El viernes colgué en mi Face un artículo publicado en La Vanguardia de una reciente amiga de BCN, la autora Laura Freixas, titulado Reír o llorar. La conocida escritora le pedía a Puigdemont que dejara de dar la tabarra porque prefería invertir su tiempo en cosas más sugestivas que el monotema.
La Vanguardia a veces nos da estas agradables sorpresas, para contrarrestar la columna de la marisabidilla Rahola. El diario del conde, Grande de España, lanza las redes en todos los mares a ver qué pesca. Cada pececillo pescado es un alimento necesario para su pesada digestión. Le pedí permiso a Laura y lo colgué, y fue muy compartido en mi página; además, creó un vivo debate en la red.
Una desconocida Sila Vell me envió una respuesta arroz mar y montaña, en la que mezclaba cosas distintas. Como la FEN (Formación del Espíritu Nacional), que era una asignatura maría del franquismo junto a la religión y manualidades. Me desconcertó lo de la FEN porque hace cuarenta y dos primaveras que le dieron sepultura.
Nunca contesto. Me da palo hacerlo en las teclas del móvil, máxime cuando no tenía a mano un ordenador, así que le conté este microcuento: "A los indepes les falta empatía y les sobra adolescencia".
Me contestó, y le di las gracias porque me había dado una idea para este miércoles en Crónica. La espera.
La idea era la de explicar el sentido de ese microcuento.
La empatía con los sirios y la falta con el resto de los españoles por ser impermeables al sentir profundo de que la inmensa mayoría siente que Cataluña forma parte de su perfil sentimental
Lo de falta de empatía es porque, a causa del complejo de superioridad congénita que sufre una mayoría de indepes, ven al resto de los españoles como una caterva de palurdos que viven como parásitos de la riqueza que genera Cataluña. Lo exagero, pero respiran ese humus latente del histórico Nosaltres Sols… Por eso el sueño virtual de que un Foc Nou del Nou Estat convertiría a esa Cataluña en la Holanda del Mediterráneo.
La empatía con los sirios y la falta con el resto de los españoles por ser impermeables al sentir profundo de que la inmensa mayoría siente que Cataluña forma parte de su perfil sentimental, que es el nordeste de su corazón. Lo han aprendido en la escuela. Todos tienen gente de su sangre en Cataluña que con su trabajo, nadie regala nada, han contribuido a hacer del Principado un envidiado territorio de oportunidades…
Por eso no entienden que el resto de los españoles, y no sólo los catalanes, tienen derecho a decidir si España quiere hacerse el harakiri y convertirse en Expaña. La falta de empatía no les permite entender este detalle. El Derecho a Decidir no es privativo de nosotros los catalanes…
Lo segundo, del microcuento, es consecuencia de lo primero: sobra adolescencia. La semana pasada escribí en mi Libreta de Face Madres con este otro microcuento: "La vida es nacer, infancia, adolescencia y adolescencia y adolescencia, y muerte". Y ese es el estado irreflexivo que se ha instalado en la mente de los indepes, semejante al encoñamiento: no ver más allá de donde se juntan las piernas…
No ven las consecuencias de esos cantos de sirena contados por Homero en la Odisea. Ese canto es virtual que no existe, pero que lleva a los marineros encoñados directamente a la muerte. Metáfora clásica.
PD. No me pidan amistad por Face porque desde que escribo en Crónica Global he pasado de mil amigos a los cinco mil del tope establecido por la red.