Ada Colau y Manuela Carmela son las dos alcaldesas más influyentes en España --Madrid y Barcelona-- pero no piensan igual. El origen es la formación que tienen. Colau ha sido, y es, una activista social que ha ganado un prestigio entre los electores más pobres de Barcelona. Carmela ha sido jueza y por eso respeta la ley, porque sabe que sin leyes la vida en sociedad es la ley de la selva. Colau es mediática porque tiene el don de la palabra de Pablo Iglesias. Ambos son sofistas de primera división. Es su valor, pero también su peligro.
Me da más miedo Ada Colau que Anna Gabriel. Ambas igual de listas, pero la diferencia es que la Gabriel dice lo que piensa. Es una radical, que va de cara. No engaña. Por el contrario, Colau es consciente de que es alcaldesa con el voto de una mayoría que no son indepes, sino de gente humilde, que ven en Ada la reencarnación femenina de Robin Hood. El ladrón que roba a los ricos para entregarlo a los pobres. Por eso la han votado. Los pobres no son estelados. Pero ella, si no lo es, los imita muy bien.
Por eso me da más miedo que Gabriel, porque Colau es el caballo de Troya en la ciudad no estelada; con el voto de los que no quieren separarse de España. No dudará en entregar las llaves de la Ciudadela a los que sueñan con romperla. Todos los que el día 28 decían que las elecciones del 21D eran ilegales e ilegítimas se presentarán para hacerlas legales y legítimas en esta República abortada de la Mentira.
Que no tienen fuerza para hacerlo ha saltado a la vista en estos 18 días que han pasado entre la proclamación de la República catalana y la realidad. Había que ser muy ingenuo para acudir la noche del 27O a celebrarlo con cava en la plaza de Sant Jaume. Hay adolescentes de todas las edades.
Colau es mediática porque tiene el don de la palabra de Pablo Iglesias. Ambos son sofistas de primera división. Es su valor, pero también su peligro
Jaume Balmes, pensador y cura de Vic en el siglo XIX, antes de que el nacionalismo naciera, escribió que existen tres verdades de diferente naturaleza: la subjetiva, la objetiva y la científica. La objetiva es, por ejemplo, que un bosque es la naturaleza llena de árboles. La verdad científica es que dos más dos suman cuatro. La subjetiva no hace falta que la defina. Pero, desgraciadamente, es el ámbito de la política. No existe la política científica, pero unas son más objetivas que otras.
Cuando la alcaldesa de Barcelona dice que ha roto el gobierno local porque el PSC hace piña con la derecha de Rajoy; que ha dado el visto bueno a la supresión de la autonomía; que acepta a los presos políticos pese a que Amnistía Internacional dice que no le gustan que hayan presos, porque no ha habido sentencia, pero que no son presos políticos porque la acusación es por haber cometido unos delitos que no se han ocultado sino que los han defendido públicamente.
Eso es lo que diferencia a Manuela Carmela de Ada Colau. Carmela ha sido juez y respeta la ley (dice que el 155 era inevitable tras la DUI). No es como Santi Vidal, que lo tienen desterrado porque le salió la pata de gallo exhibicionista.
Colau es una cínica porque tiene una doble cara. Nunca te fíes de un político de dos caras. Por eso no me fío de ninguno. Pero de unos me fío menos que de otros.