Tanta dilación a estas alturas en fijar fecha y pregunta para el cacareado referéndum unilateral no responde a otra razón que al pánico que recorre las filas del separatismo a una muerte ridícula del procés. La negativa tanto de CSQP en el Parlament como de la nueva formación de izquierdas que lidera Xavier Domènech a sumarse a la unilateralidad ha dejado impracticable la estrategia de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras de intentar un choque con el Estado mediante el desafío de poner urnas como fórmula para calentar la siguiente cita electoral. El regreso a la pantalla del referéndum no tenía otro objetivo que el de arrastrar a los comuns al accidente insurreccional atendiendo a su retórica soberanista. Pero estos no se han dejado enredar y, hábilmente, han sabido marcar distancias elaborando un catálogo de exigencias imposibles de cumplirse, como que la consulta interpelase a la mayoría de los catalanes, fuera reconocida internacionalmente y efectiva jurídicamente.
Lo de recurrir a la Comisión de Venecia del Consejo de Europa como posible árbitro ha sido una jugada maestra del tándem Lluís Rabell y Joan Coscubiela para huir de la disyuntiva unilateralidad catalana versus legalidad española a la que desde el separatismo les empujaban. "Lo importante no es lo que pasa, sino quién define los acontecimientos", señala El Roto en una de sus geniales viñetas en estos tiempos de posverdad. Lo cierto es que la posición de los comuns en contra de la repetición de otro 9N ha sido mucho más efectiva que todos los discursos sobre la legalidad de C's, PSC o PP juntos.
La posición de los comuns en contra de la repetición de otro 9N ha sido mucho más efectiva que todos los discursos sobre la legalidad de C's, PSC o PP juntos
"La política es en todas las épocas la ciencia del contrasentido. Le repugnan las soluciones sencillas, naturales, razonables; las dificultades son su mayor placer, la disputa, su elemento", escribía el novelista Stefan Zweig. Los políticos separatistas han demostrado ser tan hábiles como caraduras en esconder sus contradicciones y en estirar la cuerda del procés contra toda lógica desde 2012. Pero finalmente esta se ha acabado y, por eso, ahora se resisten a ser consecuentes con lo tantas veces anunciado. Se vio este lunes al término del encuentro en Palau con el desfile de declaraciones de políticos de JxSí que exigían decisiones inmediatas cuando solo de ellos depende.
La resistencia a fijar fecha y pregunta a un referéndum unilateral que saben imposible responde al pánico, a esa ley eterna que dice que de la misma forma que una piedra cae cada vez más rápido cuanto más se acerca al abismo, el ser humano actúa de forma cada vez más apresurada e insensata cuando ya no conoce escapatoria. El soliloquio del procés ha llegado a su fin. Y ahora mismo, tan fuerte como la tentación de la épica, de ir hacia el choque final, es el pánico a una muerte ridícula.