Insistir en los propios errores o aferrarse a ideas o posturas equivocadas es lo que define a un necio. Pues bien, en el PSC desde que empezó el procés hay un grupo de necios incorregibles dispuestos a enmendar la plana a la dirección utilizando los medios de comunicación a través de cartas, manifiestos o declaraciones públicas en lugar de plantear las discrepancias en los órganos colegiados y asumir lealmente los acuerdos. Lo que hemos visto estos días con la actitud de esos cuatro alcaldes de metropolitanos, encabezados por Núria Parlon, expresando su “radical desacuerdo” con la aplicación del artículo 155, es en parte la repetición de lo que sucedió en 2014 cuando se orquestó una campaña hacia fuera desde dentro que obligó a Pere Navarro a tirar la toalla al frente de la primera secretaria. Al hostigamiento que sufría por parte del soberanismo, se sumó un cuestionamiento interno por parte de los sectores más favorables a las tesis nacionalistas que hubieran querido ver al PSC participando en el Pacte Nacional pel Dret a Decidir y avalando la consulta del 9N.
En política, frente a cualquier acción de ataque, hay una pregunta inevitable que ya se hacían los clásicos: Cui prodest? (¿A quién beneficia?). La visualización de una disidencia interna siempre debilita al partido en su conjunto, pero puede tener como objetivo forzar el relevo del líder para conseguir un giro en la posición política. Hace tres años los sectores críticos con Navarro querían un volantazo, pero fracasaron porque a Parlon le entró el pánico y los dejó plantados en el último minuto. Finalmente, el veterano Miquel Iceta tuvo que hacerse cargo del PSC como solución de emergencia en el peor momento su historia. Desde entonces el proceso de clarificación ideológica ha proseguido y los sectores más conscientemente soberanistas se han ido escindiendo en diversas plataformas que han muerto por el camino o que a lo sumo han conseguido colocar a alguien en las listas de ERC. Hoy el PSC es una fuerza contraria al referéndum secesionista que defiende el orden constitucional y que postula una reforma federal.
A diferencia de 2014, las voces críticas no buscan modificar la posición política central, ni relevar al primer secretario, pero lo debilita igualmente en un momento en que el PSC presenta por primera vez unas expectativas electorales al alza
Lo que ha ocurrido estos días es mucho más patético que en 2014 porque los desmarques de algunos concejales y cuadros socialistas en contra de la posición oficial sobre el 155, ya de por sí es bastante matizada (también la del PSOE en relación al PP), solo consiguen situar al PSC en el centro de la tormenta mediática, alimentando las críticas que desde el soberanismo les formulan como “cómplices” de Mariano Rajoy. A diferencia de 2014, las voces críticas no buscan modificar la posición política central, ni relevar al primer secretario, no es un movimiento contra Iceta, pero lo debilita igualmente en un momento en que el PSC presenta por primera vez unas expectativas electorales al alza de cara a unas autonómicas.
Los desmarques en relación al 155 obedecen a razones diversas. En algunos casos son alcaldes que intentan proteger su espacio de poder, aunque no siempre actuando así evitan el anuncio de mociones de censura por parte de ERC y PDeCAT, por ejemplo, ahora mismo en Mataró, Terrassa, Blanes y Sant Hipòlit de Voltregà. Es una actitud comprensible, pero en la que se pierde la dignidad sin evitar tener que ir a la guerra. En otros casos, como en Santa Coloma de Gramenet, Granollers o Castellar del Vallès, donde los socialistas disfrutan de mayoría absoluta, la negativa a apoyar la intervención de la autonomía para restaurar la legalidad pero con el objetivo de convocar elecciones en un máximo de seis meses, solo se explica por la prioridad de esos alcaldes por preservar su imagen pública, no vaya a ser que las cosas se pongan feas en la calle. Es lo de poner la tirita antes de la herida. Algo parecido se puede decir de Jaume Collboni, teniente de alcalde con Ada Colau, que ofreció unas declaraciones a El Periódico que ayer acabaron en portada superior con el titular siguiente: “El 155 hace daño y es poco inteligente”. Igual esa frase le sirve para blindar su pacto con la alcaldesa, que más bien parece ir de farol con la amenaza de expulsar a los socialistas del gobierno de la ciudad, pero contribuye mucho a erosionar la imagen de un PSC unido entorno a Iceta e identificado a su vez con un nuevo PSOE liderado por Pedro Sánchez.
De aquí al viernes no sabemos lo que pasará en Cataluña, no está claro si habrá algún tipo declaración de independencia en el Parlament o si JxSí sucumbirá a las enormes presiones para convocar elecciones autonómicas y evitar el 155 envolviéndose hipócritamente en la bandera del autogobierno. Todo es posible. Pero solo los necios son capaces de repetir los errores del pasado ahora que el PSC parece en condiciones de disputarle a C's la segunda plaza y, tal vez, si no hay mayoría independentista, lograr la carambola de hacer a Iceta president de la Generalitat.