Las declaraciones que mejor definen la coyuntura política actual las ha hecho Artur Mas. En una entrevista en Financial Times, afirmó que Cataluña no estará preparada para la independencia real hasta que controle las fronteras, la hacienda y la justicia. Hace tres días, en TV3, recordó una obviedad sólo ignorada por los más fanáticos: no hay secesión sin reconocimiento internacional.
Desde luego, las declaraciones buscan apoyar a Puigdemont en su ralentización del procés, pero son ilustrativas de que el responsable máximo de la aceleración de la secesión es consciente de que se precipitó. Seguramente, cuando inició el camino, pensaba en obtener una amplia mayoría que, después, le permitiera maniobrar sin la presión de ERC y, sobre todo, la CUP: Pero no fue así, y la competencia entre las fuerzas secesionistas nos ha llevado a la encrucijada actual. Nadie quiere aflojar por el miedo al coste electoral.
Debieron esperar unos años y esperar a ampliar su mayoría gracias a su uso y abuso de los medios de comunicación y la escuela como formas de agitación y propaganda
La penetración secesionista en la sociedad catalana es importante, pero insuficiente. La manifestación del 8 de octubre lo puso de manifiesto por si alguien lo dudaba. Sin una amplia mayoría en Cataluña y con los déficits señalados por Mas, la pretensión secesionista tiene los pies de barro. Ya no es sólo que el independentismo no tenga, al menos, los dos tercios del Parlament. Es que la Cataluña no independentista ha decidido quebrar su silencio y pasividad. La Cataluña no secesionista es, a día de hoy, todavía socialmente mayoritaria, integrada por quienes se consideran catalanes y españoles, o solamente españoles, pero también por quienes, como yo, no nos sentimos definidos como personas por pertenecer a una patria, pero que pensamos que la secesión sería nefasta para los catalanes, para los españoles y para la UE.
Debieron esperar unos años. Aplicarse el mantra de "paciència, paciència fins a la independència", y esperar a ampliar su mayoría gracias a su uso y abuso de los medios de comunicación y la escuela como formas de agitación y propaganda. También debieron esperar a tener una hacienda propia o al menos una agencia tributaria compartida, penetrar en el mundo judicial y asegurarse, si no el apoyo explícito, al menos la neutralidad de la comunidad internacional.
La solución a la crisis actual debería evitar darle tiempo y medios al secesionismo para que tenga éxito en la próxima intentona
No sé que pasará esta semana. Pero el peor escenario es una tregua que no implique la renuncia real a la secesión por medios unilaterales e ilegales. Una tregua basada en el miedo del secesionismo a perder el control de la Generalitat y el miedo del Estado a una confrontación, siempre arriesgada y dolorosa. Sería pan para hoy y hambre para mañana, aunque comprendo que los políticos estén siempre tentados a diferir los conflictos a la espera de que se solucionen solos. No me gustaría estar en su lugar.
Sin que se clarifique el futuro a medio plazo, Cataluña seguirá sufriendo las consecuencias en forma de fractura social y coste económico. El secesionismo se ha precipitado. La solución a la crisis actual debería evitar darle tiempo y medios para que tenga éxito en la próxima intentona.