La compañía catalana Fluidra anunció esta semana la fusión con su homóloga estadounidense Zodiac. Una y otra se dedican a la fabricación de maquinaria y útiles para piscinas. El consorcio surgido de los esponsales se encarama al liderazgo mundial del sector, con presencia en 150 países y unas ventas conjuntas de más de 1.200 millones de euros.
La integración arroja múltiples sinergias, debido a que las dos contrayentes son complementarias. Fluidra desarrolla su actividad sobre todo en Europa, Asia y América. Zodiac, a su vez, es muy fuerte en EEUU, principal mercado mundial de las piscinas.
Quizás el aspecto más descollante de esta integración reside en que su cuartel general se establece en Sabadell, donde Fluidra nació hace casi medio siglo y donde mantiene la plana mayor contra viento y marea.
Se trata, pues, de una buena noticia para Cataluña. Pero por desgracia apenas es una gota en el océano de fugas que se viene registrando desde el pasado 2 de octubre. Suman ya más de 2.400 las firmas que se han exiliado desde esa infausta fecha hasta el pasado viernes.
La desertización societaria se aceleró después del gigantesco fraude perpetrado en el referéndum del 1-O. Pero este movimiento viene de lejos. Comenzó cuando Artur Mas se cambió de chaqueta y abrazó la abyecta causa separatista con la furia de los conversos y con la vana pretensión de tapar la oleada de corrupción que anega su partido.
Entre 2014 y mediados de 2017 se marcharon cerca de 1.500 empresas. Con tal refuerzo, Cataluña ha perdido durante los últimos cuatro años 3.900, que se dice pronto. Del censo de las más grandes, tres cuartas partes ya se han largado. Una estampida de semejante calibre no tiene precedentes ni parangón en la Europa del último medio siglo.
La fusión Fluidra-Zodiac, que tendrá su sede en Sabadell, es una buena noticia para Cataluña. Pero por desgracia apenas es una gota en el océano de fugas que se viene registrando desde el pasado 2 de octubre
En estas circunstancias, constituye una noticia alentadora que el engarce Fluidra-Zodiac fije su sede en nuestras latitudes. El presidente del grupo catalán, Eloy Planes Corts, es un independentista declarado. Ya lo fue su padre y antecesor en el cargo, Juan Planes Vila. Ambos han impulsado y financiado FemCat, fundación privada compuesta por hombres de negocios de talante secesionista.
Llegados a este punto, olvidaba mencionar un punto relevante. Ocurre que tras el ensamblaje Fluidra-Zodiac, el socio más destacado del grupo es el fondo norteamericano Rhône Capital, de Nueva York, que controla el 42% de las acciones. Por su parte, los socios fundadores procedentes de Fluidra se conforman con el 29%.
De este pormenor se infiere que no es Planes quien llevará la batuta de la entidad fusionada, sino los gerifaltes de Rhône. En consecuencia, el ejecutivo catalán haría bien en arrumbar sus fervores por el procés. En particular, debería abstenerse cuidadosamente de airear declaraciones de índole política en los medios de difusión.
Los norteamericanos no están para cuentos chinos que puedan afectar a su cuenta de resultados. Nunca se meten en berenjenales ni se adentran en arenas movedizas peligrosas para sus negocios. Mucho menos van a dejarse llevar por unos delirios golpistas que dejarían su conglomerado fuera del mercado común europeo.
El escalofriante éxodo de centros de creación de riqueza que se da en Cataluña es un ejemplo palmario del desastre irreparable que pueden provocar unos políticos irresponsables, fanáticos e iluminados. A ver si Planes toma debida nota.