La serpiente Rumor trabaja a destajo este verano. No solo trajina de aquí para allá las sospechas sobre las actitudes patrióticamente displicentes de algunos magistrados del Tribunal Constitucional, también nos viene anunciando un hecho largamente esperado. ¡Ay! cuando hable La Caixa sobre lo nuestro. Quien dice La Caixa, dice el grupo de la Fundación Bancaria La Caixa, el deus ex machina financiero del país, ya nos entendemos, y lo nuestro es lo del procés, claro.

Hay muchos catalanes del sector empresarial, de los negocios, de las finanzas, de los partidos, de las instituciones políticas y económicas, incluso la Monarquía, que están pendientes de este oráculo, tradicionalmente prudente en esto de hablar de cosas que no son del negocio. Son gentes, las que mandan en este grupo, muy dadas a influir y poco a comprometerse en discursos públicos. Todo parece indicar, y la serpiente que todo lo sabe así lo divulga, que esta vez sí van a pronunciarse abiertamente; tal vez incluso en nombre de colegas o entidades afines.

¿Que puede decir La Caixa sobre el conflicto soberanista? Rumor no lo sabe, solo lo imagina. Van a hacer un canto a su catalanidad fundamentada en los cientos de miles de cartillas de ahorro abiertas por catalanes emprendedores durante tantos años como para financiar una acción social que luce por todo lo alto; van a mostrar su preocupación por cualquier decisión política que pueda poner en crisis la estabilidad social reinante en Cataluña desde hace décadas y que vaya a torpedear los lazos de unidad con todos los españoles, la base del negocio; van a pedir reflexión a todos los protagonistas para no derrumbar el edificio de la convivencia levantado con tanto esfuerzo por varias generaciones. Y finalmente diálogo, mucho diálogo. Algo así, con mayor o menor contundencia.

Los jóvenes soberanistas no estarán pendientes de lo que vaya a decir Isidre Fainé; los voluntarios de la ANC y Òmnium, aunque tengan sus cuentas en Caixabank, están ya inscritos para ocupar sus puestos ante la llamada de la patria

Seguro que La Caixa dispone de estudios serios sobre las incógnitas financieras de la república catalana; también tendrá un balance de los agravios provocados por la política centralista a la competitividad de economía catalana; sus expertos incluso habrán sabido determinar quiénes, y cuántos, forman la casta de altos funcionarios del estado que boicotean a conciencia y en beneficio de sus estirpes cualquier avance en el autogobierno de Cataluña; tal vez conozcan los planes del Gobierno de Rajoy (si es que los tiene) para salir del cul de sac en el que estamos en materia de organización político-territorial-constitucional. Lo que está por ver y oír es si su proclama contraria al estado de desobediencia impulsado por el Gobierno de la Generalitat irá acompañada de una recriminación igual de notoria para con la pasividad y la incompetencia del Gobierno de Rajoy.

En todo caso, al margen de los antes mencionados, ¿quién le hará caso a La Caixa? El presidente Puigdemont, probablemente no. Habrá conocido en primera persona el estado de ánimo de la entidad y de otras entidades del sector bancario y de todos los sectores económicos y les ha dispensado el mismo trato que al Tribunal Constitucional. La CUP no le perdonaría un desliz contrarrevolucionario.

Los jóvenes soberanistas no estarán pendientes de lo que vaya a decir Isidre Fainé; los voluntarios de la ANC y Òmnium, aunque tengan sus cuentas en Caixabank, están ya inscritos para ocupar sus puestos ante la llamada de la patria y los diputados de JxS se han conjurado al grito de referéndum o inhabilitación. La oposición aplaudirá las sabias palabras del portavoz del orden social y Rajoy, aunque pueda salir retratado como un inmovilista monumental, se felicitará por el sentido común de la primera entidad financiera catalana. Esto es lo previsto. De todas maneras, la serpiente Rumor alberga algunas dudas de que todo lo que vaya a decir La Caixa caiga en saco roto. Hay mucho ciudadano silente y con hipoteca.