Todos los domingos, tres digitales catalanes (Revista digital del Vallés, Revista digital de Catalunya central y Revista digital del Maresme) cuelgan mi carta del domingo, que es conjunta. La del día 9 se titulaba Las cinco P de Puigdemont, que por falta de espacio no pude acabar.
Este artículo, aunque sea la continuación, es autónomo (no independiente sino interdependiente), como el Ebro que su curso pasa por Zaragoza para morir en el mar. No hay que remontarse a Fontibre para continuar en el mismo cauce.
Acababa ese tramo diciendo que Puigdemont no es ningún bobo porque en política los tontos no llegan a la cúspide. La cosa pública es un jardín de plantas carnívoras en donde Darwin triunfa: se aplica la ley de superación de las especies. Sólo llegan los listos (no los honestos), porque la carrera por llegar a la cima está llena de codazos.
El caso del hijo del pastelero de Girona lo fue por una decisión de Mas. Rajoy también lo fue a dedo de Aznar, pero desde los veinte años se inició en la base de la política como edil de Pontevedra.
En esto la república gana a la monarquía porque España ha tenido algún que otro rey bobo, que no es el caso de los últimos... En realidad, la monarquía parlamentaria funciona como una república. Gran Bretaña no es menos democracia que Francia, por ejemplo, ni le cuesta más caro al contribuyente que la República francesa.
Puigdemont políticamente está muerto y su país soñado es el Estado de Nunca Jamás, pero como le pasa a las culebras después aún da coletazos
En España defiendo la monarquía por una cuestión institucional (si los separatas la rechazan, alguna virtud tiene el agua cuando la bendicen), y por cuestión estética, aunque me gustaría que la reina tuviera las carnes que tenía cuando presentaba el Telediario, y enamoró al príncipe. En esta sociedad la imagen cuenta.
En mi artículo citaba las P del exalcalde de Girona: el Principio de Peter que establece que todo empleado (o político) va ascendiendo en el escalafón jerárquico de su organización en el que deja de ser competente, que ha alcanzado su nivel de incompetencia, y es cesado. Haber llegado a ser Molt Honorable, de rebote, le ha llevado a ese nivel.
Otro es el complejo de Peter Pan. Existe la creencia de que Peter Pan es un niño que ha renunciado a hacerse mayor. Eso es lo que entienden los niños, pero si vuelves a leer el cuento de adulto descubres que lo que pensaste no era lo que tenía el escritor escocés James Matthew en su mente. No aconsejo volver a leer un libro mitificado de la infancia porque tendrás la misma decepción que si vuelves a ver a tu primer amor de quince años, cuarenta años después te asustarás... El tiempo no pasa en vano para ella, ni para ti.
Con la segunda lectura de Peter Pan descubrirás que Peter no es que quiera ser niño en el País de Nunca Jamás, sino que Pan está muerto, y que ese país (Estado) sólo existe en su imaginación.
Puigdemont políticamente está muerto y su país soñado es el Estado de Nunca Jamás. Sí, está muerto, pero como le pasa a las culebras después aún da coletazos.
La quinta P es la de su apellido.
PD: Los indepes creen lo que desean. Yo no creo en lo que deseo, porque me gustaría que España fuera mejor. Pero no sueño en recetas políticas. Debe ser la edad...