A medida que se acerca el 1-O crecen las tensiones y los nervios en el entramado secesionista. Tensiones y desconfianza entre PDeCAT y ERC, y de estos con la CUP. Mientras tanto, Òmnium presiona para que a nadie se le ocurra ser sensato. La sensación de improvisación constante se ha apoderado del procés.
El Gobierno, por su parte, parece decidido a que no se repita un nuevo 9N, esta vez convocado sin disimulos desde la propia Generalitat. Su presión sobre proveedores, funcionarios y cargos públicos hace mella. La idea de que a los secesionistas lo peor que podía pasarles es quedarse como están, sin riesgo alguno, ya no se sostiene. La confusión está al orden del día.
En estas circunstancias hacer previsiones no es nada sencillo. Parece que nos encaminamos a que el 1-O sea una jornada de movilización soberanista, en la que puede haber urnas en lugares determinados pero no en el conjunto de Cataluña, pero sobre todo incidentes y reivindicaciones de querer votar en aquellas zonas en las que no haya urnas El alcance de estos incidentes y, sobre todo, de la manifestación que sin duda se producirá al finalizar la jornada es imprevisible. Pero de lo que ocurra dependerá que el 2-O pueda iniciarse una distensión que acabe en nuevas elecciones autonómicas y con negociaciones entre el Govern resultante y el Gobierno.
Si los grupos más radicales generan incidentes violentos, los Mossos estarán en el centro de todas las miradas. De su actuación puede depender que el Gobierno se plantee, o no, su intervención
Antes tendremos un 11 de septiembre que puede ser determinante. Si la manifestación transcurre con normalidad, como en los últimos años, no será más que otra jornada histórica, de las muchas que los secesionistas protagonizan para mantener la moral. Pero si los grupos más radicales generan incidentes violentos, los Mossos estarán en el centro de todas las miradas. De su actuación puede depender que el Gobierno se plantee, o no, su intervención.
El problema que tenemos es que, mientras en el lado constitucionalista nadie significativo está interesado en que la confrontación sea dura y acabe con la suspensión de la autonomía, en el lado secesionista parece ganar adeptos la tesis de que cuanto peor, mejor. Nos esperan unos meses difíciles.