Qué tostonazo. El president Puigdemont parece que no tiene a qué dedicarse. O peor, no sabe. Porque seguro que Cataluña tiene bastantes problemas sin resolver que necesitaría el trabajo y la dedicación del president. Y de su equipo. Pues no. Se dedica a dar el tostón con el referéndum, reuniones con Rajoy, y negociaciones. ¡Vaya matraca!
Ponga usted, señor Puigdemont, todas las urnas que quiera, pero no nos dé más la matraca con el referéndum. Declare la independencia si quiere, pero no repita lo del referéndum. Siga engañando al cada vez menor grupo de catalanes, pero no nos golpee los oídos con eso del referéndum. Chulee todo lo que quiera con eso de que el Estado no tiene poder sobre Cataluña, pero no repita lo del referéndum. Desafíe a todos los poderes del Estado, pero, ¡por Dios!, no lo repita más. Lo de referéndum no, que nos estalla la cabeza. ¡Qué pesadez! Y qué desconocimiento por su parte. No haga más el ridículo. Quítese la chaqueta y váyase a su pueblo. Su tiempo ha terminado.
Todos los miembros del Govern de la Generalitat lo saben. Se ha agotado el tiempo. Adiós señor Puigdemont. Váyase a Girona a escribir sus memorias, pero no escriba referéndum, se le manchará la página. Hasta sus propios empresarios ya le han dicho que el tiempo se ha terminado. Y los ciudadanos también se lo van a decir. En otoño, cuando convoque elecciones. No puede hacer otro ridículo de urnas de cartón. Necesita las urnas de verdad y, dicen las encuestas, que los ciudadanos le van a mandar para casa. Por no gobernar, por no ocuparse de los problemas catalanes que repercuten en los ciudadanos. Por inútil e inservible. Las urnas de verdad lo mandarán a casa. Pero por el camino de vuelta, por favor, no pronuncie la palabra referéndum. Está estigmatizada.
Las urnas de verdad lo mandarán a casa. Pero por el camino de vuelta, por favor, no pronuncie la palabra referéndum. Está estigmatizada
Se terminó el tiempo. Incluso la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría --la triple S--, desaparecida esta primavera, se ha percatado que lo suyo ya “es más táctica electoral que estrategia”. Y que les ha hecho un gran servicio al Gobierno de España y al PP. Estaban contra las cuerdas, el Gobierno y el PP. Corrupción. Un caso tras otro. Algunos días a pares. Rajoy no respiraba. Pues llegó usted señor Puigdemont, como tonto útil, y largó el órdago catalán con la carta marcada del referéndum y el tema corrupción pasó a segundo plano. Parece hecho a propósito. Cierre de filas en el PP, en el Gobierno y en el Congreso. Los peperos no saben cómo agradecérselo. Lo mismo le dan un carguito cuando deje el Govern.
Ha terminado su tiempo, Puigdemont. Las encuestas lo dicen. Y Mariano lo sabe. Y se ha acomodado en su duro poyo de piedra a esperar. Tranquilidad. Se acabará enfriando la fiebre nacionalista. Como su piedra por las noches. Llega el verano. Turismo y parranda. Retroceso independentista. Ya está Mariano en su salsa. Aprueba los Presupuestos. Más en su salsa. Tiene tiempo por delante. No hay prisa. Ya ni el nuevo Pedro Sánchez tiene prisa por acosar a Mariano, ni cuestiona la soberanía del pueblo español aunque hable de naciones culturales.
Busque fecha. Busque slogan. Busque pregunta, señor Puigdemont. Le va a dar igual. Su tiempo terminó. Sin hacer nada por Cataluña. Fracaso. Se irá usted, con su amigo Mas y con la CUP. Saben que su tiempo también ha terminado. Se ha acabado el tiempo para todos menos para Mariano, que sigue sentado en su duro poyo de piedra. Espera. Que pase la fiebre. No habrá referéndum. No habrá independencia. ¡Vamos, sólo faltaba! Que hubiese independencia y perderse los partidos Madrid-Barça. No, eso no. Hasta ahí podíamos llegar.
Se acaba el tiempo de los políticos. De unos y de otros. El tiempo del fútbol, no. El país y el fútbol va por otros senderos. No por los marcados por Puigdemont y su entorno. Y no pronuncie más la palabra referéndum, por favor.