Para los que no padecemos el síndrome del papel en blanco porque cada día tenemos un artículo en el caletre, lo malo que tiene escribir en este medio una vez a la semana en el día más antipático (los miércoles no son ni chicha ni limoná), es que el viernes tenía una idea que ha atropellado el conductor suicida del fin de semana con otra noticia más actual. Dantes se decía que no había cosa más vieja que el diario de ayer; ahora, por culpa de los digitales, que el diario de hoy.
La velocidad de la información sorprendería al propio Einstein.
El viernes quería hablar del cabreo que cogí por la noche viendo el 8 al dia de Josep Cuní, porque si hay una cosa que detesto es que me tomen como bobo. A saber: cuando la vice Soraya invitó a Puigdemont a acudir al Congreso, y éste contó en un discurso para distraídos que ¡por fin! el Gobierno colonialista había entrado en razón. Yo me quedé boquiabierto por la tontería que había soltado el Molt Honorable Pinocho, y me cabreé con Cuní porque repitió la sandez. Él con la intención de añadir más pimienta a un plato que ya está suficientemente sazonado.
Pero lo que más me sorprendió es que los contertulios le compraran la mentira. Arrodillándose en una falta de personalidad colectiva para seguir la corriente del locutor estrella del programa cayendo todos de patas en el Experimento de Asch, un psicólogo social del pasado siglo que demostró científicamente que, influido en un ambiente previamente preparado por un grupo social o un líder, una persona cambia de opinión defendiendo lo que no defendía atendiendo a la opinión del grupo o la del líder para no quedarse excluido. Es un comportamiento de cobardía.
Me acosté queriendo hablar hoy de Pedro Sánchez y la metamorfosis que ha tenido en los últimos años: se presentó con una mega bandera española en pantalla de plasma, y ni una sola bandera llevaban los cientos de socialistas madrileños que se agolpaban en la noche victoriosa del domingo en Ferraz
El domingo por la noche cambié de guión cuando mi hijo volvió de una representación de teatro amateur que acababa de hacer en un centro cívico de Canovelles diciéndome que los votantes socialistas de esta localidad que toca a Granollers no habían dado ni un miserable voto a Susana Díaz pese a que Canovelles es más andaluza que la Giralda... Lo dijo antes de saber quién iba ganar las primarias del PSOE. Si en un territorio sureño la sultana andaluza sacaba cero patatero, ¡iba a perder seguro!
Me acosté queriendo hablar hoy de Pedro Sánchez y la metamorfosis que ha tenido en los últimos años: se presentó con una mega bandera española en pantalla de plasma, y ni una sola bandera llevaban los cientos de socialistas madrileños que se agolpaban en la noche victoriosa del domingo en Ferraz.
El lunes nos despertamos con la portada de El País dando cuenta del plan separata el mismo día que el Molt Honorable Pinocho presentaba su disco rayado delante de la Cibeles que aquella noche no durmió enfundada por los besos de Sergio Ramos y Marcelo, y el griterío de una noche blanca en Madrid.
A media tarde Pinocho con su colla repitiendo la letanía ya más conocida que la moños. Cada uno de estos cuatro temas merece un artículo pero he quedado mareado como cuando embarcas en la Transmediterránea con destino a Ibiza.
Mi hijo, preocupado, pregunta a su padre qué pasará porque ve a España a punto de explotar, y yo le digo que tranqui, que España es más fuerte que Rajoy, y por supuesto, mucho más que los separatas piensan
Acabo con esta metáfora del fútbol: digas lo que digas, los merengues están convencidos de que han ganado la 33ª Liga nacional por méritos propios; y los culés por culpa del gol de Sergio Ramos que empató en el minuto 90. Igual que en el 93 Messi en el Bernabéu. El futbol es el reino de los sentimientos. La política también.
Mi hijo, preocupado, pregunta a su padre qué pasará porque ve a España a punto de explotar, y yo le digo que tranqui, que España es más fuerte que Rajoy, y por supuesto, mucho más que los separatas piensan.
Un filósofo británico escribió que cuando una civilización está en peligro siempre acaba salvándola un piquete de soldados.
En el caso de España, será una pareja de la Guardia Civil llevándose a los que plantean órdagos en la Cibeles, si continúan en el envite de su partida de mus. Y no tendrán Iglesias ni Pablos que les evite una temporada en la sombra. No es la sombra de Franco, la República ya lo hizo...