, sino al que prefiere entre los que tienen posibilidades de gobernar o al que va a maximizar la utilidad de su voto.
Todo ello quedaría demostrado en el posible aumento de votos que podría obtener Esquerra Republicana de Catalunya (opción independentista) o Ciudadanos o PSC (opciones no independentistas).
La participación será clave en estas elecciones, de manera que el grado de movilización de ambos bloques será determinante para decidir el vencedor
Por otro lado, la participación será clave en estas elecciones, de manera que el grado de movilización de ambos bloques será determinante para decidir el vencedor. El grado de participación o de abstención está llamado a jugar un rol crucial en los comicios del 21D. Ante la evidencia de unas elecciones polarizadas, el bloque de partidos que consiga movilizar a más electorado será el que, probablemente, acabe obteniendo la mayoría de escaños en el Parlamento catalán.
Además, el hecho de que la cita electoral sea un jueves, y no un día festivo, supone un coste añadido para el votante trabajador o estudiante, ya que debería efectuar una renuncia a sus obligaciones diarias, pudiendo perjudicar a aquellos partidos que se nutren de un electorado de edades medias y, en cambio, podría favorecer a aquellos partidos cuyos votantes se encuentran en franjas de edades mayores de 65 años.
Así pues, los comicios electorales del 21D se prevén muy ajustados. La abstención será clave para dirimir el bloque vencedor de los mismos y, posteriormente, veremos si la política del pacto se impone.